Guerreros de la naturaleza
Optaron por dedicar su vida al planeta. A los mares, a la fauna y la flora amenazadas. A bordo del 'Rainbow Warrior' o en la selva de Tanzania, descubrimos a hombres y mujeres que combaten en las trincheras del medio ambiente
En mitad del canal de la Mancha, m¨¢s cerca de Francia que de Reino Unido, una radio reproduce con relativa nitidez una vieja chanson. En el puente de mando del Rainbow Warrior III, la melod¨ªa se entremezcla m¨¢gicamente con el sonido de las olas que golpean mansas contra el casco del velero de Greenpeace. Tras la tormenta siempre llega la calma, y en este caso metaf¨®ricamente hablando tambi¨¦n. Porque la organizaci¨®n ecologista vive momentos de relativa tranquilidad, despu¨¦s de haber sufrido a finales del a?o pasado la peor crisis desde 1985. Entonces, los servicios secretos franceses hundieron en Nueva Zelanda el Rainbow Warrior original, que luchaba contra los ensayos nucleares en los atolones del Pac¨ªfico; mientras que en septiembre de 2013, Rusia detuvo a los 30 tripulantes del rompehielos Arctic Sunrise. Este fue liberado el pasado 6 de junio, despu¨¦s de nueve meses confiscado ilegalmente en el puerto de Murmansk, mientras que los activistas regresaron a sus casas tras pasar tres meses encarcelados, acusados de pirater¨ªa tras su intento de encaramarse a una plataforma petrol¨ªfera de Gazprom en el ?rtico y amnistiados por Vlad¨ªmir Putin poco antes de los Juegos Ol¨ªmpicos de Invierno en Sochi.
El capit¨¢n de ambos barcos era curiosamente el mismo, el estadounidense Peter Willcox, marino y activista de largu¨ªsima trayectoria. En la lucha por el medio ambiente, este hombre de convicciones y de fuerte car¨¢cter se ha enfrentado m¨¢s de una vez a Gobiernos y grandes corporaciones. Es el denominador com¨²n que encaran no solo ¨¦l en el mar, sino otros guerreros de la naturaleza por todo el planeta. Desde los campos de cultivo en India, donde la f¨ªsica y fil¨®sofa Vandana Shiva lleva cuatro d¨¦cadas luchando contra los intereses de la multinacional Monsanto y a favor de los peque?os agricultores; a la selva de la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, donde el bi¨®logo Ren¨¦ Ngongo lleva media vida dedicado a salvar la selva tropical de su pa¨ªs, la segunda masa forestal m¨¢s importante del mundo tras la Amazonia; o no muy lejos de all¨ª, en Tanzania, donde la naturalista y primat¨®loga brit¨¢nica Jane Goodall pelea desde los a?os sesenta no solo por los chimpanc¨¦s que habitan en el parque nacional de Gombe, sino tambi¨¦n por sus gentes; o tambi¨¦n Mohamed Nasheed, expresidente de un pa¨ªs tan peque?o pero tan amenazado como las islas Maldivas, en riesgo real de desaparecer del mapa si el cambio clim¨¢tico contin¨²a elevando el nivel del mar.
Lo m¨¢s impactante fue cuando nos acusaron de pirater¨ªa en Rusia. Nos enfrent¨¢bamos a quince a?os en prisi¨®n. Era de locos¡±, recuerda Willcox
El Rainbow Warrior III realiza, entre marzo y abril, un viaje transoce¨¢nico, que le lleva primero desde Cayo Hueso, en el conf¨ªn m¨¢s al sur de Florida (EE UU) hasta Cherburgo (Francia): 22 d¨ªas de navegaci¨®n utilizando las velas en un 88% del trayecto (un 77% sin ayuda del motor), cifra de la que Willcox presume, pues se trata no solo de defender el medio ambiente, sino de actuar en consecuencia, quemando la menor cantidad de combustible posible. En Normand¨ªa hacen una parada t¨¦cnica de unos pocos d¨ªas, momento que aprovechamos para subir al barco: seremos invitados a navegar en ¨¦l durante 48 horas, hasta llegar a ?msterdam. En Holanda es donde el Warrior tiene su casa, a la que regresa tras navegar por todo el mundo desde su botadura en 2011. El objetivo es doble: por un lado, la organizaci¨®n ecologista quiere realizar algunas modificaciones y reparaciones al velero; por otro, las oficinas centrales de Greenpeace, que se encuentran en la capital de los Pa¨ªses Bajos, buscan dar una calurosa bienvenida al Warrior pero tambi¨¦n al Esperanza, que hace coincidir su llegada a puerto en una suerte de comuni¨®n colectiva tras los dif¨ªciles momentos vividos por la ONG en Rusia. Y es que estos dos barcos han sido, durante meses, los ¨²nicos que permanec¨ªan operativos, pues el Arctic Sunrise estuvo casi un a?o retenido en Murmansk, a pesar de que el Tribunal Internacional del Derecho del Mar fall¨® en noviembre en favor de Holanda, que hab¨ªa demandado a Rusia por detenci¨®n ilegal. Sin embargo, los due?os del rompehielos no pod¨ªan ni siquiera acercarse a ¨¦l, aunque eso s¨ª, se vieron obligados a pagar las tasas portuarias por cada d¨ªa de ¡°amarre voluntario¡±. El temor es su estado de conservaci¨®n. Porque un barco que no se cuida es un barco que puede echarse a perder. Por eso cada ma?ana el ritmo en el Warrior III es de ajetreo: se limpia, se pule, se pinta, se chequea y se repara.
El v¨ªa crucis para el Sunrise y para su tripulaci¨®n comenz¨® el 18 de septiembre del a?o pasado, cuando cuatro lanchas partieron en direcci¨®n a la plataforma petrol¨ªfera de Prirazlomnaya, propiedad de la rusa Gazprom, en el mar de Pechora. Como en cualquier acci¨®n de Greenpeace, el objetivo era conseguir una fotograf¨ªa de sus activistas desplegando alg¨²n tipo de emblema contra la extracci¨®n de petr¨®leo en el ?rtico. Pero los rusos les estaban esperando. Los ecologistas grabaron unas im¨¢genes tremendas del momento. Potentes ca?ones de agua trataban de impedirles que subieran a la plataforma, y fuerzas militares rusas les apuntaron con pistolas e incluso dispararon r¨¢fagas de disparos de metralleta al aire y al agua. Una idea muy arriesgada, no solo porque las balas cayeron a pocos metros de los ecologistas, sino por lo peligroso del sitio en que se encontraban. ¡°Fue una locura. En un lugar as¨ª, donde se extrae crudo, no se puede llevar un mechero o un tel¨¦fono, nada que pueda causar una chispa, un fuego. Hay miles de restricciones y nosotros fuimos muy cuidadosos con respetarlas, retirando de las lanchas todo aquello que pudiera causar un accidente. Y luego ves a esos tipos disparando y alucinas¡ Fue muy imprudente¡±, explica Anne Jensen, a bordo entonces del Arctic Sunrise y ahora en el Warrior III, donde es tercer oficial.
Para esta danesa de 27 a?os, aqu¨¦l era su primer viaje con Greenpeace. Entr¨® en la organizaci¨®n ecologista en enero de 2013, por una mezcla de inter¨¦s vocacional por la navegaci¨®n y por la ecolog¨ªa. ¡°El trabajo de mis sue?os¡±, r¨ªe t¨ªmidamente, consciente hoy m¨¢s que nunca de los riesgos. Jensen recuerda c¨®mo al d¨ªa siguiente del incidente en la plataforma, los rusos fueron a por ellos, asaltando el Arctic Sunrise en otra espectacular operaci¨®n y deteniendo a todos sus tripulantes. ¡°Bajaron de un helic¨®ptero y abordaron el barco. Eran militares, un grupo especial antiterrorista. Obedecimos a todo lo que nos dijeron. No peleamos. No hab¨ªa raz¨®n para ello¡±, recuerda. Ella estaba en ese momento en el puente de mando del Arctic Sunrise. Algunos de sus compa?eros dieron la bienvenida, manos en alto, a los rusos. Los siguientes tres meses los pasar¨ªa en prisi¨®n: ¡°No puedes esperar que te traten como a una princesa en la c¨¢rcel, pero fueron profesionales. Aunque me tuvieron aislada la mayor¨ªa del tiempo [ella y sus 29 compa?eros estuvieron en Murmansk primero y en San Petersburgo despu¨¦s], sent¨ª que el apoyo fuera era incre¨ªble. De alguna manera nos llegaban paquetes con cartas, y ve¨ªas lo que estaba luchando la gente y lo que pele¨® Greenpeace por recuperar nuestra libertad¡±.
?sta lleg¨® en diciembre. Los Arctic 30, tal y como se les conoci¨® a los treinta tripulantes del barco (entre ellos Jensen y el capit¨¢n Will?cox), fueron indultados por Vlad¨ªmir Putin, dentro de un paquete m¨¢s amplio de perd¨®n en el que el presidente ruso tambi¨¦n incluy¨® al exmagnate del petr¨®leo y rival pol¨ªtico Mija¨ªl Jodorkovski y al grupo punk Pussy Riot. La excusa para tal decisi¨®n fue la celebraci¨®n del 20? aniversario de la Constituci¨®n, aunque hay quien apunta a que se trataba de eludir tener presos pol¨ªticos durante los Juegos Ol¨ªmpicos de Invierno en Sochi y evitar as¨ª la protesta de alg¨²n atleta ¨Cal estilo de, por ejemplo, aquella tan ic¨®nica que protagonizaron Tommie Smith y John Carlos en un p¨®dium en M¨¦xico 1968, cuando alzaron sus pu?os en defensa de los derechos de los afroamericanos en EE UU¨C o de alg¨²n activista. Durante el cautiverio de los 30 tripulantes de Greenpeace, la organizaci¨®n boicote¨® a la UEFA Champions League, patrocinada entre otros por Gaz?prom: varios activistas desplegaron en octubre un cartel gigante de protesta en el estadio del Basilea, justo antes de que se enfrentaran al Schalke 04 alem¨¢n, tambi¨¦n esponsorizado por la petrolera rusa en su camiseta; y en diciembre hicieron algo similar durante una rueda de prensa del Real Madrid en el estadio del Copenhague.
Me da la impresi¨®n de que quien fuera que orden¨® nuestro arresto probablemente sab¨ªa que iba a haber una amnist¨ªa grande alrededor de Navidad y que podr¨ªan deshacerse de nosotros entonces. Estoy convencido de que no nos quer¨ªan en la c¨¢rcel durante los Juegos Ol¨ªmpicos¡±, cree Willcox, que hace esta reflexi¨®n desde la tranquilidad de la libertad, en la cubierta del Warrior III, aunque reconoce que mientras estuvo retenido no las tuvo todas consigo. ¡°Lo m¨¢s impactante fue cuando nos acusaron de pirater¨ªa. Nos enfrent¨¢bamos a 15 a?os en prisi¨®n, en un pa¨ªs donde el 99% de los detenidos acaban condenados por los jueces. Era de locos, porque nuestras actividades son siempre pac¨ªficas. Nunca tomamos el control, nunca intentamos robar o da?ar nada. Esas son las cosas que definen la pirater¨ªa. As¨ª que no ten¨ªan ninguna justificaci¨®n para acusarnos, pero era la ¨²nica manera de detenernos en aguas internacionales. ?Incluso Putin dijo a los dos d¨ªas de nuestro arresto que no ¨¦ramos piratas!¡±, explica el capit¨¢n, que al contrario de lo que se pueda pensar, no tiene madera de h¨¦roe, no se siente como tal, aunque a lo largo de su vida haya estado detenido ocho veces en diferentes pa¨ªses y circunstancias. ¡°Nunca hab¨ªa pasado m¨¢s de una noche en prisi¨®n. Fue estresante y perd¨ª 10 kilos. Si me hubieran dicho que la campa?a iba a terminar conmigo en la c¨¢rcel durante 15 a?os¡ no hubiera ido. Porque tengo una familia, unas hijas. Pero si me dicen que iban a ser tres meses, entonces firmar¨ªa¡±, asegura.
Hemos extra¨ªdo cinco veces m¨¢s petr¨®leo del que se necesita. Si se quema todo, la temperatura del planeta subir¨¢ dos grados cent¨ªgrados¡±
La misi¨®n del Warrior,dice el capit¨¢n, es ¡°alertar del cambio clim¨¢tico¡±, un asunto por el que tambi¨¦n otros luchan en tierra. Por ejemplo, Ren¨¦ Ngongo, ganador del Right Livelihood Award (considerado el Premio Nobel Alternativo) por su lucha por la conservaci¨®n de la selva de la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, su pa¨ªs. ¡°La conservaci¨®n del bosque es fundamental para detener el calentamiento global. Es gracias a ellos que se mantienen los ciclos hidrol¨®gicos y que los suelos son preservados. Si se destruye, lo que antes era un pulm¨®n de ox¨ªgeno para el planeta se convierte autom¨¢ticamente en una fuente de emisiones de carbono¡±, alerta. Su labor nunca ha sido sencilla, pues aquellos que tratan de deforestar la selva (la segunda m¨¢s grande del mundo tras la Amazonia) para su propio beneficio le amenazan constantemente.
Vandana Shiva, azote de Monsanto, la gran multinacional que controla buena parte de la agricultura mundial a trav¨¦s de sus semillas patentadas y sus qu¨ªmicos, denuncia intereses econ¨®micos detr¨¢s del da?o causado a la Tierra. ¡°No vivimos en una democracia real, sino en una gran mentira¡±, opina. ¡°Mientras el mundo viva bajo las reglas de las grandes corporaciones, la democracia seguir¨¢ muerta, matando al planeta y a las personas¡±. Pocos gobernantes hacen frente a los problemas, cree. Quiz¨¢ solo aquellos que lo ven m¨¢s cerca, como es el caso del expresidente de islas Maldivas, Mohamed Nasheed, que ve c¨®mo su pa¨ªs podr¨ªa desaparecer bajo las aguas al ritmo que va el planeta: ¡°Somos muy vulnerables. Cualquier aumento del nivel del mar es demasiado para nosotros. No creo en los combustibles f¨®siles. Debemos dar un giro radical. Pienso que es posible hacerlo¡±. En 2009, Nasheed realiz¨® una reuni¨®n de su gabinete bajo el mar. Una manera de llamar la atenci¨®n sobre lo que les podr¨ªa pasar si el ser humano contin¨²a en la misma senda. A miles de kil¨®metros de all¨ª, en el canal de la Mancha, Anne Jensen, la tercera oficial danesa que estuvo cautiva en Rusia por protestar en la plataforma de Gazprom, reflexiona: ¡°Mi familia sufri¨® mucho cuando acab¨¦ en prisi¨®n¡, pero creo que lo volver¨ªa a repetir. Llamamos la atenci¨®n de la gente, trajimos el asunto del ?rtico al debate. Es important¨ªsimo¡±.
La humanidad ya ha extra¨ªdo ¡°cinco veces m¨¢s petr¨®leo del que necesita¡±, seg¨²n el capit¨¢n Willcox, que a?ade: ¡°Si quem¨¢ramos todo lo que ya tenemos, la temperatura del planeta subir¨ªa dos grados cent¨ªgrados. As¨ª que es est¨²pido seguir explorando nuevo petr¨®leo, m¨¢s a¨²n en el ?rtico, donde si sucede un desastre ser¨¢ imposible de limpiar¡±. El capit¨¢n del Sunrise durante la crisis de los Arctic 30 explica que su accidentado viaje a Rusia ten¨ªa el objetivo de conseguir que la gente se diera cuenta de esos peligros. Ir¨®nicamente, aunque no lograron subir a la plataforma de Gazprom, s¨ª consiguieron expander su mensaje. ¡°Tanto los rusos el a?o pasado como los franceses en su d¨ªa cometieron un enorme error atac¨¢ndonos. En los ochenta, los franceses pensaron que si hund¨ªan nuestro barco nosotros dejar¨ªamos de luchar. Pero el resultado de su acci¨®n fue que el mundo conoci¨® que Francia realizaba ensayos nucleares. En el caso actual, si la acci¨®n en Rusia se hubiera desarrollado con normalidad, no hubi¨¦ramos causado el mismo impacto. Pero al encarcelarnos consiguieron que todo el planeta supiera que Rusia perfora el ?rtico. En ambos casos son dos Gobiernos haci¨¦ndose m¨¢s da?o a s¨ª mismos que a nosotros¡±, cree el capit¨¢n, que asegura que seguir¨¢ surcando los mares para luchar contra el cambio clim¨¢tico y contra el desenfreno del ser humano. Aunque por el camino atraviese momentos tan duros como cuando le toc¨® llevar el ata¨²d de Fernando Pereira, el compa?ero fot¨®grafo muerto en el Rainbow Warrior en 1985: ¡°El peor d¨ªa de mi vida¡±.
Este texto ha sido editado del original publicado en papel el d¨ªa 15 de junio, ya que el 'Arctic Sunrise' fue liberado despu¨¦s del cierre de la revista.
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