El juego
En la pol¨ªtica, como en el f¨²tbol, el exceso de estupefaciente se vuelve indigesto
En la pol¨ªtica, como en el f¨²tbol, el exceso de estupefaciente se vuelve indigesto. Y mucha gente, por empacho, acaba distinguiendo entre lo que hay de juego bonito y asunto feo. Tambi¨¦n podemos concordar que la Transici¨®n en Espa?a tuvo una parte de juego bonito, pero no olvidar su lado oscuro, esa parte del paquete de lo ¡°atado y bien atado¡±. Una forma de prolongar el lado oscuro es despachar de forma despectiva la demanda de que el pueblo espa?ol pudiese pronunciarse, despu¨¦s de abdicar el Rey de la Transici¨®n, por la continuidad mon¨¢rquica o por la forma de Gobierno republicana. No parece muy propio de un Estado de normalidad democr¨¢tica imponer el dilema de moda: o s¨ª o s¨ª. Este ambiente de hooliganismo, o rey o caos, es lo ¨²nico que puede explicar la curiosa multiplicaci¨®n de la especie del republicano mon¨¢rquico. No se sabe muy bien si es medio republicano porque es medio mon¨¢rquico o si es medio mon¨¢rquico porque es medio republicano. De ah¨ª se deriva tambi¨¦n la simp¨¢tica tesis dominante: lo mejor de la Monarqu¨ªa espa?ola es que, en realidad, es una Rep¨²blica. Quiz¨¢s en eso consiste la magia de la Transici¨®n: vivimos en una Monarqu¨ªa republicana federal, y lo que pasa es que a¨²n no fuimos informados. Venga, va una de f¨²tbol. En 1927, el presidente brasile?o Washington Lu¨ªs asisti¨® a un partido que promet¨ªa. Los jugadores todav¨ªa no eran profesionales. En el campo se produjo un desacuerdo con el ¨¢rbitro y los futbolistas decidieron irse. En la tribuna, Washington Lu¨ªs se enfureci¨® y envi¨® a un oficial del gabinete con la orden de reanudar el juego. Un jugador paulista, el negro Feiti?o (Hechizo), respondi¨® al enviado que en la tribuna mandaba el se?or presidente, pero que en el juego mandaban ellos. Y se fueron. Lo cuenta M¨¢rio Filho en O negro no futebol brasileiro. ?Qu¨¦ ser¨ªa de Feiti?o?
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