"Hay gente que a¨²n intenta meterme droga en los bolsillos"
Con ¡®Trainspotting¡¯, Irvine Welsh cre¨® la ¨²ltima gran novela generacional del siglo XX y se convirti¨® en el m¨¢s sabio y futbolero fil¨®sofo de bar. Sigue igual
El escritor Irvine Welsh se pica una vena del brazo izquierdo con la u?a del dedo gordo de la mano derecha: ¡°Si pierden, probablemente vuelva a la hero¨ªna¡±. Y estalla en una carcajada de gigante afable.
El autor de Trainspotting, que super¨® ya hace tiempo esa adicci¨®n, est¨¢ bromeando. Ahora el ¨²nico caballo que tiene en alta estima es el que se compr¨® con su mujer. ¡°Me da algo de verg¨¹enza por si parece pijo, pero es mi nuevo colega¡±, confiesa. Es a¨²n viernes y dice que ni siquiera unas cervezas ser¨¢n suficiente consuelo si el Hibernian F. C. pierde al d¨ªa siguiente su partido contra el Kilmarnock (una ciudad de apenas 40.000 habitantes), derrota que supondr¨ªa la inmersi¨®n en las procelosas aguas de la liguilla de descenso.
Conoc¨ª a Margaret Thatcher en persona despu¨¦s una noche de juerga. Nos dio por desayunar al sitio m¨¢s caro de Londres. All¨ª estaba, como un fantasma: me dio? pena
Si conservara alg¨²n pelo, Welsh se escalpar¨ªa la cabellera por su Hibs, el equipo de Leith, el barrio del puerto de Edimburgo donde se fogue¨® en mil batallas de colas del paro, chutes de hero¨ªna, algaradas futboleras en terrazas, conciertos de punkrock y, m¨¢s tarde, fiestas de acid house. Tuitea constantemente sobre su equipo, afirma que ¡°aunque los favoritos son Espa?a, Alemania o Brasil, es posible que gane el Mundial Argentina porque Messi no ha hecho nada con el Bar?a en todo el a?o¡± y no se pierde un partido, algo que da pistas sobre su personalidad que van m¨¢s all¨¢ de su pasi¨®n por el balompi¨¦. El escoc¨¦s es el escritor que todos quieren: aunque The Sunday Times le defini¨® como ¡°lo mejor que le ha sucedido a las letras brit¨¢nicas en d¨¦cadas¡±, ¨¦l se vanagloria de ser el novelista m¨¢s robado en las bibliotecas p¨²blicas. Aunque vive casi simultaneando suites de hotel, a caballo entre Los ?ngeles, Miami y Chicago, siempre debe mirar en sus bolsillos antes de coger un avi¨®n. ¡°Todos intentan deslizarme droga¡ ?aunque sepan que la voy a tirar!¡±, informa este hombre que, a pesar de su aparentemente envidiable estilo de vida, cuando m¨¢s disfruta es al regresar a casa. ¡°Estoy cansado, s¨ª. La gente en EE UU no bebe. Quiz¨¢s se toma una cervecita el s¨¢bado, pero no acaba totalmente jodida como en nuestros pa¨ªses¡±, r¨ªe.
Welsh dedica los inviernos a la escritura, los veranos a descansar, los oto?os a hacer planes y las primaveras a la promoci¨®n. Esta la ha pasado hablando de Skagboys, precuela de Trainspotting. Han pasado dos d¨¦cadas desde que la publicara (la pel¨ªcula de Danny Boyle llegar¨ªa poco despu¨¦s), pero ahora retrocede unos a?os para explicar por qu¨¦ (razones personales, pero tambi¨¦n de estado) cayeron en desgracia sus protagonistas: ¡°En los ochenta, con Thatcher, se cre¨® la cultura del desempleo que aboc¨® a tanta gente a la droga, a perder todas las voces de la clase trabajadora para que quedara solo una, la m¨¢s apagada¡±. Ni m¨²sica, ni f¨²tbol, ni libros, ni risas. Tampoco la rabia de los sindicalistas mineros con los que arranca la novela, explicada en el diario de rehabilitaci¨®n de su protagonista, Renton: ¡°Esa parte es mi favorita, aunque me cost¨® escribirla. No quiero sonar como el t¨ªpico pastor evang¨¦lico, pero quer¨ªa humanizar a esos yonquis que sal¨ªan de la nada¡±.
La gente en Estados Unidos no bebe. Quiz¨¢s se toma una cervecita el s¨¢bado, pero no acaba totalmente jodida como en otros pa¨ªses
Thatcher vuelve aqu¨ª a ser un personaje m¨¢s: ¡°Solo la vi en persona una vez. Fue hace unos a?os, despu¨¦s de una noche de juerga. Nos dio por hacer la broma de ir a desayunar al sitio m¨¢s rid¨ªculamente caro de Londres: el Dorchester. All¨ª estaba, como un fantasma: me dio hasta pena¡±. ?Fueron los efectos siempre cari?osos del MDMA? ¡°[Risas] S¨ª, ven aqu¨ª, Maggie, has jodido a pr¨¢cticamente todas las familias que conozco, pero olvida lo que dije de ti¡±, bromea.
Welsh es el escritor que, generaci¨®n tras generaci¨®n, leen no solo los que leen, sino los que no han le¨ªdo a nadie m¨¢s. Quiz¨¢s por eso, pese a ser la ¨²nica rock star realmente masiva del mundo literario, no pierde su tendencia a la chanza de bar y al compadreo sabio. Ese es, adem¨¢s de las novelas tit¨¢nicas que actualizan a Dickens y a C¨¦line (si le preguntan por este apellido, se arrancar¨¢ a gritos con una personal versi¨®n de My heart will go on), su territorio. ¡°?Mi recuerdo favorito de un Mundial? Escocia contra la Uni¨®n Sovi¨¦tica, en el de Espa?a. Estaba en el bar de Jimmy O¡¯Rourke, un ex del Hibs. Recuerdo que uno de los nuestros, Graeme Souness, no se atrev¨ªa a pasar el bal¨®n y un tipo a mi lado empez¨® a gritarle: ¡®?Qu¨¦ haces, pedazo de burro? ?Ser¨¢s bastardo, cacho in¨²til de mierda!¡¯ Le pregunt¨¦ al due?o del bar: ¡®?Y este loco qui¨¦n es?¡¯ Y, t¨ªo, ?sabes qu¨¦ me dijo?¡±. Pausa dram¨¢tica, sonriendo ante la catarsis de su propia broma, ¡°Mr. Souness. ?Su padre!¡±.
Un d¨ªa despu¨¦s, Welsh aparece en los camerinos del CCCB embutido en una camiseta del Unknown Pleasures de Joy Division que no anuncia nada bueno. El l¨ªder del grupo se suicid¨® ahorc¨¢ndose. ¡°Hemos perdido¡±, informa. Luego, en el pub improvisado del escenario, cuando vea en una gran pantalla a los hinchas de su Hibs cantando en las gradas Sunshine on Leith, de The Proclaimers, se emocionar¨¢ un poco y proceder¨¢ a bromear con esa emoci¨®n. Y hablar¨¢ de muchas cosas realmente importantes.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.