El d¨ªa que conoc¨ª a un payaso n¨®mada que viaja en bicicleta
Una de las grandezas de viajar es que de vez en cuando te permite conocer gente maravillosa. Y anteayer tuve la suerte de cruzarme con una de ellas en Quito, la capital de Ecuador. Conoc¨ªa a ?lvaro Neil, el Biciclown.
?lvaro Neil, asturiano, 46 a?os, era oficial de notar¨ªa en Madrid. Pero desde hace 10 a?os es Biciclown, un payaso en bicicleta que recorre el mundo con 55 kilos de alforjas y varias toneladas de humanidad en el portaequipajes haciendo shows de mimo, magia y acrobacia para los m¨¢s desfavorecidos.
Fue el propio ?lvaro el que contact¨® conmigo; se enter¨® por las redes sociales de que iba a viajar a Ecuador y me pidi¨® si le pod¨ªa llevar desde Espa?a un repuesto que necesitaba para la bici.
-¡°Faltar¨ªa m¨¢s, ?necesitas algo m¨¢s?¡±, le contest¨¦.
-¡°Si puedes tr¨¢eme un poquito de jam¨®n. ?Hace a?os que no lo pruebo!¡±, fue su respuesta.
As¨ª que pertrechado con un plato de bici marca Surly de 36 pi?ones y un paquete de jam¨®n ib¨¦rico del bueno m¨¢s otros dos de chorizo convenientemente enmascarados ante los aduaneros ecuatorianos entre calzoncillos y camisetas, me present¨¦ en una c¨¦ntrica plaza quite?a donde hab¨ªa quedado con uno de los viajeros m¨¢s ¨ªntegros que he conocido jam¨¢s.
?lvaro es un tipo enjuto (132.467 kil¨®metros en bici no dejan mucho espacio para grasas superfluas), nariz ancha, cejas pobladas y pelo negro en el que asoman ya abundantes canas de sabidur¨ªa. Tiene unos ojos peque?os y vivos que emanan energ¨ªa positiva. Y sonr¨ªe, sonr¨ªe siempre; un s¨ªntoma de que es feliz. No me extender¨¦ en los datos concretos de su biograf¨ªa porque est¨¢n disponibles en su propia web o en las muchas entrevistas que le han hecho a lo largo de estos a?os: ?Biciclown es ya un personaje medi¨¢tico! Estudi¨® derecho, intent¨® opositar a notar¨ªas, trabajaba de pasante en una de ellas cuando se hart¨® de una vida rutinaria y se fue a?o y medio a recorrer Sudam¨¦rica en bici. Volvi¨® a Espa?a pero lejos de curarse de una enfermedad que ¨¦l llama mapamunditis, la afecci¨®n hab¨ªa empeorado. La ciudad le quedaba grande, extra?a. Y finalmente en 2004 se lanz¨® de nuevo al camino para vivir como un n¨®mada.
Por eso, mientras com¨ªamos en un restaurante popular de la calle de La Ronda, ni me interes¨¦ por esos datos ni le hice las t¨ªpicas preguntas de una entrevista formal. Solo quer¨ªa o¨ªrle hablar, conocer qu¨¦ hay debajo de la piel de alguien honesto que es capaz de llevar sus convicciones y sus sue?os hasta este extremo.
Hoy que tanta gente parece interesada en auto titularse como viajero para que no lo confundan con un denostado turista, les dir¨ªa que aqu¨ª tienen a un viajero de verdad, alguien que va por la vida sin billete de vuelta. Pero no hace falta sumar los pa¨ªses que lleva recorridos (77) ni los kil¨®metros pedaleados (132.467) para percatarse de ello. Te das cuenta de que es un verdadero viajero porque es humilde. Y tambi¨¦n consecuente. Es curioso pero los grandes viajeros, la gente que de verdad te deja huella, tiene siempre su edificio moral construido con los ladrillos de la sencillez. Nunca te dan lecciones ni te cuentan batallas; te derrumban con el ejemplo.
?lvaro se define como un n¨®mada, su trabajo es la libertad. Se mimetiza con los lugares por donde pasa, vive con un presupuesto de 250 d¨®lares mensuales (que saca de escribir art¨ªculos, dar conferencias o de donantes), tiene amigos por todo el mundo que le dejan alojarse en su casa o darse una ducha de agua caliente (¡°acabo de darme una en Quito despu¨¦s de muchas semanas de agua fr¨ªa; el poder disfrutar de esos peque?os placeres solo es posible cuando renuncias a ellos como parte de tu cotidianeidad¡±).
Cuando no tiene otro techo, duerme en cuarteles de bomberos o en su peque?a carpa de color verde (¡°con ese color es m¨¢s f¨¢cil pasar desapercibido¡±) y disfruta del placer de noches y noches viendo las estrellas en soledad (¡°una vez en el desierto, tumbado bajo un cielo l¨ªmpido como he visto pocos llegu¨¦ a experimentar tal sensaci¨®n de ingravidez que instintivamente me agarr¨¦ con las manos al suelo; porque ve¨ªa que si no, flotaba¡±). Como buen viajero, tampoco le asusta esa soledad, es m¨¢s la necesita.
Pero quiz¨¢ lo que m¨¢s defina la tremenda humanidad de este at¨ªpico personaje sean sus espect¨¢culos como payaso. ¡°Yo ya era payaso cuando estudiaba para abogado¡±, me confiesa entre copas de vino (los dos est¨¢bamos ¨¢vidos de tinto y hemos ordenado al camarero otra ronda). ¡°Me gustaba el mundo del mimo y hac¨ªa cursos mientras terminaba la Universidad o trabaja en la notar¨ªa. Llevo hechas ya 63 actuaciones, siempre en barrios marginales o en pa¨ªses sin recursos¡±.
-¡°?Y por qu¨¦ los haces en esos sitios y sin cobrar?¡±, le pregunto.
-¡°Porque hay que pasar por la vida haciendo algo por los dem¨¢s. Yo vivo como un n¨®mada gracias a que hay gente que se solidariza conmigo y me da mucho sin esperar nada. Los espect¨¢culos de payaso son una manera de devolver al mundo esos favores; si hago algo desinteresadamente por unos ni?os, quiz¨¢ cuando crezcan ellos har¨¢n algo de forma desinteresada por otros que lo necesitan, como yo¡±.
Definitivamente viajar te puede hacer m¨¢s tolerante, m¨¢s sabio. Pero solo si t¨² quieres. Solo si eres capaz de parar un momento y escuchar a las gentes que te encuentras por los caminos. Personajes sencillos y humildes como ?lvaro Neil, el Biciclown, a los que -al menos yo, como viajero- no les llego ni a la suela de sus zapatones de payaso.
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