Trabajo y pobreza
La inversi¨®n social para la infancia en Espa?a es la mitad de la media europea
La lluvia de cifras sobre la desigualdad y la pobreza es incesante. Esta ¨²ltima semana hemos sabido que, en Espa?a, m¨¢s de dos millones de ni?os y uno de cada cinco hogares viven en la pobreza (fuente: Unicef), y que desde 2004 se ha duplicado el porcentaje de sueldos iguales o inferiores al salario m¨ªnimo (del 6% al 12,25%, fuente: INE), coloc¨¢ndose a la cola de Europa, solo superada por Grecia y Rumania, en exclusi¨®n laboral. Las cifras enfr¨ªan los mensajes. Cuesta ver detr¨¢s de ellas las miradas de los ni?os, el desasosiego de los padres, la violencia interfamiliar creciente cuando los abuelos se convierten en el ¨²ltimo reducto y la miseria genera relaciones insostenibles, la p¨¦rdida de perspectiva de futuro, la humillaci¨®n permanente, la s¨®rdida conflictividad de unas vidas sin salida. La extensi¨®n de la pobreza no es solo un signo de fractura social, sino tambi¨¦n moral y pol¨ªtica.
La desigualdad es enormemente cara para un pa¨ªs, no solo porque cuesta dinero (se pierde talento y potencial humano, resta capacidad a la acci¨®n compartida y genera costes sociales), sino porque destruye las bases de la convivencia: el respeto y el reconocimiento mutuo. Sin embargo, est¨¢ muy ausente de la agenda p¨²blica. Los gobernantes o niegan la informaci¨®n u optan por el silencio y la inacci¨®n. La inversi¨®n social para la infancia en Espa?a es la mitad de la media europea. La pobreza es una emergencia, pero no es una prioridad del Gobierno. No es admisible que se trate como una cuesti¨®n de caridad y se busque transferir la responsabilidad a las familias y a las organizaciones sociales.
La extensi¨®n de la pobreza no es solo un signo de fractura social, sino tambi¨¦n moral y pol¨ªtica.
Los m¨¢s c¨ªnicos dir¨¢n que la desigualdad es un ¨¦xito de las pol¨ªticas en curso: la devaluaci¨®n salarial funciona. Viva la competitividad. Sin embargo, deber¨ªan comprender que el sistema pierde legitimidad cuando trabajar no alcanza para ganarse la vida. ?Qu¨¦ hacer cuando sabemos que muchos ciudadanos no volver¨¢n a tener empleo o si lo consiguen no les sacar¨¢ de la marginaci¨®n? Los gobernantes dicen que su prioridad es la lucha contra el paro, como si pobreza y desigualdad fueran simples epifen¨®menos de este. La utop¨ªa de volver a la plena ocupaci¨®n salva el mito de la redenci¨®n por el trabajo y evita afrontar la conversi¨®n de este en un bien escaso. Zygmunt Bauman describe los cuatro t¨®picos sobre los que se asienta esta pol¨ªtica: el crecimiento es la base del bienestar; un consumo en expansi¨®n estimula el deseo y favorece la felicidad; la desigualdad humana es natural; la competencia es condici¨®n suficiente para la justicia social. Pero la pobreza y la desigualdad siguen all¨ª. Y el nuevo mito redentor es el emprendedor, implacable explotador de s¨ª mismo. Ciertamente, la utop¨ªa ha cambiado de lado. Los movimientos emancipatorios piden l¨ªmites para salvar la dignidad humana, los que mandan creen que todo es posible. Como dice Andr¨¦ Glucksmann, ¡°alentando la ansiedad, la pol¨ªtica se hace reaccionaria¡±.?
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