¡°Los de entonces ya no somos los mismos¡±
Aquellos intelectuales venezolanos que en 1989 firmaron una carta de adhesi¨®n a Fidel Castro rechazan hoy el autoritarismo del r¨¦gimen chavista
En el fandango de locos que es nuestra Am¨¦rica prosper¨®, hasta hace poco, la exc¨¦ntrica costumbre de invitar al dictador cubano, Fidel Castro, a la toma de posesi¨®n de presidentes electos democr¨¢ticamente. Si ya hemos dejado de hacerlo es solo porque el provecto y protervo comandante no est¨¢ ya para esos trotes.
En Venezuela a¨²n recordamos c¨®mo la toma de posesi¨®n de Carlos Andr¨¦s P¨¦rez, para su segundo y malhadado per¨ªodo constitucional (1988-1993), revisti¨® la apariencia de una coronaci¨®n mon¨¢rquica. De todos los invitados a aquella apoteosis, Fidel Castro fue la estelar figura por quien se desmo?aron las damas del Country Club en su af¨¢n de estrechar la mano del Comandante durante un sarao muy mentado en aquel tiempo. Fue tambi¨¦n por esos d¨ªas cuando Castro dio en vestir traje oscuro y corbata para ocasiones muy se?aladas, como la audiencia que le concedi¨® el papa Juan Pablo II en 1996.
A los ojos de cualquier venezolano de mi generaci¨®n, el traje azul marino y las coloridas corbatas que luci¨® el M¨¢ximo L¨ªder en la ceremonia inaugural de P¨¦rez contrastaban socarronamente con la Colt 45 colgada al cinto con que pretendi¨® dirigir un discurso ante el Congreso de mi pa¨ªs en su primera visita a Caracas, en 1959. Felizmente, R¨®mulo Betancourt, quiz¨¢ el ¨²nico ser humano en toda Am¨¦rica Latina que no hab¨ªa sucumbido al hechizo de los barbudos era, al mismo tiempo, presidente de Venezuela (1958-1963) y orden¨® desarmar a Castro, junto con sus hombres (cuesta llamar comitiva a aquella panda verde olivo de hirsutos cortagangantas), no bien aterrizaron en Maiquet¨ªa, apenas 22 d¨ªas despu¨¦s de haber derrocado a Fulgencio Batista, el dictador saliente. Pero, ?qu¨¦ tiene que ver la evocaci¨®n de ocurrencias del siglo pasado caribe?o con el t¨ªtulo de esta bagatela de asunto, digamos, cultural?
La respuesta quiz¨¢ est¨¦ en un exaltado manifiesto de bienvenida, firmado nada menos que por 911 sedicentes intelectuales, entre acad¨¦micos, poetas y artistas venezolanos, a la llegada de Castro a Caracas hace ya un cuarto de siglo. Me servir¨¦ de ¨¦l porque ofrece una muestra, sin duda parcial pero significativa, de nuestro poetariado progresista que quiz¨¢ permita caracterizar las tortuosas relaciones que hoy sostienen intelectuales y artistas venezolanos con la vociferante satrap¨ªa militar que expolia y desangra mi pa¨ªs ante la indiferencia de casi todo el mundo.
Como esp¨¦cimen de un g¨¦nero latinoamericano por excelencia, el Manifiesto de los 911 es muy breve pero cabrillean suficientemente en ¨¦l frases imbuidas de garciamarquezca postraci¨®n ante el Hombre Imprescindible como para dudar de su linaje izquierdista.
Nada menos que 911 sedicentes intelectuales, entre acad¨¦micos, poetas y artistas venezolanos, firmaron un manifiesto de bienvenida a Castro
¡°En esta hora dram¨¢tica del Continente ¡ªdeclaraban los firmantes¡ª, solo la ceguera ideol¨®gica puede negar el lugar que ocupa el proceso que usted representa en la historia de la liberaci¨®n de nuestros pueblos¡±. Sigue diciendo el documento que en 1959 Castro triunf¨® sobre ¡°la tiran¨ªa, la corrupci¨®n y el vasallaje¡± batistianos. Y termina as¨ª: ¡°...afirmamos que Fidel Castro, en medio de los terribles avatares que ha enfrentado la transformaci¨®n social por ¨¦l liderizada y de los nuevos desaf¨ªos que implica su propio avance colectivo, contin¨²a siendo una entra?able referencia en lo hondo de nuestra esperanza, la de construir una Am¨¦rica Latina justa, independiente y solidaria¡±. Luego firman mis compatriotas, en orden alfab¨¦tico: Abdala, Guillermo; Acosta, Vladimir y as¨ª, sucesivamente, hasta llegar a Zapata, Pedro Le¨®n.
Junto a cada nombre, la lista a?ade una sucinta descripci¨®n del arte u oficio o disciplina, nivel de escolaridad, rango acad¨¦mico del abajo firmante y, en ocasiones, la opini¨®n que de s¨ª mismos tienen los infaltables wannabes: los igualados de siempre, los parejeros, los quiero y no puedo colados mayoritariamente en la lista. As¨ª, junto a reconocidos escritores, artistas pl¨¢sticos y acad¨¦micos, se asoman borrosos ¡°promotores culturales¡±, ¡°artistas del fuego¡±, ¡°editores alternativos¡± de no se supo nunca qu¨¦ tipo de publicaciones, catedr¨¢ticos de materias introductorias y el consabido batall¨®n de cineastas de filme inconcluso de quienes nada se sab¨ªa entonces ni se ha podido saber.
El documento se lee hoy con nostalgia del a?o en que, con la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn, comenz¨® el colapso de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Tambi¨¦n con desenga?ada sonrisa al ver el nombre de entra?ables, aut¨¦nticos hombres y mujeres de ideas y de letras, de m¨²sicos, cineastas, gente de teatro y artistas pl¨¢sticos, entreverado con el de los sempiternos logreros y lobbystas del presupuesto cultural del petroestado venezolano; todos saludando a un tiempo la visita de un tirano que en cosa de meses habr¨ªa de fusilar, tras un juicio farsesco, a quienes se pensaban sus mejores amigos.
Podr¨ªa pensarse que aquel manifiesto fue pura efusi¨®n de simpat¨ªa caribe por el M¨¢ximo L¨ªder pero lo cierto es que se present¨® tambi¨¦n como respuesta obligada a otra carta abierta que los desaparecidos Reinaldo Arenas y Jorge Camacho, escritor el primero y pintor el segundo, ambos disidentes cubanos por entonces ya exilados, enviaron a Fidel Castro en diciembre del a?o anterior, apenas dos meses antes de la visita de ¨¦ste a Caracas, emplaz¨¢ndolo a convocar un plebiscito luego de treinta a?os de ejercer poder omn¨ªmodo sobre la isla.
La Carta de Par¨ªs, como pronto fue conocida aquella exhortaci¨®n, hall¨® much¨ªsimo eco en el mundo intelectual europeo y estadounidense y concit¨® la firma de unas cien personalidades; gente como Octavio Paz, Jack Nicholson, Juan Goytisolo, Saul Bellow, Yves Montand, Claude Simon, Jos¨¦ Luis Aranguren, Bernard-Henri L¨¦vy, Federico Fellini o G¨¦rard Depardieu.
En la carta de los 911, como es de suponer, ¡°no est¨¢n todos lo que son ni son todos los que est¨¢n¡±. Ciertamente, no figura nadie nacido a la vida p¨²blica venezolana a este lado del caracazo, nombre con que son conocidos los sangrientos motines y saqueos que estallaron en febrero de 1989, no bien se marcharon los dignatarios invitados a la coronaci¨®n de P¨¦rez.
Comparada con la lista de ultraconservadores ¡ªlos llamados notables¡ª que, encabezados por el humanista burgu¨¦s por excelencia, Arturo Uslar Pietri, firmaba un a?o m¨¢s tarde una artera declaraci¨®n, modelo de antipol¨ªtica, que en opini¨®n de muchos contribuy¨® en¨¦rgicamente a validar la defenestraci¨®n constitucional de P¨¦rez, gracias a una leguleya conspiraci¨®n de la dirigencia de Acci¨®n Democr¨¢tica ¡ªsu propio partido¡ª, los barones de la prensa y buena parte del empresariado, la lista de los 911 filocastristas podr¨ªa pasar por una n¨®mina de ingenuos, borreguiles buenos lectores de Las venas abiertas de Am¨¦rica Latina, pero no es del todo as¨ª.
Por ejemplo, ese Al¨ª Rodr¨ªguez, que en 1989 se defin¨ªa escuetamente como ¡°ensayista¡±, ?ser¨¢ el mismo Al¨ª Rodr¨ªguez, exguerrillero contumaz, que con Ch¨¢vez lleg¨® a ser embajador de Venezuela en Cuba, canciller, ministro de petr¨®leos, presidente de la empresa petrolera estatal, ministro de econom¨ªa y finanzas, secretario general de la Opep y, actualmente, secretario general de Unasur?
Un poco m¨¢s arriba figura El¨ªas Pino Iturrieta, brillante historiador que por entonces era decano de la Facultad de Humanidades en la Universidad de Central de Venezuela, autor de muchos libros y de uno muy especial: El divino Bol¨ªvar: ensayo sobre una religi¨®n republicana (Catarata, 2003), texto sin duda seminal para el desmonte del culto a Bol¨ªvar. Hoy, Pino Iturrieta es editor adjunto de El Nacional, acosado e insumiso matutino de oposici¨®n.
Abundan en la lista marxistas que, sin haber dejado de serlo, hoy denuncian los extrav¨ªos de la petrodiplomacia chavista, como lo hace el economista H¨¦ctor Malav¨¦ Mata, o los dislates del culto a la personalidad, como lo hace el profesor Alexis M¨¢rquez Rodr¨ªguez, paisano de Ch¨¢vez, fil¨®logo y acad¨¦mico de la lengua quien durante d¨¦cadas mantuvo una popular columna sobre el castellano en Am¨¦rica, columna de mucho predicamento entre nosotros.
Transcurrido un cuarto de siglo desde aquella visita, luego de quince a?os de hegemon¨ªa chavista, muchos de aquellos firmantes venezolanos siguen siendo figuras relevantes en nuestra cultura, aunque hoy bien podr¨ªan decir con Neruda: ¡°nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos¡±.
La crema de la crema de aquellos 911 ha terminado encarnando una obstinada oposici¨®n ¡°de centro izquierda¡± al chavismo
En efecto, si atendemos tan solo a los 123 abajo firmantes que en 1989 se describ¨ªan a s¨ª mismos como escritores (algo as¨ª como el 13,3 % del total de saludantes), vemos que la abrumadora mayor¨ªa de ellos enfrenta hoy decididamente el modelo castrochavista ¡ªde alg¨²n modo hay que llamarlo, sobre todo ahora que [el l¨ªder del partido Podemos] Pablo Iglesias, autoproclamado bolivariano peninsular, lo ha propuesto a los espa?oles¡ª.
Esa mayor¨ªa ha generado desde hace mucho m¨¢s de quince a?os no solo obras laureadas (tal el caso de Alberto Barrera Tyszka, premio Herralde de novela 2006, coautor de una autorizada biograf¨ªa cr¨ªtica de Ch¨¢vez, columnista y ac¨¦rrimo adversario del r¨¦gimen), sino toda una masa de significados cr¨ªticos del neopopulismo latinoamericano, la manipulaci¨®n pol¨ªtica de la memoria hist¨®rica, la militarizaci¨®n de la sociedad, la constitucionalidad pol¨ªtica, el papel del Estado en la educaci¨®n y la cultura, la gesti¨®n de la riqueza petrolera, la violencia criminal y, last but not least, la p¨¦rdida de soberan¨ªa que entra?a haber convertido al poder ejecutivo venezolano en un aberrante protectorado pol¨ªtico de Cuba.
?Circulan ideas en Venezuela? ?Debaten los intelectuales de mi pa¨ªs? Hace tres lustros la conversaci¨®n p¨²blica se afanaba en discernir la verdadera naturaleza del chavismo. ?Populismo carism¨¢tico radical o militarismo latinoamericano a secas? ?peronismo caribe?o? ?neotorrijismo patrimonialista? ?y qu¨¦ rayos deb¨ªamos entender por bolivariano? ?Por qu¨¦ hab¨ªa que nacionalizar de nuevo, una y mil veces, el petr¨®leo? Los accidentes del proceso revolucionario han forzado a aterrizar los temas.
As¨ª, hoy se interpela duramente al gobierno, como lo hace la historiadora In¨¦s Quintero, autora de best sellers sobre el procerato independentista, sobre la adoctrinadora versi¨®n de la historia patria que el poschavismo ha hecho obligatoria en los libros de texto de escuela elemental. Angel Alay¨®n, economista y director de Prodavinci, el m¨¢s influyente medio digital del pa¨ªs, exclusivamente dedicado a literatura e ideas, desenmascara persuasiva y garbosamente la inviabilidad del socialismo del siglo XXI.
Desbocado ya, desde hace meses, el autoritarismo, adoptado por Nicol¨¢s Maduro el m¨¦todo fidelista ¡ªmachacar, intimidar, encarcelar¡ª como ¨²nica manera de lidiar con m¨¢s de cien d¨ªas de protestas estudiantiles que, a fines de mayo, arrojaba un saldo de 44 asesinatos impunes, m¨¢s de mil detenciones y decenas de denuncias de torturas, el cariz dictatorial de este r¨¦gimen h¨ªbrido no est¨¢ ya en discusi¨®n. Mois¨¦s Na¨ªm parece haber zanjado al fin el debate caracterizando atinadamente el r¨¦gimen venezolano como ¡°dictadura posmoderna¡±. Venezuela no es ya escenario acogedor para los equilibristas fiadores intelectuales del neopopulismo latinoamericano, a la manera del posmarxista argentino Ernesto Laclau.
La concentraci¨®n de todo el poder en una misma persona, el verticalismo centralizador tan caro a Fidel Castro y sus ep¨ªgonos, ha ahogado hasta las leales, zalameras disidencias que tanto aprecian algunos dictadores. El r¨¦gimen instaurado por Ch¨¢vez no admite sino la obsecuente adulaci¨®n de los mujiquitas, derivaci¨®n del bachiller Mujica, personaje de Do?a B¨¢rbara con que R¨®mulo Gallegos satiriz¨® a los ¨¢ulicos civiles de los espadones.
As¨ª, un pa¨ªs de poetas como Rafael Cadenas, laureado en 2009 con el Premio Feria Internacional del Libro de Guadalajara para la Literatura en Lenguas Romances, hombre cuyos poemas memoriza todo venezolano culto desde hace generaciones, o el desaparecido Eugenio Montejo (1938-2008), que en 2004 obtuvo el Premio Internacional Octavio Paz de poes¨ªa y ensayo, no han merecido sino el escarnio propio de guardias rojos chinos de parte de las autoridades culturales venezolanas.
Caracter¨ªsticamente, el poeta Luis Alberto Crespo (1941), antiguo director del Papel Literario de El Nacional, y de quien no vacilo en decir que en su columna semanal Uni¨®n Libre desplegaba hace ya treinta a?os una de las mejores prosas de la lengua, es desde 2013 embajador de Venezuela ante la Unesco. ¡°Ch¨¢vez es el mejor poeta del pa¨ªs¡±, afirm¨® galanamente Crespo al instalar un Festival Internacional de Poes¨ªa. El actual ministro del Poder Popular para la Cultura, el m¨²sico Fidel Barbarito, piensa lo mismo. Farruco Sesto, el anterior ministro de Cultura, opina igual.
Es claro que el n¨²cleo duro de la intelligentsia venezolana actual, la crema de la crema de aquellos 911, ha terminado encarnando una obstinada oposici¨®n ¡°de centro izquierda¡± al chavismo. Para irnos entendiendo, estar¨ªan ellos m¨¢s cerca de la espa?ola Rosa D¨ªez, del partido Uni¨®n Progreso y Democracia (UPyD) que de Pablo Iglesias, el teleg¨¦nico chavista vallecano de Podemos.
Algo que, bien o mal deber¨ªa tener en cuenta el viajero, corresponsal, o simple observador de p¨¢jaros que a¨²n piense que todo lo que en Venezuela se opone al chavismo es ¨¦lite blanca, ultraderecha pura y dura, n¨®mina de contratados de la CIA o todo lo anterior.
Ibsen Mart¨ªnez es escritor venezolano
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