A ver c¨®mo crece, si crece, el rollizo beb¨¦
Ha habido un estreno electoral muy notorio. Pulmones tiene el ni?o, pero ojo con la confianza excesiva, el personalismo, con esa realidad tan distinta de las tertulias televisivas o las asambleas de facultad
No acaba de verse Jos¨¦ K. con esa coleta que de mala manera, urgido por las prisas, ha a?adido a su rala cabellera, tan blanca como dispersa. Retuerto ante el espejo en exceso azogado, quer¨ªa comprobar nuestro hombre si dicho aditamento, tan de moda estos d¨ªas en el arreglo masculino, tra¨ªa nuevos aires a su ajado rostro, dot¨¢ndole de mejor color y un rejuvenecimiento general a su porte, que reconoce algo deteriorado. Y ya, de paso, pretend¨ªa comprobar si ese cambio en su aspecto ¡ªlook, ha o¨ªdo que le dicen¡ª traer¨ªa consigo, como guante de l¨¢tex, similar renovaci¨®n en los adentros, m¨¢s exactamente en las entra?as ideol¨®gicas, que lleva a?os oyendo Jos¨¦ K. que sus pensamientos se han quedado enganchados all¨¢ en el siglo XIX.
Pues ni una cosa ni la otra, porque la apostura sigue lejos, muy lejos, y en la sesera se mantienen vivas ideas tan trasnochadas y caducas como la justicia social, la igualdad entre hombres y mujeres, la lucha contra los abusos de unos cuantos ¡ªlos ricos¡ª sobre los muchos ¡ªlos pobres¡ª, la libertad de pensamiento y, por tanto, la erradicaci¨®n de todos los fanatismos religiosos o ideol¨®gicos que durante siglos han enga?ado a los d¨¦biles con un futuro de leche y miel mientras trabajaban a favor de los explotadores. O sea, que el remedo de coleta no le ha cambiado los adentros a Jos¨¦ K., porque debe decirle al se?or de la cerceta ¡ªtan ufano por descubrir la p¨®lvora¡ª que rojazos, lo que se dice rojazos, los ha habido siempre. ?Que se lo digan a ¨¦l, honra y prez de todos los carbonarios que en el mundo son!
Pero nuestro hombre ser¨ªa un aut¨¦ntico mentecato si no sacara un par de consecuencias de ese estreno electoral tan notorio. Por lo pronto, admitir lo obvio, y es que llegada tan espectacular, con ese majestuoso despliegue de luz y sonido, debe ser la recompensa por haber tenido algunos aciertos posiblemente en el fondo, pero sin duda alguna en la forma. ?Conectar, por ejemplo, con unas capas de la sociedad ocultas para otros, quiz¨¢ anquilosados o perezosos, que se han mostrado ciegos ante millones de ciudadanos, no solo jovenzuelos alocados, que demandaban acci¨®n y nada se les daba? ?Utilizar con destreza los instrumentos de comunicaci¨®n, televisi¨®n incluida, que facilitan esa efervescencia? Pero convendr¨ªa, al tiempo de agradecer el ventarr¨®n, hacer alguna advertencia, se permite la reflexi¨®n nuestro vetusto Jos¨¦ K., que ya ha visto brillantes luces de colores en otras ocasiones. Por ejemplo, recordar que algunos beb¨¦s nacen rollizos pero en un suspiro se estropean por cualquier cosita de nada: una confianza excesiva, un apunte de personalismo, un choque contra la gobernabilidad real, tan distinta de las tertulias televisivas o las asambleas de facultad¡ Pulmones tiene el ni?o porque se le ha o¨ªdo gritar. Pero le queda tiempo para afinar y poder cantar, con ¨¦xito de cr¨ªtica, pero sobre todo de p¨²blico, el Nessun dorma. Convendr¨ªa, pues, que este nuevo picacho oteara el horizonte y comprendiera que solo si se suma a otros de formaci¨®n geol¨®gica similar podr¨ªa llegar a formar la cordillera que frene el paso a ese enemigo com¨²n que todos conocen.
Pasamos del aqu¨ª no entra un africano pobre m¨¢s al acabemos con tanto yate y chal¨¦ de lujo
Se asombra nuestro hombre de los escasos efectos de esas elecciones europeas, y no solo en Espa?a, que quitando alg¨²n gesto de dignidad como la asunci¨®n de las p¨¦rdidas por alguno de nuestros cl¨¢sicos, el resto ha mirado hacia otro lado sin querer entrar a saco en los porqu¨¦s de esas aberraciones francesas o de otros saltos sin red a izquierda y derecha. No quiere usurpar Jos¨¦ K. el papel de los polit¨®logos, all¨¢ disfruten de su palabrer¨ªa en las mismas calderas en las que lo hacen los economistas, pero se barrunta ¡ªya ven qu¨¦ presuntuosa apuesta¡ª que ese hundimiento de la zona media pol¨ªtica se corresponde con el mismo naufragio de la llamada clase media emergente, la misma que se crey¨® varias cabezas por encima del proletariado y a punto de alcanzar la altura de las botas de los poderosos, m¨¢ximo nivel al que sus due?os les dejaron acercarse. Pero eran tantas las ganas de abandonar la mugre y la miseria, que aquellas buenas gentes se figuraron que ese m¨ªnimo pelda?o que escalaron era poco menos que el ascenso al Kanchenjunga. Hasta que a los se?oritos se les acab¨® el disimulo y, en jarras, les espetaron: quietos ah¨ª, d¨®nde os cre¨¦is que vais.
As¨ª que poco a poco se van extremando los que quieren vivir en el castillo de sus privilegios, y los m¨¢s o menos revoltosos que quieren entrar en las dependencias del palacio para parcelarlas y convertirlas en viviendas sociales para los desahuciados por los bancos. Del aqu¨ª no entra un africano pobre m¨¢s, al vamos a acabar con tanto yate y tanto chal¨¦ de lujo, hartos ya de ganancias desorbitadas, groseras, pornogr¨¢ficas, y sueldos de verg¨¹enza para desvergonzados criados de sus amos. Ya dec¨ªa Jos¨¦ K, que a rojo, vista coleta o luzca medio calvo, no le gana nadie.
Para arreglar las cosas, viene el FMI a decirnos, a un pa¨ªs con m¨¢s del 25% de parados, que mejor se baje el sueldo a los obreros, gente sin escr¨²pulos que hasta quiere comer todos los d¨ªas, y no me miren con cara de ser un enloquecido bolivariano, porque el oficial¨ªsimo Instituto Nacional de Estad¨ªstica acaba de descubrirnos que la tasa de riesgo de pobreza o exclusi¨®n social en Espa?a ya se sit¨²a en el 27,3%, un 2,6% m¨¢s que en 2009. ?Bajar salarios, dicen? ?Y pretenden, pol¨ªticos, banqueros y dem¨¢s, que no haya vueltas y revueltas contra la tiran¨ªa de los dineros? ?Acaso no ven que es una quimera pensar en una Arcadia de obedientes esclavos, si han de a?adir agua a la leche para que les alcance al desayuno de todo el mes? Mientras, esa Europa gangrenada que nada ha entendido de las urnas pretende elevar a la presidencia ¡ªpena y castigo¡ª al rostro visible del gran desastre, el luxemburgu¨¦s Jean-Claude Juncker.
Han conseguido hacer una Europa de los poderosos carro?eros y desalmados
?Extra?a, pues, que el respetable est¨¦ harto de semejante sistema que permite, alimenta y hasta glorifica un estado de cosas lamentable, que por repetido ¡ªmiseria, paro, injusticia¡ª no deja de ser real? Es dif¨ªcil explicar a las multitudes que todas estas cosas, inherentes al austericidio como Abelardo a Elo¨ªsa, no son enteramente achacables a Europa, en abstracto, sino a una determinada Europa que han amasado esas capas dominantes que succionaron el tu¨¦tano de una idea que reun¨ªa en un solo nombre lo mejor de la Ilustraci¨®n: la libertad y la igualdad. Han conseguido hacer una Europa de los poderosos, s¨ª, pero adem¨¢s de los poderosos carro?eros y desalmados. Pero habr¨ªa que insistir, y lograr entre las gentes de bien, que cuajara la idea ¡ªotra vez¡ª de esa Europa garant¨ªa de derechos individuales y comunitarios con las que so?¨¢bamos cuando ¨¦ramos j¨®venes, recita Jos¨¦ K. con voz melanc¨®lica en la que se atisban aquellos tiempos pret¨¦ritos de un continente risue?o por libre frente a la tristeza de la dictadura peninsular.
?Y aqu¨ª? ?Qu¨¦ hace el Gobierno respecto a Europa en esta plaza de toros que a¨²n huele a mierda de caballo y refrito de gallinejas? Pues nada, que el Gobierno maniobra entre amigos para lograr que el ilustre empresario petrolero pueda cabalgar en caballo jerezano por los pasillos bruselenses como pinturero comisario, lanzando alg¨²n que otro requiebro a sus compa?eras comisarias, sin duda menos inteligentes que sus colegas comisarios. Y adem¨¢s, no hay que perder el tiempo, se empuja para que el antiguo representante de Lehman Brothers en Espa?a presida el Eurogrupo. Y a¨²n aspiramos a mayores boatos.
Fue Cornelio T¨¢cito un tipo de mucho respeto. Senador, c¨®nsul¡ Hoy le recordamos por su obra hist¨®rica. Mary Beard, en este mismo peri¨®dico, le dejaba a Jacinto Ant¨®n esta hermosa frase, poderosa imagen, del ilustre romano: "Crean un desierto y lo llaman paz".
No, no, grita Jos¨¦ K., con la vena del cuello a punto de estallar, qu¨¦dense con el p¨¢ramo y sepan ustedes que nunca habr¨¢ paz si no hay un campo feraz que d¨¦ suficientes frutos para todos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.