Nunca es tarde para aprender

Mi amigo Santos es un se?or sencillo. Tendr¨¢ ahora unos ochenta y tantos a?os. En su juventud ejerci¨® de pastor en un pueblo del Pirineo oscense. All¨ª pas¨® su infancia y adolescencia, la Guerra Civil; all¨ª se cas¨® y de all¨ª tuvieron que emigrar a la ciudad, como tantos y tantos otros, atra¨ªdos por la industria de los grandes centros urbanos.

Su mujer y ¨¦l se vinieron a Zaragoza y aqu¨ª nacieron sus dos hijos. Aqu¨ª puso una tienda de comestibles. Despu¨¦s trabaj¨® de encargado en un taller. Aqu¨ª fueron felices hasta que, har¨¢ unos dos a?os, muri¨® su mujer.

Desde entonces, Santos no deja de escribirle cartas cont¨¢ndole todo lo que hace durante el d¨ªa. Le hace sentir bien. ?l sabe que cuando le escribe, ella le escucha. Tendr¨¢ escritas al menos 100 libretas tama?o folio en las que le cuenta todos los recuerdos desde la infancia hasta el momento presente. A m¨ª me ense?¨® una que su hijo pas¨® a ordenador y despu¨¦s encuadern¨®. Al leerla, le suger¨ª que podr¨ªa presentar algunas de aquellas historias en un concurso literario y lo hizo. Hasta la fecha, ha publicado cuatro relatos escritos en el aragon¨¦s de su pueblo. Incluso ¨²ltimamente se atreve con la poes¨ªa rimada.

En fin, quiero decir que, para m¨ª, el se?or Santos es todo un ejemplo de superaci¨®n y ganas de vivir. Con su forma de ser me ense?a que nunca es tarde para aprender. Y me siento orgulloso de contarme entre sus amigos.¡ª Venancio Rodr¨ªguez Sanz.