Qu¨¦ pa¨ªses apoyar ahora en el Mundial
Porque en una Copa del Mundo conviene seguir a un par de pa¨ªses hasta que uno de ellos se planta en la gran final
Un mundial de f¨²tbol es un lugar hosco y resbaladizo por el que, si tienes cierto aprecio a la vida, no debes caminar a solas con tu equipo. Hay alima?as. En un exceso de confianza, cualquier selecci¨®n muere de un p¨ªrrico gol. O de varios. Es facil¨ªsimo. Un c¨®rner, un pase en profundidad cuyo trayecto discurre en parte por t¨²neles, o un contraataque salvaje, pegando tiros al aire, como en un western de Sam Peckinpah. Incluso una combinaci¨®n de toques cortos tan larga y exquisita que, cuando uno se da cuenta, descubre en el campo un tapiz flamenco del siglo XIII.
Existe un tipo de aficionado a los mundiales para el que, por mucho que pasen los a?os, Inglaterra siempre representa un refugio melanc¨®lico y grato
De una forma u otra, la eliminaci¨®n siempre se abre paso, y te deja en la calle con la maleta sin hacer. El f¨²tbol est¨¢ repleto de historias de selecciones a punto de ser campeonas, eliminadas en primera ronda. Para cuando llegue ese instante penoso, es importante poseer un plan de fuga, y saltar en movimiento a otra selecci¨®n. Vivimos en un mundo de historias que empiezan y no acaban. ?O qu¨¦ vas a hacer? ?Irte a casa con los perdedores, precipitadamente, y fin de la historia? Cualquiera vagamente sagaz sabe que lo mejor que cabe esperar es evitar lo peor. Interesa encontrar un motivo para quedarse hasta la final y, si es preciso, ayudar a barrer a los operarios todo lo que ha dejado detr¨¢s el torneo.
En un mundial ¨Cesto se aprende despu¨¦s de cuatro o cinco citas de frustraciones¨C conviene seguir a un par de pa¨ªses, incluso tres, hasta que uno de ellos se planta en la gran final. P¨ªo Cabanillas lo explicaba con una claridad casi soez cuando, remiti¨¦ndose a una maniobra pol¨ªtica, observ¨® descriptivamente a un compa?ero: "Ganamos, pero todav¨ªa no s¨¦ qui¨¦nes". Ninguna tristeza, por duro que abofetee, es irreversible mientras exista un ventanuco. Y como el amor no es eterno, te arrojas por el hueco y huyes. A veces necesitamos que el amor por nuestra selecci¨®n est¨¦ lo bastante lejos que podamos decir que apenas lo conocemos, o sepamos de ¨¦l por viejos despachos de prensa, al estilo de Joan Crawford en Alma en suplicio (1945), cuando le preguntan si conoce a "ese tipo", y ella responde "s¨ª, estuvimos casados una vez", aunque ahora su cara no le suena. Nadie debe sentirse mal por atar su supervivencia en el mundial con un plan B. "Si no tienes un amante es que eres una idiota", le dijo John Cheever a su mujer Mary durante una comida familiar. (Ignoremos que a continuaci¨®n a?adi¨®: "Y si lo tienes, le retorcer¨¦ el cuello").
Existe un tipo de aficionado a los mundiales para el que, por mucho que pasen los a?os, Inglaterra siempre representa un refugio melanc¨®lico y grato, por el que dejar¨ªa a su selecci¨®n moribunda en la cama, pues su muerte es ya ineluctable. Sue?a que alg¨²n d¨ªa volver¨¢ a ser 1966, lo que confirma que en ocasiones uno precisa fuentes de nostalgia seguras, a las que acudir para remojar sus ideas sobre el eterno retorno. La posibilidad de un pasado a punto de ocurrir es tambi¨¦n lo que hace so?ar a los incondicionales de Argentina con que Maradona vuelve al f¨²tbol para ayudar a Messi.
Alemania y sus panzers siempre llegan lejos. Aunque nada volvi¨® a ser lo mismo tras Karl-Heinz Rummenigge. En mi recuerdo era la clase de jugador al que le gustaba que el rival, durante un ratito, se las prometiese felices. Unos minutos inesperados despu¨¦s, con los que nadie contaba, los estrangulaba con su propia felicidad. A punto de cumplir sesenta a?os, tal vez pueda entrar en el campo en el minuto 89 y poner las cosas en su sitio. Fuera de ganar, siguiendo cierta burocracia, de Alemania no hay que esperar m¨¢s. Tal vez eso baste, sin embargo, y por eso no te refugias en B¨¦lgica, Croacia o Portugal, aunque te gustar¨ªa.
?Brasil? Ya su nombre suena bien. Brasil. Bra-sil. Luz de mi vida, fuego de mis entra?as. Pecado m¨ªo, alma m¨ªa. Pero el antecedente del 50 ayuda poco. De hecho, los l¨²gubres y felices acontecimientos del maracanazo son los que hacen que uno se vuelva hacia Uruguay, y piense: ?Y si¡? Por otra parte, si ya lo han hecho cinco veces, qu¨¦ frena la sexta.
Cosa distinta es Italia. A menudo se arrastra por los campeonatos, pero de vez en cuando, reptando, tambi¨¦n se llega lejos. Miremos los caracoles. Italia acierta a invertir bien su poco dinero. Y despu¨¦s est¨¢ el estilo italiano. El pelo de sus jugadores, las gafas de sol, sus camisetas ¨²ltimo dise?o, con las que muchos podr¨ªamos ir a nuestra boda y arrancar aplausos encendidos. No es preciso explicar por qu¨¦ Italia es un escondrijo seguro si los resultados apartan a Espa?a del mundial. Franqueza, se?ores y se?oras: todos sabemos de qu¨¦ es capaz un italiano apuesto, estiloso y simp¨¢tico cuando sale de su pa¨ªs de vacaciones.
Juan Tall¨®n es autor de Manual de f¨²tbol (editorial Edhasa)
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