Ni un solo reproche
La gran cuesti¨®n ahora es si hay relevo en el f¨²tbol espa?ol para reconstruir un equipo con calidad y solvencia
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Si seguimos a Kant en sus Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime hemos de contemplar la fulgurante eliminaci¨®n de la selecci¨®n espa?ola en el mundial de Brasil con el mismo ¨¢nimo sobrecogido con que se mira el desprendimiento de masas continentales de hielo en el ?rtico o el estallido de una enana blanca. Es un episodio que la afici¨®n de la roja tardar¨¢ en asimilar. No s¨®lo porque la eliminaci¨®n de un equipo campe¨®n, guiado por el f¨²tbol m¨¢s elegante que se recuerda desde el Mundial de M¨¦xico 70, es un choque inmediato con una realidad frustrante sino porque coloca al aficionado ante el v¨¦rtigo de lo desconocido. Buena parte de los futbolistas que han conseguido dos campeonatos de Europa de selecciones y un Mundial empiezan a difuminarse. Se perder¨¢n en la di¨¢spora (Villa y Xavi, por ejemplo, jugar¨¢n en equipos extranjeros como semirretirados de lujo) o entrar¨¢n en fase de actividad dosificada (Xabi Alonso, Iniesta, quiz¨¢ Casillas). La pregunta es inevitable: ?hay relevo en el f¨²tbol espa?ol para reconstruir un equipo con la misma calidad y solvencia?
Dar respuesta a esa pregunta es la tarea principal del f¨²tbol espa?ol, entendiendo como tal a la Federaci¨®n Espa?ola, a los clubs y al entorno que vive de las mitolog¨ªas balomp¨¦dicas. El manual para conjurar el shock brasile?o sin caer en la cacofon¨ªa o en la autodestrucci¨®n contiene al menos dos cap¨ªtulos: el primero, ni un s¨®lo reproche a los jugadores ni al seleccionador que han llenado las vitrinas y las arcas vac¨ªas de la Federaci¨®n desde 2008, adem¨¢s de representar al pa¨ªs con una cortes¨ªa y un talento que para s¨ª quisieran otros equipos; el segundo, un an¨¢lisis detallado ¡ªm¨¢s serio que los latiguillos de los ciclos, el hambre de gloria y otras banalidades de urgencia¡ª, realizado por profesionales del f¨²tbol, sobre las expectativas de la selecci¨®n en el plazo de dos a?os. Si en esta tarea debe estar Vicente del Bosque depender¨¢ sobre todo de su disposici¨®n.
Por desgracia, el ruido ser¨¢ ensordecedor. Los curanderos de las tertulias ya est¨¢n en la fase atosigante de regalar diagn¨®sticos baratos, denostar jugadores, pedir revoluciones, preguntar por qu¨¦ no se llev¨® a tal jugador o se prefiri¨® a otro y presumir del ¡°?Ya lo dije yo!¡±. Este es el estruendo que hay que ignorar.
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