Una relaci¨®n con rostro humano
La Corona ha estrechado el lazo entre Espa?a e Iberoam¨¦rica
El rey Juan Carlos deja la Corona espa?ola, despu¨¦s de casi cuarenta a?os de reinado que fueron los mejores de Espa?a de todos los tiempos. As¨ª ha sido descrito por autorizados comentaristas el periodo de la historia que recordar¨¢ el reinado de don Juan Carlos.
Efectivamente, don Juan Carlos fue un gran arquitecto en el pasaje de un gobierno autoritario a un gobierno democr¨¢tico. Gracias a su decisi¨®n y a su compromiso Espa?a conoci¨® el funcionamiento de una monarqu¨ªa constitucional, con un jefe de Estado sometido al poder pol¨ªtico y a trav¨¦s de ¨¦l, las Fuerzas Armadas, reteniendo solo el poder moral, el de moderaci¨®n que le acuerda la Constituci¨®n nacional. Y por cierto, que no es poco poder el de inspirar y mediar en los desencuentros pol¨ªticos de la naci¨®n. En ese mismo periodo en el que Espa?a conoci¨® por primera vez el funcionamiento de una monarqu¨ªa constitucional, las relaciones del jefe de Estado con el poder pol¨ªtico de los grandes partidos han sido ejemplares. Espa?a se integr¨® en Europa, construy¨® una de las econom¨ªas m¨¢s din¨¢micas del continente, y el Estado de bienestar se profundiz¨® a favor de las grandes mayor¨ªas de la poblaci¨®n. Esos son los grandes hechos que recordar¨¢ la historia. Tambi¨¦n recordar¨¢ la dureza social y econ¨®mica de la profunda crisis de los ¨²ltimos a?os. Habr¨¢ tambi¨¦n an¨¦cdotas. Las obras humanas siempre las tienen. Pero la historia recordar¨¢ y retendr¨¢ con agradecimiento esas grandes contribuciones de don Juan Carlos a Espa?a, a su pueblo.
La historia recordar¨¢ con agradecimiento esas grandes contribuciones de don Juan Carlos a Espa?a
Pero don Juan Carlos prest¨®, adem¨¢s, un gran servicio a la cooperaci¨®n y el entendimiento iberoamericano. Desde el inicio de su mandato viaj¨® a todos los pa¨ªses de la regi¨®n y cre¨® algo que fue el rostro humano de las relaciones entre Espa?a y Am¨¦rica Latina. Algo que nunca se hab¨ªa producido en la historia de m¨¢s de quinientos a?os del periodo colonial y poscolonial. Con ello, no solo acompa?¨® los flujos migratorios y la mayor presencia econ¨®mica de Espa?a en Am¨¦rica, sino que pudo transmitir con una personalidad c¨¢lida su amistad y su compromiso con Am¨¦rica Latina. Se gan¨® el respeto y el afecto de los l¨ªderes pol¨ªticos de los m¨¢s variados signos. Su presencia en Am¨¦rica nunca fue la de un visitante protocolar, sino la de un amigo. No conozco ninguna otra corona, con historias coloniales, que haya cultivado una relaci¨®n de afecto como la que inspir¨® don Juan Carlos con dirigentes y pueblos de rep¨²blicas que, por m¨¢s de trescientos a?os, fueron colonias de sus antepasados. Rostro humano acompa?ado por la presencia y la calidez de la reina do?a Sof¨ªa, gran amiga de los americanos y de sus culturas.
La contribuci¨®n m¨¢s significativa de ese esp¨ªritu lo constituyeron las cumbres de jefes de Estado y de Gobierno, que deben reconocer en don Juan Carlos a uno de sus grandes impulsores y promotores. De 23 cumbres anuales asisti¨® a 22 y, en la que no estuvo, fue por su impedimento f¨ªsico. Las cumbres son una realidad que ha perdurado en el tiempo, donde la figura del Rey fue siempre una se?al de identidad y de reencuentro con el esp¨ªritu que se nutre de la historia, con sus encuentros y desencuentros, asentado en lenguas, culturas, tradiciones y en el gran mestizaje que es la realidad social iberoamericana.
El juramento ante la Constituci¨®n espa?ola de su hijo Felipe VI en una ceremonia sobria, pero llena de simbolismo y de definici¨®n del compromiso del nuevo Rey con una monarqu¨ªa que ¨¦l defini¨® como ¡°renovada y para un tiempo nuevo¡±. Una corona joven, cerca de la gente, en donde la personalidad de do?a Letizia, habr¨¢ de jugar, por vocaci¨®n y por convicci¨®n, un papel relevante en el acercamiento y comunicaci¨®n con la sociedad.
Felipe VI asisti¨® como pr¨ªncipe a 69 tomas de mando de los presidentes de las rep¨²blicas latinoamericanas
Fue muy grato o¨ªr el compromiso del nuevo jefe del Estado espa?ol con Iberoam¨¦rica. Compromiso que descont¨¢bamos. Un pr¨ªncipe que asisti¨® a 69 tomas de mando de los presidentes de las rep¨²blicas latinoamericanas, que conoce a Am¨¦rica y se identific¨® con ella. No solo frecuent¨® a l¨ªderes pol¨ªticos, empresariales, sociales e intelectuales, sino que, adem¨¢s, conoce sus problemas sobre los que tiene una opini¨®n informada y meditada.
Asume la Corona en un momento dif¨ªcil para el mundo, para Europa y para Espa?a. Un cambio de ¨¦poca que nos llevar¨¢ a nuevas fronteras de la econom¨ªa, de la sociedad y de la pol¨ªtica. Pero, tambi¨¦n, de cambio en las relaciones internacionales. Espa?a est¨¢ integrada de pleno derecho en la Uni¨®n Europea. Pero, por afinidad cultural e hist¨®rica, tambi¨¦n pertenece a Iberoam¨¦rica. Continuar con el rostro humano de esas relaciones es un gran activo de Espa?a y tambi¨¦n lo es de las rep¨²blicas americanas. El rostro humano de esa relaci¨®n en torno a la Corona es un hecho notable y sin precedentes en el mundo. A veces me pregunto si gobernantes y gobernados son conscientes de ese capital que partiendo de las relaciones humanas se proyecta en la pol¨ªtica y en la econom¨ªa.
Don Felipe tiene una idea muy clara del valor de esas relaciones en el mundo en que vivimos, y puede estar seguro de que la colaboraci¨®n de Am¨¦rica Latina no habr¨¢ de faltarle en su pesada labor. En este clima de renovaci¨®n y esperanza hay que desearle al nuevo Rey el mejor de los ¨¦xitos en sus responsabilidades, pero tambi¨¦n apoyarlo y acompa?arlo para que esas esperanzas se conviertan en realidades.
Enrique V. Iglesias fue el anterior secretario general beroamericano.
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