No basta con las urnas
Al Sisi ha sido elegido plebiscitariamente en Egipto, como lo fue Mubarak, otro militar, una y otra vez
No hay nada como las urnas. Lo demuestran las dos mayores elecciones democr¨¢ticas de la historia celebradas en India, entre el 20 de abril y el 10 de mayo, y en la Uni¨®n Europea, entre el 22 y el 25 de mayo, utilizadas por cientos de millones de ciudadanos para cambiar el paisaje pol¨ªtico e incluso determinar la orientaci¨®n de sus gobiernos.
?Pero las urnas solas no bastan. Si unos 670 millones de indios y 380 millones de europeos han configurado con su voto o su abstenci¨®n el rumbo de ambos conjuntos pol¨ªticos, exactamente lo contrario es lo que han podido hacer los 53 millones de egipcios, convocados esta misma semana meramente para corroborar la elecci¨®n de un presidente salido de las mismas fuerzas armadas que derrocaron a Mohamed Morsi, elegido en unos comicios libres en junio de 2012 y destituido el 3 de julio de 2013.
En un caso son el instrumento para expresar la voluntad de la ciudadan¨ªa y en el otro un mero tr¨¢mite formal para dar apariencia de democracia a un r¨¦gimen que no lo es, ni por su origen en un golpe militar, ni por el ejercicio de limitaci¨®n de las libertades p¨²blicas y sobre todo la ilegalizaci¨®n de sus adversarios. El vencedor en las elecciones egipcias, el exmariscal Abdel Fatah al Sisi, con el 93,3% de los votos emitidos, fue quien derroc¨® y detuvo a Morsi, ilegaliz¨® a los Hermanos Musulmanes y termin¨® abandonando la carrera militar para presentarse a las elecciones presidenciales. Qu¨ªtate t¨² que me pongo yo.
670 millones de indios y 380? de europeos han configurado con su voto el rumbo
Al Sisi ha obtenido 23,9 millones de votos sobre una participaci¨®n del 47% en una elecci¨®n sin competencia efectiva en la que su ¨²nico rival obtuvo el 4% de los votos. Morsi obtuvo 13,2 millones de votos con una participaci¨®n del 52% en unas elecciones a dos vueltas altamente competitivas y con multitud de candidatos, en las que anduvo codo a codo con su principal rival, Ahmed Shafik. El r¨¦gimen tuvo que a?adir un tercer d¨ªa de votaci¨®n a los dos establecidos para conseguir que el nuevo presidente electo superara ampliamente al presidente derrocado en el n¨²mero de votos obtenidos. No es ni mucho menos la ¨²nica irregularidad de esta elecci¨®n presidencial. Millares de militantes de la cofrad¨ªa de los Hermanos Musulmanes se hallan en prisi¨®n, varios cientos han sido condenados a muerte y desde el golpe de Estado han fallecido unas 1.400 personas en la represi¨®n de las protestas.
Desde el derrocamiento de Mubarak, el 11 de febrero de 2011, los egipcios han celebrado dos elecciones generales, dos presidenciales y un refer¨¦ndum constitucional. A pesar de ir tantas veces a las urnas, ahora se encuentran de nuevo en la casilla de partida, con un militar como Al Sisi elegido plebiscitariamente, al igual que era elegido una y otra vez otro militar como Mubarak; hasta que la plaza Tahrir termin¨® con sus 30 a?os de poder personal.
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