Ecuanimidad o histerismo
No creo que pudiera salir como Presidente de la Rep¨²blica alguien que gustara a los que han pedido el refer¨¦ndum
Dado que nos gobierna desde hace tiempo con mayor¨ªa absoluta y arbitrariedad permanente, de la derecha espa?ola, m¨¢s bien desalmada, he hablado aqu¨ª muchas veces. Lo preocupante es que, si uno echa un vistazo a la llamada izquierda, se encuentra con una muy rara y que hace escaso honor a su nombre. Me qued¨¦ de piedra cuando, en un debate previo a las elecciones europeas, o¨ª al candidato de Izquierda Unida hacer una apasionada loa de Putin, es decir, de un individuo que tambi¨¦n es el ¨ªdolo de la extrema derecha europea (empezando por Marine Le Pen); que ha llenado su pa¨ªs de oligarcas; que ha cercenado la libertad de prensa y no est¨¢ claro que no haya tenido algo que ver en el asesinato de periodistas cr¨ªticos; que va de la mano con la Iglesia ortodoxa m¨¢s retr¨®grada; que encarcela a disidentes; que persigue a los gays y considera ¡°propaganda homosexual¡± cualquier intento de respirar de este colectivo; que exhibe sus ansias expansionistas e ¡°imperialistas¡±; que, aunque haya sido elegido, en modo alguno gobierna democr¨¢ticamente (siempre hay que recordar que tambi¨¦n los nazis fueron votados, y que con eso no basta para legitimar indefinidamente a un Gobierno: la legitimidad se tiene que refrendar d¨ªa a d¨ªa). Se entiende que la extrema derecha adore a Putin. No que lo admire una formaci¨®n que se dice democr¨¢tica y de izquierdas.
Aparece otra, Podemos. Al ver que militaba en ella el antiguo Fiscal Anticorrupci¨®n, Jim¨¦nez Villarejo, figura sensata y respetable, uno concibe cierta esperanza. Pero resulta que tambi¨¦n es muy rara: varios de sus dirigentes son admiradores confesos de Hugo Ch¨¢vez, un militar golpista; luego elegido, s¨ª (aunque nunca arrepentido de su golpe fallido; al contrario), pero hay que aplicarle lo dicho antes entre par¨¦ntesis. Y Ch¨¢vez, como su grotesco sucesor Maduro, convirti¨® r¨¢pidamente una democracia formal en una cuasi dictadura. Para m¨ª, admirarlo es algo menos grave que admirar a Pinochet o a Franco, y algo m¨¢s que admirar a Berlusconi, tan af¨ªn a ¨¦l. Que cualquier ¡°izquierda¡± lo considere un referente hace dudar de que la denominaci¨®n sea verdadera.
Estas ¡°izquierdas¡± han salido en tromba, tras la abdicaci¨®n del Rey, a reclamar un refer¨¦ndum sobre monarqu¨ªa o rep¨²blica. (Tambi¨¦n podr¨ªan pedirlo sobre las listas cerradas, las autonom¨ªas, la ley ?D¡¯Hondt y cien cuestiones.) Bien est¨¢, y en la teor¨ªa tambi¨¦n yo prefiero las rep¨²blicas. Sin embargo la teor¨ªa es teor¨ªa, y uno procura contar con la realidad. No creo que esos partidos sean tan ingenuos como para pensar que podr¨ªa salir como Presidente de la Rep¨²blica elegido alguien que a ellos les gustara. ?Julio Anguita? (Santo cielo, la de sermones y rega?inas que nos caer¨ªan.) Es imposible. Lo m¨¢s ¡°de izquierdas¡± que podr¨ªa darse es, me temo, Jos¨¦ Bono, que siempre me pareci¨® un submarino del PP inserto en el PSOE. Lo m¨¢s probable es que nos cayera como Presidente un Aznar, una Esperanza Aguirre, acaso un Rouco Varela. ?Felipe Gonz¨¢lez? Dudo que se prestara, y en todo caso no ser¨ªa del agrado de quienes m¨¢s claman por la Rep¨²blica. Debe uno colegir, por tanto, que ¨¦stos preferir¨ªan un estandarte como los mencionados antes que el Pr¨ªncipe, o Felipe VI cuando se publique esto. Y uno se pregunta, de nuevo, qu¨¦ clase de izquierda es esa que en la realidad quiere a Aznar, a Bono o a Aguirre como Jefe del Estado. Si pudiera ser Vicente Del Bosque ¡ Pero juiciosamente no est¨¢ en pol¨ªtica.
Con Don Juan Carlos ha habido en los ¨²ltimos a?os un histerismo contradictorio. Mientras numerosos pol¨ªticos corruptos (del PP, y del PSOE, y de IU, y de CiU, etc) recib¨ªan la m¨¢s absoluta tolerancia de los ciudadanos, que volv¨ªan a votarlos pese a los abrumadores indicios, al Rey se lo ha salpicado ¨Cempapado¨C porque un yerno, y quiz¨¢ una hija, hayan podido incurrir en pr¨¢cticas turbias. Nadie es responsable de las acciones de sus padres, y nadie de las de sus v¨¢stagos. La gente se rasg¨® tambi¨¦n las vestiduras porque el Rey caz¨® un elefante. No me parece simp¨¢tico ¨Cno me gusta la caza¨C, pero vaya novedad. Se sab¨ªa de siempre que Don Juan Carlos se cobraba piezas, y no veo peor cargarse a un paquidermo moribundo que abatir a una saltarina liebre. En poco tiempo parece haberse olvidado no ya su actuaci¨®n durante el 23-F, sino que fue el Rey quien traicion¨® al franquismo (por suerte) y se empe?¨® en instaurar la democracia. Quien consigui¨® que el Ej¨¦rcito dejara de ser una amenaza para los espa?oles y se abstuviera de intervenir en pol¨ªtica. Quien se ha mostrado imparcial y respetuoso. Quien ha trabajado a destajo en sus misiones representativas y en la consecuci¨®n de importantes contratos para las empresas nacionales. Quien ha mediado discretamente en unas cuantas crisis, por ejemplo con el Canad¨¢ o Marruecos. Quien ha sido eficaz, ecu¨¢nime y util¨ªsimo. Su hijo Felipe da buena impresi¨®n: no parece menos imparcial, ecu¨¢nime, democr¨¢tico y respetuoso. En un pa¨ªs tan propenso a eso, el histerismo, y tan sectario, no tengo inconveniente alguno en dejar de lado la teor¨ªa. Me parece mucho m¨¢s deseable que la Jefatura del Estado recaiga en alguien en verdad apol¨ªtico (que no pertenezca a ¡°la casta¡±, como dicen ahora copiando el viej¨ªsimo apodo italiano), que en cualquier individuo severo, pose¨ªdo de su verdad y proclive al sermoneo y la ri?a, se llame Anguita o Rouco Varela.
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