En el nombre del f¨²tbol, am¨¦n

Adonde quiera que va, Marcos S¨¢nchez, de 35 a?os, lleva pines del Real Madrid. Los usa como regalo. Para socializar. Y no, no trabaja en el club. "Es lo que yo llamo evangelizar. Cuando voy a otra ciudad o a otro pa¨ªs voy creando madridistas siempre que se pueda, claro que s¨ª". Desde hace 23 a?os, ¨¦l es uno de los 2.000 socios compromisarios del equipo. Hace 17 que colecciona antig¨¹edades del conjunto blanco y, si pudiese, se casar¨ªa en el Santiago Bernab¨¦u.

Iban Anglada y S¨ªgrid Sans fueron los primeros en realizar el sue?o que Marcos se muere por cumplir. Un 9 de julio de 2011 celebraron en el estadio m¨¢s grande de Europa su boda y el banquete. "Da un poco de pereza ir a seg¨²n qu¨¦ boda, pero una en el Camp Nou... ?yo tambi¨¦n querr¨ªa que me invitaran!", cuenta S¨ªgrid.

Aunque no todos viven el barcelonismo con la misma pasi¨®n. Los invitados anticul¨¦s tuvieron que aguantar una boda en la que los novios entraron por el t¨²nel de jugadores con el himno del Bar?a. Nunca imaginaron que el Tot el camp pudiera funcionar como marcha nupcial. Tambi¨¦n soportaron durante una hora y media la presencia de los tres trofeos que el club hab¨ªa ganado hasta entonces. Una boda como la de S¨ªgrid e Iban, para unas 250 personas, ronda los 40.000 euros.

Marta Serrano, una de las organizadoras de ceremonias en el Camp Nou, cuenta que all¨ª van a casarse parejas de todo el mundo. Ya se han celebrado dos bodas y diez eventos de particulares en lo que va de a?o. Al igual que en el Camp Nou, en el Mestalla o el Vicente Calder¨®n tambi¨¦n se celebran este tipo de fiestas.

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'Torero' y fetiche del Madrid

El Bernab¨¦u, sin embargo, sigue reservando su estadio solo para eventos de empresa. Los particulares, de momento, se montan el altar en casa. El piso de Marcos S¨¢nchez, en el barrio madrile?o de Vallecas, no parece, a primera vista, un museo. Pero apenas empieza a abrir cajones, su sal¨®n se transforma en una exhibici¨®n de primera. Banderines, programas de partidos, revistas, libros, camisetas y hasta un uniforme infantil que "solo cost¨® tres duros", aunque no tiene hijos. "Yo aparte de coleccionista, a nivel modesto, claro, me considero un historiador del Madrid. Es que cuando uno tiene una pasi¨®n procura meterse en ella y conocerla".

Para ¨¦l no hay un mejor lugar en el mundo que el Bernab¨¦u. Le gustar¨ªa, de hecho, que el equipo acondicionara un ¨¢rea con columbarios para que los m¨¢s forofos como ¨¦l puedan descansar en paz en su catedral futbol¨ªstica, como ya pasa en otros estadios. En el museo memorial del Atl¨¦tico de Madrid, hay espacio para 4.200 urnas funerarias, de las cuales 100 est¨¢n ocupadas y 300 reservadas.

Con la entrada justo al lado de la tienda oficial del equipo, el columbario del Vicente Calder¨®n no parece un cementerio. El ambiente dentro, aunque solemne, est¨¢ lejos de ser f¨²nebre. All¨ª pueden descansar, sin embargo, los restos de cualquier hincha por precios que oscilan entre 1.400 euros (en el espacio comunitario) hasta 6.000 euros (por un columbario familiar).

"Si piensas en un espacio memorial, te equivocar¨¢s si piensas en cruces y cirios. Los aficionados no tienen ning¨²n tipo de reparo en que est¨¦ all¨ª. Lo agradecen, porque es una manera de cerrar el c¨ªrculo de la vida de una persona que ha estado ligada a un club", cuenta Rub¨¦n Tamarit, director de Giem Sports, la empresa que gestiona los columbarios en todos los estadios de Espa?a.

El Bar?a tiene previsto reformar su estadio en 2017, y el proyecto planea la construcci¨®n de un espacio para dejar las cenizas de los aficionados. Ser¨¢ el m¨¢s grande del mundo en un lugar deportivo, con 30.000 nichos individuales y 60.000 ¨¢reas comunitarias.

En el columbario del Vicente Calder¨®n hay ocupados 100 espacios de los 4.200 disponibles

Se sumar¨¢ a los tres estadios que actualmente ya cuentan con un espacio de este tipo. Son el Vicente Calder¨®n (Atl¨¦tico de Madrid), el Cornell¨¤-El Prat (RCD Espanyol) y el Benito Villamar¨ªn (Real Betis Balompi¨¦). Un lugar para que los forofos puedan seguir estando cerca de su club, aun despu¨¦s de la muerte.

Marcos S¨¢nchez dice que vive su afici¨®n m¨¢s como una pasi¨®n que como una religi¨®n, aunque se plantea que sus restos descansen en las instalaciones del Real Madrid. En su agenda religiosa s¨®lo tiene espacio para una misa: la que ofrece el Real Madrid todos los 2 de junio en memoria de Santiago Bernab¨¦u.

Pero Marcos aclara, con su camiseta de Santillana puesta y rodeado de su colecci¨®n en el sof¨¢ de casa, que eso no le hace m¨¢s madridista que el resto. "Yo lo hago porque quiero, me gusta y ya est¨¢". Para ¨¦l la afici¨®n a un equipo tampoco tiene que ser una competici¨®n. Si lo fuera, quiz¨¢s ir¨ªa en cabeza.

La vida entera para el M¨¢laga

Para salir y entrar de su casa, Andr¨¦s Perales tiene que pedir que le abran la verja del estadio de La Rosaleda. Porque es all¨ª donde vive el que fuera el ch¨®fer del M¨¢laga CF y posterior conserje de su campo. Y aunque ¨¦l se jubil¨® hace tres a?os y puso fin a una relaci¨®n laboral de casi cinco d¨¦cadas con el equipo, la direcci¨®n del club lo tiene claro. La vivienda dentro del estadio, desde la que Perales custodiaba el recinto d¨ªa y noche con ayuda de su bicicleta y sus tres perros, le pertenecer¨¢ todo el tiempo que este la requiera. Su decicaci¨®n le ha valido a este hombre de 79 a?os, tambi¨¦n, que una de las entradas del campo lleve su nombre ¡ªun privilegio reservado, hasta entonces, para los grandes jugadores del equipo¡ª.

El conserje tambi¨¦n fue quien mantuvo el aliento del estadio los dos a?os que el M¨¢laga, jur¨ªdicamente, no exist¨ªa. En 1992, la entidad, hasta el cuello de deudas, tuvo que echar el cerrojo. Con todo, la jueza que embarg¨® las dependencias del equipo entendi¨® que no pod¨ªa desalojar a Perales, su mujer y los cinco hijos con los que conviv¨ªan entonces. As¨ª las cosas, el trabajador recorr¨ªa la ciudad con un taxi y dorm¨ªa en La Rosaleda. Mientras tanto, uno de sus reto?os cuidaba del c¨¦sped que otras veces hab¨ªa arreglado su padre, no fuera este a pudrirse durante los dos a?os de silencio.

Perales, natural de Marmolejo (Ja¨¦n), ni siquiera era un aficionado del club cuando empez¨® a conducir para ¨¦l, en 1963. El M¨¢laga entonces titubeaba entre la Primera y la Segunda divisi¨®n, y as¨ª se quedar¨ªa durante la d¨¦cada de los sesenta. Los a?os en el Flecha Azul, el autocar del equipo, son los que el ch¨®fer recuerda con m¨¢s cari?o. ¡°Yo era uno m¨¢s. En el equipo hab¨ªa compa?erismo, que es lo que no hay ahora¡±, opina el antiguo conserje, que afirma no conocer personalmente a la actual plantilla del M¨¢laga.

Cuando los vecinos del barrio le preguntan c¨®mo est¨¢, Perales responde que ¡°m¨¢s aburrido¡±, aunque sus hijos vayan a verle a diario. ?l echa de menos a su mujer, con la que convivi¨® durante m¨¢s de seis d¨¦cadas, y que muri¨® hace un a?o. Tambi¨¦n faltan los tres grandes canes que le ayudaban con la ronda, aunque en su lugar hay un gato, dos p¨¢jaros y un peque?o perro de compa?¨ªa.