Jefe, ?me deja ver el Mundial?
Cuando un partido de Brasil 2014 le pilla a uno encerrado en la oficina, ?deber¨ªa poder verlo? ?Qu¨¦ sentido tiene una Copa del Mundo si no se le da una importancia que escape al sentido com¨²n? Responde el escritor Juan Tall¨®n
?Hay algo m¨¢s importante en la vida que un partido del Mundial que ni te va ni te viene? Seguramente no. Pocas veces te sientes tan ligero y feliz como cuando te dejas acunar aburridamente, sin ambici¨®n, por un Honduras-Suiza. En un Mundial se come todo. El partido m¨¢s insulso remite a una tragedia de Shakespeare. Aunque juegue Corea del Sur. Los futbolistas son, en el fondo, daguerrotipos de Macbeth, Ofelia, Mercutio, Shylock, Ducan, Casio, Julieta, y as¨ª hasta completar el equipo titular. Cualquier lance, incluso en primera ronda, puede pasar a la historia por la puerta grande. O por la ventana, como en el Mundial de Chile: cuando parec¨ªa que no hab¨ªa sucedido nada, en los primeros cuatro d¨ªas de competici¨®n ya hab¨ªa cincuenta y dos jugadores lesionados. A esto me refiero. No puedes darte el lujo de abandonar el sof¨¢ para ir al ba?o, o probablemente te perder¨¢s un hecho glorioso. Si el partido coincide en horario de oficina, por una regla de tres ¨Cel f¨²tbol, entre otras cosas, es matem¨¢tica¨C, habr¨¢ momentos en los que no puedas tolerar que el trabajo interfiera. O no ver¨¢s una montonera hist¨®rica, como en Julio C¨¦sar, cuando Casca, Bruto y el resto de conspiradores asesinan al dictador; qui¨¦n sabe si el gol del Mundial.
No descartes ¨Cel f¨²tbol tambi¨¦n es fatalidad¨C que tu jefe censure tu pasi¨®n futbol¨ªstica y te ponga caras. Si hablamos de un fulano hosco, que ya te ha dado problemas en las Olimpiadas, m¨¢ndalo a la mierda. Es un Honduras-Suiza, joder. Respeto. Despu¨¦s de todo, como sostiene Frank Underwood en House of cards, "no deber¨ªas trabajar en un lugar del que no est¨¦s dispuesto a ser despedido. Mantenerse a flote es lo mismo que ahogarse para gente como usted y como yo". Es m¨¢s, si puedes, perm¨ªtete una genialidad t¨¢ctica y desp¨ªdelo.
Pero supongamos que tu superior es alguien jovial y cort¨¦s, aunque serio. Eso implica que le desagradar¨¢ que fumes Camel y bebas Jameson en la oficina, para despejarte, pero transigir¨¢ cuando se te escape un "puf" o alegues "menuda nochecita tuve ayer", para justificar un error. Buen s¨ªntoma. Significa que tambi¨¦n mostrar¨¢ empat¨ªa cuando observes, campechanamente, que "habr¨ªa que ver el f¨²tbol, ?eh, patr¨®n?". Toda negativa ser¨ªa una injusticia hist¨®rica. El Mundial es sagrado, como leer el peri¨®dico cuando est¨¢s ahogado de trabajo. Una de mis injusticias preferidas, de hecho, remite al escritor Julio Ram¨®n Ribeyro, cuando intent¨® arreglar sus derechos a la jubilaci¨®n en la agencia France-Press y una ma?ana, al llegar a la redacci¨®n, se encontr¨® con una amonestaci¨®n oficial escrita a mano: "Los deberes de un periodista son incompatibles con la lectura en horas de oficina de En busca del tiempo perdido". Ya hay que ser miserables.
Juan Tall¨®n es el autor de Manual de f¨²tbol (Editorial Edhasa)
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