Campo de batalla del mercado del lujo: M¨®naco
La princesa Charlene se alinea con LVMH y Carlota Casiraghi refuerza su contrato con Gucci: la rivalidad entre las figuras con mayor magnetismo del principado se recrudece avivada por las marcas que las patrocinan
Todo estaba dispuesto para la primera pasarela de moda de la historia a las puertas del Palacio de M¨®naco. Una enorme caja de vidrio hab¨ªa desplazado al habitual cambio de guardia en el patio para la presentaci¨®n de la colecci¨®n crucero de Louis Vuitton. Los 350 invitados esper¨¢bamos ceremonialmente en pie un at¨ªpico desfile previo: el de los Arnault y los Grimaldi. Los custodios del lujo tradicional franc¨¦s ¡ªal frente del grupo LVMH¡ª y el rancio abolengo principesco ¡ªcon Alberto abriendo camino¡ª. El pr¨ªncipe escoltaba a Charlene. Incluso apoyaba la mano gentilmente en su cintura para guiarla hasta su asiento. Pocos d¨ªas despu¨¦s sabr¨ªamos que est¨¢ embarazada; de gemelos, si atendemos a las informaciones filtradas por el propio padre de la exnadadora sudafricana.
Dos potenciales sucesores para un principado que anda buscando f¨®rmulas para reflotar sus cuentas y estatus en el mapa de destinos prioritarios de lo que antes fue la jet-set y hoy son los millonarios rusos, ¨¢rabes y asi¨¢ticos. Con Charlene como principal reclamo. Una improbable sucesora para la princesa Grace que ha tenido que moldear a marchas forzadas su magnetismo para las supermarcas, desde que se vio inmersa en las intrigas palaciegas en 2007, cuando se instal¨® en el segundo Estado m¨¢s peque?o del mundo y comenz¨® su arduo proceso de legitimaci¨®n estil¨ªstica.
Karl Lagerfeld, espoleado por su amiga y musa Carolina de M¨®naco, se la llev¨® del brazo a su atelier en Par¨ªs: ¡°T¨² vas a ser un icono¡±, le dijo. ¡°?Con qu¨¦ ropa te gustar¨ªa experimentar?¡±. ¡°Con el traje de esmoquin¡±, respondi¨® Charlene, consciente de que Grace ejerci¨® un gran influjo sobre el hombre que lo deconstruy¨® una y mil veces, Yves Saint Laurent. El k¨¢iser de la moda se fue a su apartamento y regres¨® con una camisa blanca y una chaqueta de su propio armario. Incluso accedi¨® a fotografiar a los felices contrayentes para una exclusiva publicada antes del enlace. Armani ejerci¨® de c¨®mplice realizando su vestido de boda. ¡°Sab¨ªa que las comparaciones con Gracia de M¨®naco resultaban inevitables, pero las entend¨ªa m¨¢s como un s¨ªntoma de admiraci¨®n; cada una tiene un estilo personal y ¨²nico que pertenece a su tiempo¡±, dir¨ªa el modisto.
La misma noche de su enlace, la sombra de Grace Kelly se proyect¨® en su mayor enemiga (al menos a ojos del cuch¨¦): Carlota Casiraghi apareci¨® enfundada en un vestido de chif¨®n azul celeste con capa que emulaba el estilo de su abuela en Atrapa a un ladr¨®n, la pel¨ªcula gracias a la que conoci¨® a Rainiero. ¡°Es una chica que sabe perfectamente lo que le sienta bien, no necesita que nadie le aconseje¡±, nos cuenta su art¨ªfice, el dise?ador Giambattista Valli.
Con Carolina (y, por ende, Lagerfeld y Chanel) medio fuera de juego, se ha recrudecido la guerra por vestir a los miembros m¨¢s activos del principado. Charlene se ha entregado a LVMH. El a?o pasado orquest¨® la presentaci¨®n de la colecci¨®n crucero de Dior en el puerto deportivo, y en marzo rob¨® plano en Par¨ªs al acudir al estreno de Nicolas Ghesqui¨¨re como director creativo de Louis Vuitton. Ella misma le extendi¨® la invitaci¨®n para traer su primer desfile de crucero a palacio. Se sumaba al evento Pierre Casiraghi, que paseaba su estampa a lo Jude Law por el c¨®ctel posterior convenientemente calzado con unos Berluti, la firma de zapatos de LVMH para la que ejerce de imagen desde 2013. Todos ganan.
El boyante juego de la moda acompa?a al principado desde el desembarco de Grace. El bolso tras el que escudaba su barriga de los paparazis durante su embarazo de Carolina se bautizar¨ªa para siempre como el Kelly. El empresario St¨¦fano Casiraghi, segundo marido de la primog¨¦nita, morir¨ªa en un accidente en una lancha esponsorizada por Diesel Jeans (la firma de su amigo Renzo Rosso). Estefan¨ªa, que fue tutelada en la casa Dior por Marc Bohan, lanzar¨ªa una l¨ªnea de escuetos biquinis ochenteros. Incluso Alberto, poco dado a las etiquetas, cuenta con el apoyo de Tommy Hilfiger y su esposa, Dee, para comandar las galas ben¨¦ficas de la Fundaci¨®n Princesa Grace.
Pero quien lleva ganada la mano es Carlota Casiraghi, que se ha posicionado en las filas de Kering, el conglomerado de lujo rival de LVMH. La semana pasada, Gucci, su marca insignia, tomaba el hotel Carlyle de Nueva York para celebrar que Carlota protagoniza su nueva firma de cosm¨¦ticos. Women¡¯s Wear Daily (WWD), vocero de los entresijos de la moda, estima que solo en el primer a?o esta colaboraci¨®n generar¨¢ 11 millones de euros.
Carlota ha encabezado ya una campa?a de ropa para Gucci y es una de sus embajadoras h¨ªpicas. Frida Giannini, su directora creativa, explicaba en WWD: ¡°La conoc¨ª en un concurso de saltos en Roma. Me dijo que andaba buscando una chaqueta para montar que no fuera demasiado t¨¦cnica, que tuviera car¨¢cter y m¨¢s lujosa. Yo conozco a la perfecci¨®n las hechuras para una amazona, porque yo tambi¨¦n monto, y comenzamos una larga conversaci¨®n sobre esta pasi¨®n compartida. Carlota sabe lo que quiere y no le apetec¨ªa que esto fuera el t¨ªpico contrato con una famosa; y para nosotros es igual, quer¨ªamos a una mujer real, con una historia de verdad, no una simple modelo¡±. Ahora Carlota, tras haber tenido un ni?o junto al actor Gad Elmaleh, se entrena para competir en la Gucci Gold Cup, que tendr¨¢ lugar bajo el hierro forjado de la Torre Eiffel, en Par¨ªs, el 6 de julio. No le hace falta esmerarse mucho: ella ya tiene premio.
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