Rid¨ªculo

Hay una taberna en Madrid, en el barrio de Chueca, donde se re¨²nen casi cada d¨ªa varios magistrados de la Audiencia Nacional para intercambiar bromas y francachelas y echarse unas ca?as. Lo hacen en horario de trabajo, sobre las 13.00 o 13.30 horas, cuando sus deberes acuciantes no se lo impiden.

Es una buena noticia que los magistrados tengan tiempo libre, porque eso es una se?al de que Espa?a es un pa¨ªs seguro. Las causas de especial relevancia no son tantas como parece cuando uno lee los peri¨®dicos.

Es posible, pero no seguro, que sea en esa taberna donde se vaya a reunir la sala que decida si est¨¢ bien concedida la medalla al m¨¦rito policial que el ministro del Interior, Jorge Fern¨¢ndez, le endos¨® a la virgen Mar¨ªa del Sant¨ªsimo Amor en base a m¨¦ritos que algunos laicos le discuten.

Si la informaci¨®n sobre el bar donde tendr¨ªa lugar la vista no es cierta, habr¨ªa que postularla, porque parece id¨®neo. Entre ca?a y ca?a, con esa soltura que da el alcohol en dosis ligeras, con esa alegr¨ªa que proporcionan la presi¨®n adecuada y la espumita de una cerveza de grifo tirada como s¨®lo se tira en Madrid, la decisi¨®n ser¨¢, a buen seguro, razonable y justa. No es ninguna tonter¨ªa, porque lo que salga de la reuni¨®n de los magistrados sentar¨¢ jurisprudencia. Desde ese momento, se abrir¨¢ o se cegar¨¢ un cauce esplendoroso para relacionarnos con nuestras mejores v¨ªrgenes.

Si la decisi¨®n es que s¨ª, que la medalla es justa, Fern¨¢ndez podr¨¢ tener mayores ayudas en su trabajo. Y no volver¨¢ a pasar por tragos tan amargos como el de hace dos a?os cuando anunci¨®, poniendo en rid¨ªculo a toda la Guardia Civil, que el descubrimiento del cad¨¢ver de Publio Cord¨®n era inminente.

Porque hay cosas que s¨®lo la virgen puede arreglar.

O Rajoy, ech¨¢ndole.