As¨ª manipul¨® Facebook las emociones de sus usuarios
Un estudio revela que la red social ha manipulado datos privados para estudiar y modificar nuestras reacciones hacia la p¨¢gina
?Conocen lo que significa contagio emocional masivo virtual? Facebook s¨ª. La red social ya sabe mucho de lo que pensamos y hacemos (si estamos solteros o si tenemos pareja, si nos gustan los cupcakes o cu¨¢nta indiferencia nos genera el maltrato animal frente a otro tipo de carne de contenido viral) pero ahora resulta que tambi¨¦n ha estado investigando c¨®mo sentimos. No s¨®lo para recoger datos y hacer negocio, sino para controlar c¨®mo reaccionamos y nos relacionamos entre nosotros a trav¨¦s de los mensajes que posteamos en el negocio de Zuckerberg.
Todo ocurri¨® en una semana de 2012, Facebook estuvo sesgando los newsfeeds ¨Ces decir, la l¨ªnea de tiempo privada que nos suministra los estados y las actualizaciones de nuestros contactos¨C de casi 689.000 usuarios con el fin de demostrar que se pueden manipular nuestras emociones y sentimientos por contagio emocional a trav¨¦s de las redes sociales. El experimento, realizado por investigadores de la Universidad de Cornell (Nueva York) y California en colaboraci¨®n con la direcci¨®n de la red social, se titula Experimental evidence of massive-scale emotional contagion through social networks y ya ha provocado un alud de cr¨ªticas entre usuarios y medios por la falta de ¨¦tica de su metodolog¨ªa, precisamente por haber alterado a prop¨®sito los datos de cuentas privadas sin haber notificado de ello, ocultando posts y filtrando contenido para analizar la conducta final de los usuarios.
Publicado a mediados de este mes en la decana revista Proceedings of the National Academy of Sciences, el estudio, en esencia, ha revelado que Facebook ya no es el reflejo virtual de nuestro mundo 2.0, seleccionado con precisi¨®n a lo largo de los a?os, sino que nuestra vida virtual es un mero espejismo, el resultado de un algoritmo calculado maquiav¨¦licamente; un algoritmo tan sencillo como perverso que ya no pretende que se visualice m¨¢s o menos un mensaje con intereses m¨¢s o menos cremat¨ªsticos, sino que ¨¦ste nos alegre o, peor, nos deprima.
Durante el experimento se estudiaron unos 3 millones de posts que conten¨ªan unas 122 millones de palabras, de las que cuatro millones se clasificaron como positivas y 1,8 millones, negativas. El resto, se comprende que eran neutras. Todos esos posts fueron ocultados o sobreexpuestos a esos cientos de miles de usuarios para observar su reacci¨®n y concluir de qu¨¦ forma el sentimiento que transmite una publicaci¨®n en Facebook altera, en efecto, nuestro humor, y que a mayor disminuci¨®n de posts negativos, m¨¢s mensajes positivos, y al rev¨¦s.
Los beneficios de la investigaci¨®n no justifican toda esta pol¨¦mica. Adam D.I. Kramer, uno de los investigadores del experimento
En Facebook lanzan balones fuera (¡°tratamos cada una de nuestras investigaciones de manera cuidadosa y tenemos un proceso de revisi¨®n interna muy f¨¦rreo¡±, contestaron a la publicaci¨®n The Atlantic portavoces de la compa?¨ªa), pero los autores y la editora del art¨ªculo se han visto obligados a justificarse p¨²blicamente dada la pol¨¦mica que ha generado el experimento. Susan Fiske, profesora de psicolog¨ªa de la Universidad de Princeton y editora del texto, se?al¨® ayer domingo a The Atlantic que el estudio es ¡°¨¦ticamente correcto desde la perspectiva de la normativa [de Facebook], pero la ¨¦tica es un conjunto de decisiones sociales. No tengo una respuesta absoluta al respecto y el grado de indignaci¨®n que ha provocado el estudio indica que quiz¨¢ no deber¨ªamos haberlo hecho. Todav¨ªa estoy pensando en ello y tambi¨¦n me siento algo descolocada¡±.
Por su parte, Adam D.I. Kramer, uno de los investigadores del experimento, ha hecho p¨²blica desde su p¨¢gina de Facebook una declaraci¨®n en la que pide disculpas y se?ala que su ¡°objetivo no era molestar a nadie¡±. ¡°Mis coautores y yo sentimos la manera en que el art¨ªculo describe el experimento y por toda la ansiedad que hemos causado. Observ¨¢ndolo ahora, los beneficios de la investigaci¨®n no justifican toda esta pol¨¦mica".
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