Como Italia
El futuro Rey de Espa?a deber¨ªa tomar ejemplo del presidente Napolitano
La abdicaci¨®n del rey Juan Carlos se ha comparado con las de la Reina de Holanda y el Rey de B¨¦lgica. Pero el rey Felipe?VI podr¨ªa tomar mayor inspiraci¨®n en el jefe del Estado de Italia. La Rep¨²blica italiana es un r¨¦gimen parlamentario, en el que el jefe del Estado tiene poderes ceremoniales, como el espa?ol, pero no solamente. Como la Constituci¨®n italiana, y como la gran mayor parte de las que est¨¢n en vigor en los sistemas parlamentarios europeos, la Constituci¨®n espa?ola establece que el jefe del Estado tambi¨¦n debe arbitrar y moderar el funcionamiento regular de las instituciones. Esta tarea se ha echado muy en falta en Espa?a en los ¨²ltimos a?os cuando el Parlamento, el Gobierno y la justicia han dejado de funcionar de acuerdo con sus misiones constitucionales. Ahora es el momento en que el nuevo jefe del Estado podr¨ªa usar sus prerrogativas para facilitar un nuevo impulso de recuperaci¨®n y renovaci¨®n.
El presidente italiano, Giorgio Napolitano, ha sido un ejemplo de audacia, habilidad, sentido del deber y buen servicio a los ciudadanos, del cual los espa?oles podr¨ªamos sacar gran beneficio. Hace dos a?os y medio el Gobierno italiano, azotado por una serie de esc¨¢ndalos y la persecuci¨®n judicial de su l¨ªder, estaba paralizado ante la crisis econ¨®mica del pa¨ªs y las presiones de la Uni¨®n Europea. El jefe del Estado quit¨® entonces al jefe del Gobierno y nombr¨® en su lugar a un prestigioso profesional independiente con experiencia en las instituciones europeas, el cual form¨® un Gobierno con los mejores especialistas en cada tema, sin ning¨²n miembro de ning¨²n partido pol¨ªtico, que obtuvo a pesar de ello el apoyo del 90% del Parlamento. El nuevo Gobierno fue apoyado tambi¨¦n por los l¨ªderes de la Uni¨®n Europea y de Estados Unidos. Italia ha tenido desde entonces su mejor periodo de gobierno en la historia moderna.
Aunque no lo requiera la Constituci¨®n, el jefe del Gobierno deber¨ªa poner su cargo a disposici¨®n del nuevo rey
De acuerdo con el calendario electoral previsto, se convocaron nuevas elecciones al cabo de un a?o y medio. M¨¢s o menos el mismo tiempo que falta en Espa?a para que se cumpla el plazo para una nueva convocatoria. Tras esas elecciones, las resistencias al cambio de los partidos pol¨ªticos tradicionales hicieron imposible la formaci¨®n de una mayor¨ªa parlamentaria, la cual habr¨ªa requerido una gran coalici¨®n con miembros de los dos partidos mayores. Pero ¨¦sta se acab¨® formando algunos meses despu¨¦s, al coste de una reestructuraci¨®n del sistema de partidos. Mientras tanto, el presidente Napolitano hab¨ªa nombrado una comisi¨®n para elaborar propuestas de pol¨ªticas p¨²blicas formada por 10 expertos, algunos de los cuales pasaron a formar parte del nuevo Gobierno. Es muy notable que toda esta experiencia tuviera lugar en un pa¨ªs que era conocido como una ¡°partitocracia¡±, es decir, por un grado de control de las c¨²pulas de los partidos sobre las instituciones p¨²blicas igual o incluso superior al que suele ser denunciado en Espa?a. La mayor ventaja de una iniciativa del jefe del Estado es que viene desde fuera del sistema de partidos pol¨ªticos, por lo que puede ser especialmente eficaz en inducir reformas que afecten tambi¨¦n al sistema de partidos.
Como resultado de aquel proceso, el actual jefe del Gobierno italiano, Matteo Renzi, dirige un Gabinete formado por expertos independientes y miembros de los partidos de centroderecha y de centroizquierda, el cual, entre otros resultados, ha confirmado la baja de Italia de la lista de la Comisi¨®n Europea de pa¨ªses del Sur sometidos al Procedimiento de D¨¦ficit Excesivo. Su partido ha obtenido el mejor resultado de todos los partidos de Gobierno en Europa en la reciente elecci¨®n al Parlamento Europeo, por lo que parece que las reestructuraciones econ¨®micas y las reformas legislativas pueden acompa?ar tambi¨¦n una nueva normalizaci¨®n pol¨ªtica.
De acuerdo con la Constituci¨®n espa?ola, el jefe del Estado puede destituir al jefe del Gobierno, disolver el Parlamento, convocar elecciones, nombrar un nuevo presidente del Gobierno, as¨ª como a los ministros que este proponga, presidir personalmente las reuniones del Consejo de Ministros, expedir los decretos gubernamentales, promulgar las leyes y, de acuerdo con el jefe del Gobierno nombrado por ¨¦l, convocar refer¨¦ndums sobre decisiones pol¨ªticas de especial importancia. Se espera en general que el jefe del Estado use estas capacidades de acuerdo con los resultados electorales. Pero en una situaci¨®n de emergencia ¡ªcomo sin duda es la espa?ola¡ª, los poderes del jefe del Estado est¨¢n para usarlos ¡ªcomo en el caso italiano¡ª de acuerdo con la letra del texto legal.
Aunque no lo requiera la Constituci¨®n, y aunque solo fuera por cortes¨ªa protocolaria, el actual jefe del Gobierno deber¨ªa poner su cargo a disposici¨®n del nuevo rey. La formaci¨®n de un Gobierno de amplia coalici¨®n multipartidista, el acuerdo con Catalu?a, el env¨ªo de se?ales de renovaci¨®n y optimismo para que los capitales exiliados regresen y lleguen nuevas inversiones extranjeras, podr¨ªan ser el 23-F del rey Felipe?VI. Es decir, su legitimaci¨®n, no ya din¨¢stica o constitucional, sino por los resultados de su acci¨®n. Como su padre, el nuevo jefe del Estado necesitar¨¢ una legitimaci¨®n de este tipo por una gran mayor¨ªa de la sociedad espa?ola, as¨ª como de la escena internacional, para consolidar su reinado en los a?os por venir.
Josep M. Colomer fue catedr¨¢tico Pr¨ªncipe de Asturias en la Universidad de Georgetown.
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