Emigrar para que tus nietos sean personas de ¨¦xito
Escena urbana en Liu Gong Li (China)
¡°Marx no se dio cuenta de que era el inmigrante rural ¨Cy no el trabajador urbano- quien se convertir¨ªa en la fuerza motriz de la sociedad¡±. La idea es de Doug Saunders, el corresponsal en Londres de The Globe and Mail ¨Cel peri¨®dico m¨¢s importante de Canad¨¢-. Est¨¢ convencido de que lo que se recordar¨¢ del siglo XXI ser¨¢ la transformaci¨®n definitiva de las sociedades humanas, con el paso del campo a la ciudad y con el consecuente fin del crecimiento ininterrumpido de la poblaci¨®n del planeta. Lo ha escrito en Ciudad de llegada (Debate) un libro ¨Ctraducido por Fernando Gar¨ª Puig- que viaja por el mundo de las ciudades informales: los barrios sin urbanizar que rodean las urbes del planeta, mucho m¨¢s similares entre s¨ª que las metr¨®polis que rodean. Saunders cree que las ciudades de llegada son los lugares donde surgir¨¢ el nuevo gran boom econ¨®mico y cultural. Tambi¨¦n se producir¨¢n all¨ª explosiones de violencia social. Sin embargo, considera que estas periferias no son solo potenciales focos de violencia, sino que cree all¨ª se forjan las nuevas clases medias. Algunas ciudades brasile?as le dan la raz¨®n, otras chinas exigen un esfuerzo parecido a la fe. Esta semana les contar¨¦ la vida en tres de los 28 escenarios (ni urbanos ni rurales) que incluye el libro. El primero est¨¢ dedicado a Liu Gong Li, un barrio-ciudad que hoy forma parte de la metr¨®polis con mayor tasa de crecimiento del mundo, Chongquing (32 millones de personas en su ¨¢rea metropolitana).
En 1995 Liu Gong Li era una aldea sin conexi¨®n con ninguna otra ciudad y sin mercado. Sus habitantes trabajaban la tierra para ellos mismos. Pero el campo es una apuesta terror¨ªfica: hab¨ªa hambrunas. Los subsidios terminaron con ellas pero tambi¨¦n con parte de los cultivos. Cuando China abraz¨® su variante del capitalismo lleg¨® el permiso para urbanizar. Hoy hay bloques de apartamentos y, junto a ellos, una ciudad autoconstruida sin planos ni permisos. Lo llaman cun y es una especie de aldea urbana en la que las casas se apoyan unas en otras. No hay vegetaci¨®n ni un metro cuadrado libre. 40 millones de campesinos se incorporan todos los a?os a esos enclaves, pero la mitad ¨Cexplica Saunders-, termina por regresar a su lugar de procedencia. Es dif¨ªcil sobrevivir, pero si se logra (haciendo ba?eras, como el se?or Wang, por ejemplo) uno puede pensar que sus nietos tendr¨¢n una vida mejor. La renuncia, la austeridad y el sacrificio afianzan as¨ª el camino. Esta es una ciudad temporal, de llegada, un lugar de transici¨®n improvisado y cambiante que el tiempo termina por convertir en permanente. Las autoridades podr¨ªan demoler todo el cun en cualquier momento. O realojar a sus habitantes. El traslado ser¨ªa f¨¢cil: la vida del se?or Wang y su mujer consta de 29 posesiones que incluyen cuatro palillos y un m¨®vil. Trabajan 10 horas al d¨ªa cosiendo prendas de vestir. Emplean 45 euros en comida al mes y 30 en otros gastos. El resto lo env¨ªan a la aldea. Han empe?ado su vida en el sue?o de tener nietos educados que no pasen hambre. Como ellos, China tiene una poblaci¨®n flotante de entre 150 y 200 millones de personas. Por eso la sexta parte de la poblaci¨®n china no es oficialmente ni urbana ni rural.
En las ciudades de llegada ¨Cexplica Saunders- la poblaci¨®n no crece: las familias se reducen. Sin una migraci¨®n masiva del campo a la ciudad la poblaci¨®n mundial crecer¨ªa mucho m¨¢s. Por eso, para este periodista especializado en las ciudades del nuevo mundo, ¡°la ciudad de llegada es una m¨¢quina de integraci¨®n que transforma a los seres humanos y que podr¨ªa crear un mundo sostenible¡±. La clave, para que una periferia se convierta en ciudad de llegada es que permita sobrevivir y prosperar a quien llega.
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