Retrato del pa¨ªs del f¨²tbol
El autor de ¡®Ciudad de Dios¡¯ retrata las contradicciones del Brasil de hoy

Nadie est¨¢ feliz en el pa¨ªs del f¨²tbol. No hay familia que se quede tranquila con la seguridad de un ser querido cuando est¨¢ en la calle, o incluso en casa, a cualquier hora del d¨ªa. Los ricos viven en urbanizaciones cercadas por guardas y circulan por las calles en coches blindados y en permanente tensi¨®n. La clase media sabe que en cualquier momento alguien de la familia, o un amigo, puede perder la vida en un atraco. Pero la situaci¨®n es incluso peor para los pobres de las favelas y de las periferias, que pueden morir a manos de delincuentes o de la polic¨ªa, en uno de los pa¨ªses del mundo en los que la polic¨ªa mata a m¨¢s negros entre 15 y 25 a?os, de acuerdo con varias investigaciones realizadas a lo largo de los a?os.
Ante las inversiones dedicadas al Mundial de f¨²tbol, muchos brasile?os se preguntan por qu¨¦ no invertir ese dinero en educaci¨®n p¨²blica, sanidad, transporte y saneamiento b¨¢sico. Una pregunta que surge porque la disminuci¨®n de la violencia depende m¨¢s de esas pol¨ªticas p¨²blicas que de la acci¨®n policial.
En la p¨¢gina de Internet de Universo Online (UOL), Gilberto Carvalho, ministro de la Secretar¨ªa General de la Presidencia de la Rep¨²blica, afirma: ¡°La cr¨ªtica que m¨¢s he o¨ªdo hasta ahora es que los gastos de la Administraci¨®n federal en el Mundial de f¨²tbol han perjudicado a las inversiones del pa¨ªs en sanidad y ense?anza. Hasta ahora, ¨¦se es un mito sin l¨®gica ni fundamento. El Gobierno federal no ha incurrido en gastos directamente relacionados con el Mundial. No es cierto que, a causa de esas inversiones, la educaci¨®n y la sanidad est¨¦n en p¨¦sima situaci¨®n, como alegan algunos de los cr¨ªticos m¨¢s exaltados. En primer lugar, porque los 25.600 millones de reales [m¨¢s de 8.000 millones de euros] asignados desde 2010 a los estadios y a las obras p¨²blicas relacionadas con el Mundial no se pueden comparar con los 825.300 millones [m¨¢s de 272.000 millones de euros] que el Gobierno federal ha invertido en ense?anza y sanidad en ese mismo periodo. A los estadios, que han costado 8.000 millones de reales [m¨¢s de 2.600 millones de euros], el Gobierno federal ha aportado 3.900 millones [casi 1.300 millones de euros] en forma de financiaci¨®n del Banco Nacional do Desenvolvimento (BNDES). Pero esa financiaci¨®n deber¨¢ ser reembolsada. En las obras relacionadas con el campeonato, realizadas en las ciudades sede, el Gobierno ha invertido 17.600 millones de reales [m¨¢s de 5.800 millones de euros], principalmente en aeropuertos, transporte p¨²blico y telecomunicaciones. Y esas obras quedar¨¢n como beneficios permanentes para el pa¨ªs¡±.
Todos sabemos que la mayor¨ªa de los empleos creados para la preparaci¨®n del Mundial son temporales. Si el dinero invertido en el campeonato es ¨ªnfimo, de acuerdo con el ministro, y volver¨¢ a las arcas p¨²blicas, lo que se ha invertido en causas realmente necesarias es mucho m¨¢s ¨ªnfimo teniendo en cuenta el tama?o del problema. Justamente porque, con o sin Mundial, los 825.300 millones de reales invertidos en ese periodo no han mejorado significativamente la sanidad ni la ense?anza. Es preciso multiplicar esa inversi¨®n con dinero del Tesoro o incluso a trav¨¦s de pr¨¦stamos para mejorar tambi¨¦n, al mismo tiempo, el transporte y el saneamiento b¨¢sico en Brasil.
He sufrido mucho por ser negro, por haber vivido en una favela y porque vi morir a mi madre por falta de atenci¨®n m¨¦dica en el pa¨ªs del f¨²tbol
No vamos a negar que hemos avanzado en el ¨¢rea social: el programa de ayudas econ¨®micas Beca-Fam¨ªlia es acertado, porque muchas familias han llevado a sus hijos al colegio y han experimentado una mejora alimenticia significativa (en Brasil, el asalariado de mano de obra barata, aunque est¨¦ empleado y ahorre al m¨¢ximo, pasa hambre o come mal, y los desempleados por falta de formaci¨®n o por ser demasiado viejos para realizar trabajos pesados son excluidos por toda la sociedad como pobres diablos, aumentando as¨ª la violencia). Pero lo mejor es que muchas familias que han recibido esa ayuda, al recuperarse, la han abandonado voluntariamente. En el ¨¢mbito educativo, el Reuni, el Prouni y el Pronatec [programas de mejora de la ense?anza superior] son buenas iniciativas, aunque solo paliativas para un problema tan grave. Debemos reconocer tambi¨¦n que las tasas de desempleo han ca¨ªdo de forma significativa. Y que la iniciativa de contratar m¨¦dicos cubanos (pa¨ªs donde se practica una de las mejores medicinas del mundo y que exporta m¨¦dicos a varios pa¨ªses) ha sido una forma r¨¢pida de atenuar un problema que se arrastra desde hace a?os. Ha sido una medida necesaria ante la situaci¨®n que se daba en las localidades alejadas de las capitales y ante determinados comportamientos no memorables de una peque?a parte de los profesionales sanitarios brasile?os.
Las cuotas estudiantiles [plazas en las universidades para alumnos procedentes de la escuela p¨²blica] tambi¨¦n han representado un avance, ya que los alumnos procedentes de colegios p¨²blicos no ten¨ªan acceso a las universidades justamente porque en algunos de ellos faltan muchas veces profesores y material did¨¢ctico, a lo que se unen las huelgas, indiscutiblemente necesarias, pero que atrasan la vida de los alumnos y todo lo dem¨¢s que estamos hartos de saber. Eso por no hablar de la mala remuneraci¨®n que perciben los profesionales de la ense?anza y que no hace justicia a la grandeza del trabajo que realizan. Muchos est¨¢n en contra de las cuotas, con la disculpa de que es necesario mejorar la ense?anza p¨²blica. En cierto modo, coincido con ellos, pero mientras no llega esa mejora, no se puede perjudicar a muchos que han cumplido su deber form¨¢ndose con sacrificio en una ense?anza de calidad p¨¦sima (reflejo del Estado) y que aun as¨ª no han abandonado, muchos de ellos trabajando de d¨ªa y estudiando de noche. Una de las cosas m¨¢s tristes de nuestra historia reciente fue ver a la polic¨ªa golpeando a profesores en huelga el a?o pasado, en R¨ªo de Janeiro. Pero es evidente que las cuotas solo se justifican si hay empe?o en alcanzar un sistema escolar p¨²blico de calidad. De ah¨ª su importancia en el momento actual, en el que la escuela p¨²blica no es precisamente un espect¨¢culo de ense?anza, de cultura, de investigaci¨®n, de riqueza y de desarrollo espiritual a trav¨¦s de todas las artes. Al alumno debe gustarle ir al colegio, que tiene que hacerse atractivo para nuestros ni?os. La ense?anza p¨²blica debe ser una corona de esplendor para sus alumnos.
Las cuotas raciales tambi¨¦n se justifican por lo hist¨®rico de la situaci¨®n del negro en Brasil, que, de hecho, solamente comienza a frecuentar la ense?anza despu¨¦s de la d¨¦cada de 1930, y que ha tenido que trabajar incluso en edad escolar. Sin salario digno para poder acceder a la ense?anza privada y sin tiempo h¨¢bil para hacer los deberes en casa. Con remuneraci¨®n siempre inferior a la de los blancos.
El problema tanto de la ense?anza b¨¢sica como de la media (que tuvo su expansi¨®n en 1930, durante el Gobierno de [Get¨²lio] Vargas) debe resolverse de una vez por todas; no puede quedar solo en manos de los docentes, que son verdaderos h¨¦roes. Los municipios, los Estados y la Uni¨®n, con independencia de los partidos, deber¨ªan unirse para situar al menos la ense?anza y la sanidad en un nivel de calidad adecuado, as¨ª como para erradicar de una vez por todas el hambre en nuestro pa¨ªs.

Volviendo a la violencia, en el primer mandato de S¨¦rgio Cabral [en el Estado de R¨ªo] se estableci¨® una pol¨ªtica de enfrentamiento sin l¨ªmites en la que murieron, y siguen muriendo hoy, tanto personas involucradas en la delincuencia como inocentes. La situaci¨®n lleg¨® a tomar proporciones tan alarmantes que algunos artistas y otros miembros de la sociedad civil, entre los que me incluyo, firmamos un escrito contra la matanza promovida por el Gobierno. M¨¢s tarde asistir¨ªamos a la implantaci¨®n de las Unidades de Polic¨ªa Pacificadora (UPP) para erradicar la delincuencia armada en la ciudad de R¨ªo de Janeiro. Las UPP se convirtieron en la fuerza impulsora del Gobierno de Cabral y recibieron apoyo de gran parte de los cariocas. Yo las vi con buenos ojos, al observar la disminuci¨®n del armamento en las favelas y de los enfrentamientos entre grupos armados con armas brasile?as, en su mayor¨ªa, adem¨¢s de otras procedentes de diversos pa¨ªses europeos y tambi¨¦n de Estados Unidos. Me hart¨¦ de ver desfilar por callejones y veredas a ni?os menores de edad con fusiles, ametralladoras, pistolas y rev¨®lveres de toda suerte; un dato interesante es lo poco que se habla de los traficantes de armas y municiones. Los narcotraficantes emigraron a otras favelas. Solo se produjo una pacificaci¨®n en los lugares controlados por las milicias; las favelas ¡°pacificadas¡± viven en estado de sitio. Las tan necesarias pol¨ªticas p¨²blicas no han llegado como deber¨ªan.
La delincuencia armada en Brasil es extremadamente pol¨ªtica porque all¨ª est¨¢n los m¨¢s pobres, los que pasan hambre, los discriminados racialmente, los trabajadores de mano de obra no especializada, los descendientes de esclavos, los semianalfabetos, buena parte de la poblaci¨®n ind¨ªgena que sufri¨® genocidio y est¨¢ tan discriminada como los negros o m¨¢s, los norte?os emigrados a las capitales m¨¢s ricas del pa¨ªs. Son discriminados descaradamente por los descendientes de europeos y los descendientes de inmigrantes blancos de las clases m¨¢s ricas desde que Brasil es Brasil, que han tenido m¨¢s oportunidades sociales por el simple hecho de ser blancos (el color del colonizador). La sociedad brasile?a es tan racista como la europea o la estadounidense. Estoy harto de la idea de que somos mestizos, cuando la pobreza es toda negra o casi negra y los blancos o casi blancos dominan la riqueza de la naci¨®n. Nadie aqu¨ª se reconoce racista, nadie aqu¨ª discrimina. La verdad es que buena parte de los pol¨ªticos no colabora, como buena parte de los brasile?os que se declaran buenos y solidarios. Vivimos en un pa¨ªs deficiente, y lo digo porque he sufrido mucho por ser negro, por haber vivido en una favela y porque vi morir a mi madre por falta de atenci¨®n m¨¦dica en el pa¨ªs del f¨²tbol.
Se acostumbra a culpar de toda la delincuencia al narcotraficante, pero nadie se vuelve delincuente de la noche a la ma?ana; la entrada de la delincuencia es lenta, perversa y se da en la edad escolar. Disparar a un polic¨ªa no lo hace cualquiera. Esa disposici¨®n la adquiere quien siempre ha vivido en el infierno y ha decidido enfrentarse al diablo. Conozco bien a los narcos, porque he pasado buena parte de la infancia, la juventud y la madurez a su lado: analfabetos, semianalfabetos, de familia desestructurada, son lo m¨¢s pobre de los pobres, vistos como algo siniestro, sin derecho de defensa. El castigo es completamente necesario, pero tambi¨¦n lo es el recuperar a los infractores, y no volverlos m¨¢s delincuentes, como hace el sistema penal brasile?o. Es nuestra organizaci¨®n social la que los vuelve delincuentes.
Se acab¨® el tiempo de echar la culpa a la historia: la colonizaci¨®n, la esclavitud, la dictadura y la dominaci¨®n econ¨®mica europea y norteamericana. Ya hemos superado todo eso y es hora de enmendar errores. No se puede seguir aceptando una escuela miserable, un hospital desabastecido, ni?os que contraen enfermedades por falta de alcantarillado en todo el pa¨ªs y ese sistema de transporte renqueante. Es hora de convertir este pa¨ªs en una naci¨®n.
Traducci¨®n de News Clips
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