Por una democracia ilustrada
La generalizaci¨®n del populismo se explica porque las normas pol¨ªticas se hacen sin estudiar y controlar sus consecuencias. Sin una reforma institucional no se producir¨¢n los cambios econ¨®micos necesarios en Espa?a
?Del aluvi¨®n de diagn¨®sticos y recetas ideados para resolver los problemas de Espa?a emerge una larga lista de asuntos que sugieren revisar nuestra democracia: el funcionamiento de los partidos, la corrupci¨®n, la falta de transparencia, el desprecio a los ¨®rganos independientes, la articulaci¨®n territorial del Estado, etc¨¦tera. Hoy me ocupar¨¦ s¨®lo de un problema que, en mi opini¨®n, merece una especial atenci¨®n: los deficientes procedimientos de elaboraci¨®n de normas y de evaluaci¨®n de la actuaci¨®n pol¨ªtica.
Aunque nuestros problemas son similares a los de otros pa¨ªses, cuando nos comparamos con democracias como la americana o la brit¨¢nica, detectamos que esos problemas aparecen en Espa?a con mayor frecuencia e intensidad. Una muestra es la generalizaci¨®n del populismo en Espa?a, que no s¨®lo aprovechan los partidos minoritarios, sino que los partidos de gobierno lo practican tambi¨¦n con una normalidad preocupante. Aqu¨ª hemos escuchado que no hac¨ªa falta extender la edad de jubilaci¨®n a los 67 a?os, que no hab¨ªa que subir el IVA sino bajarlo, que no hab¨ªa que congelar el sueldo a los funcionarios, o que la reestructuraci¨®n bancaria no costar¨ªa ni un euro a los contribuyentes espa?oles.
Una explicaci¨®n de la generalizaci¨®n del populismo en Espa?a es que la elaboraci¨®n de las normas y el control de la actividad pol¨ªtica se hacen sin una suficiente ilustraci¨®n de los problemas y sin un serio an¨¢lisis de los posibles efectos de las pol¨ªticas. En Espa?a siempre se quiere ir directamente a votar, a decidir. Si hay un problema, si hay algo que necesita ser cambiado, lo que se demanda es, antes de estudiarlo, una votaci¨®n. Se act¨²a as¨ª cuando se est¨¢ en la oposici¨®n y, cuando se est¨¢ en el Gobierno, las actuaciones no ilustradas toman otras formas. Por ejemplo, la de aprobar decretos ley improvisados. Este es un pa¨ªs donde un lunes se decide llevar el viernes al Consejo de Ministros un decreto ley y el mi¨¦rcoles todav¨ªa no se tiene un borrador redactado.
La confrontaci¨®n pol¨ªtica espa?ola excluye el an¨¢lisis y no tiene en cuenta a los expertos
Y no es que en Espa?a no se discuta de pol¨ªtica. Tanto en los medios de comunicaci¨®n como en el mismo Parlamento se enfrentan continuamente las pol¨ªticas. El problema es que esas formas de confrontaci¨®n no incluyen el an¨¢lisis, el estudio, no se llama a los expertos en las cuestiones que se debaten, no se estudian otras experiencias internacionales y por tanto lo ¨²nico que le llega al ciudadano es el duelo entre unos y otros, con lo que su juicio s¨®lo puede basarse en la cercan¨ªa ideol¨®gica.
Se ha dicho que los medios son los responsables porque s¨®lo buscan una exposici¨®n r¨¢pida de las distintas propuestas sin interesarse por los estudios y an¨¢lisis en que est¨¦n fundamentadas. Pero no es esta su funci¨®n. Los medios reflejan la realidad de la pol¨ªtica espa?ola y es in¨²til esperar que la mejora en la profundidad y en la discusi¨®n de nuestras pol¨ªticas venga de ellos. Son las instituciones democr¨¢ticas las que tienen que asegurar procedimientos como los que existen en el mundo anglosaj¨®n donde, al margen de contar con libros blancos que no se encargan exclusivamente a simpatizantes del Gobierno, se crean comisiones que convocan a acad¨¦micos y expertos, se estudian las experiencias internacionales y se exige precisar todos los efectos de las distintas pol¨ªticas. Esos pa¨ªses cuentan con unas instituciones que obligan a hacer un debate ilustrado. Tres ejemplos: la discusi¨®n de la reforma de la sanidad del presidente Obama, el an¨¢lisis del Congreso americano sobre las causas de la crisis financiera, o la revisi¨®n de la regulaci¨®n energ¨¦tica en el Parlamento Brit¨¢nico. La comparaci¨®n con lo que se ha hecho en Espa?a sobre asuntos similares es demoledora.
Hace poco, en estas mismas p¨¢ginas, el soci¨®logo Urquizu subrayaba el desconcierto que embarga a los espa?oles y no cabe duda que una de las explicaciones de ese desconcierto es que ni la crisis ni las diferentes pol¨ªticas se han debatido en profundidad. La gente no entiende por qu¨¦ se suben los impuestos por quienes prometieron no hacerlo y, en especial, por qu¨¦ se sube el IVA cuando antes se hab¨ªa incitado al pueblo a salir a la calle a pedir su reducci¨®n en mesas instaladas al efecto y no comprende por qu¨¦ ahora se mantienen los 67 a?os para jubilarse si antes esto era un error innecesario del Gobierno anterior.
Pero no es el desconcierto el peor da?o de la falta de una democracia ilustrada. Otro efecto pernicioso es que los pol¨ªticos responsables de los diferentes partidos no se atreven a proponer pol¨ªticas como, por ejemplo, las pol¨ªticas de flexiguridad y productividad que aplican con ¨¦xito los pa¨ªses n¨®rdicos y que podr¨ªan ayudar a sacar a Espa?a del drama del paro, de las bajas remuneraciones y de la desprotecci¨®n social. Y es que, si no hay an¨¢lisis e ilustraci¨®n, la opini¨®n p¨²blica nunca las entender¨¢ ni las aceptar¨¢ y los pol¨ªticos que las propusieran se suicidar¨ªan electoralmente.
En cuanto el BCE ha dado un respiro a los perif¨¦ricos, se han paralizado las reformas
Si no se acometen reformas pol¨ªticas ser¨¢ muy dif¨ªcil avanzar en las reformas econ¨®micas. Ahora mismo, en cuanto el BCE ha dado un respiro a todos los pa¨ªses perif¨¦ricos, en Espa?a se han paralizado las reformas y s¨®lo se propone lo que puede dar alguna alegr¨ªa electoral. Pero no cabe esperar otra cosa si no contamos con mecanismos de an¨¢lisis y discusi¨®n profunda de las pol¨ªticas en el Parlamento. Si no contamos con esos mecanismos e instituciones nadie propondr¨¢ las reformas econ¨®micas necesarias y, una vez m¨¢s, la ¨²nica posibilidad que le quedar¨¢ al ciudadano ser¨¢ la de decidir entre diferentes populismos.
No es que en Espa?a haya escasez de expertos que puedan contribuir a debates razonados y fundamentados sobre las distintas pol¨ªticas. En econom¨ªa o en el sistema financiero ¡ªy supongo que ser¨¢ igual en otros muchos campos¡ª hay bastantes expertos y responsables con un buen nivel, similar a los de otras democracias avanzadas. El problema es que estos expertos no participan en absoluto en la formaci¨®n de las pol¨ªticas. Escriben en blogs, libros y revistas pero ello sirve de poco porque la pol¨ªtica espa?ola ignora sus trabajos. Es esencial que la ilustraci¨®n entre en el Parlamento, que es quien elabora las normas y controla al Gobierno. Lo importante es que los pol¨ªticos tengan que posicionarse en la C¨¢mara no exclusivamente en base al populismo, sino razonando, examinando los efectos de unas y otras pol¨ªticas y explicando por qu¨¦ no se hace en Espa?a lo que ha tenido ¨¦xito en otros pa¨ªses.
Mientras las instituciones no obliguen a un debate ilustrado seguiremos viviendo bajo el imperio de las ocurrencias, cualquiera sea el partido que gobierne. Seguiremos viviendo en un pa¨ªs donde cada dos meses el Consejo de Ministros aprueba 40 medidas para lo que sea, en el que cambios en la regulaci¨®n energ¨¦tica aparecen escondidos en una disposici¨®n de la ley de servicio dom¨¦stico, en el que las memorias econ¨®micas no estudian el impacto de las medidas que se aprueban, etc¨¦tera.
Y las elecciones no resolver¨¢n este problema. Bajo el Gobierno actual se han alcanzado cotas nunca vistas antes, pero el partido que nos gobierna no es quien ha inventado el populismo y la falta de debate institucional ilustrado. El problema viene de atr¨¢s, y simplemente sucede que ha empeorado con el paso del tiempo. Sin reforma institucional, las elecciones no cambiar¨¢n nada.
Es verdad que el populismo est¨¢ en el ADN de la pol¨ªtica, y no s¨®lo de la pol¨ªtica espa?ola, y por tanto es ingenuo pensar que va a desaparecer del todo, se haga lo que se haga. Pero no debemos renunciar a intentar disminuirlo. Al menos no deber¨ªamos ponerlo tan f¨¢cil.
Miguel A. Fern¨¢ndez Ord¨®?ez fue Gobernador del Banco de Espa?a
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