El f¨²tbol en cueros
Una pasi¨®n de masas que mueve millones de euros en el mundo Un deporte que juega entre la ¨¦pica y la miseria
Sin la p¨¢tina de los grandes clubes, las grandes ligas, los grandes fichajes. Sin la c¨¢scara de las victorias y de las derrotas, del marcador y de la cr¨®nica de la jornada. El f¨²tbol, m¨¢s all¨¢ del c¨¦sped, encarna ideas y valores, deportivos pero tambi¨¦n pol¨ªticos. Cae en desigualdades. Mueve dinero para llenar y vaciar bolsillos. Cumple y trunca sue?os. Despierta pasiones, hasta a veces rayar la violencia. El f¨²tbol, m¨¢s all¨¢ del c¨¦sped, no se agota dentro del campo y el cuero del bal¨®n envuelve la vida para mostrar lo mejor y lo peor de la sociedad.
Como lo mejor y lo peor ha ense?ado Brasil en este Mundial. Los goles. Pero tambi¨¦n la huelga en el metro de S?o Paulo, una manifestaci¨®n de trabajadores sin techo o un hashtag en Twitter al grito virtual de "Copa para quem? (?El Mundial para qui¨¦n?)". El f¨²tbol ha compartido protagonismo y titulares con las protestas en la calle durante el campeonato, que ha reunido a unas 4.000 millones de personas frente al televisor. Brasil hab¨ªa querido aprovechar la ocasi¨®n para mostrar al mundo su mejor cara y pasar de naci¨®n emergente a potencia, pero la competici¨®n ha servido de altavoz para la cr¨ªtica de una nueva clase media que pide que su dinero se gaste en sanidad, educaci¨®n y m¨¢s infraestructuras.
Mientras Brasil sigue haciendo cuentas con la factura de la celebraci¨®n, que puede alcanzar la cifra r¨¦cord de 10.000 millones de euros, quien sale de la fiesta con sus arcas bastante m¨¢s llenas es la FIFA. El 95% de los beneficios que genera el torneo se escapan entre los dedos del anfitri¨®n para ir a parar a Suiza, la sede de la entidad que gobierna el negocio del f¨²tbol. Sin sudar, sin correr, sin ni siquiera tener que marcar un gol, la FIFA es la gran ganadora de cada Mundial.
El de Brasil ha sido un campeonato de r¨¦cords, tambi¨¦n en el premio para la campeona, que se repartir¨¢ 25 millones de euros. La Roja aterriz¨® en el pa¨ªs del f¨²tbol como una de las favoritas y se mont¨® en el avi¨®n de vuelta a Espa?a apenas dos semanas despu¨¦s, eliminada en primera ronda. Por el camino se dej¨® los 720.000 euros por cabeza que la Federaci¨®n Espa?ola de F¨²tbol le hab¨ªa prometido en caso de ganar el torneo; 48 veces m¨¢s que lo que se llevaron los jugadores de balonmano el a?o pasado al coronarse como campeones del mundo. Primas de v¨¦rtigo reservadas tan solo para unos pocos.
El f¨²tbol mueve con la misma destreza el bal¨®n que el dinero, tambi¨¦n desde el bolsillo de los aficionados a los clubes. M¨¢s de 1.800 millones de euros se gastaron los espa?oles en 2013 en el deporte rey. Merchandising, quinielas y apuestas, televisi¨®n de pago para no perderse ni un gol. Y la taquilla, que hizo caja por valor de 600 millones en la temporada 2012-2013, a pesar de la crisis y de que las entradas de la Liga son las m¨¢s caras de Europa.
Pero el precio del f¨²tbol no frena a los aficionados. Algunos recorren Europa solo para pisar el campo de su equipo favorito. Los grandes estadios se han convertido en punto de peregrinaje para turistas: el Santiago Bernab¨¦u y el Camp Nou sumaron el a?o pasado m¨¢s de dos millones de visitas, casi tantas como el Museo del Prado. Estadios que tambi¨¦n hacen las veces de lugares de culto, donde los m¨¢s forofos celebran los momentos m¨¢s importantes de su vida, como la primera pareja que se cas¨® sobre el c¨¦sped del campo del Bar?a, en 2011.
Sobre ese c¨¦sped sue?an con jugar miles de ni?os, que se preparan en las canteras de los grandes clubes, aunque tan solo una minor¨ªa consigue su objetivo. Casi 8.000 menores se presentan cada a?o a las pruebas del Real Madrid, pero solo un 1% entra. A¨²n menos se convertir¨¢n, quiz¨¢s, en los grandes fichajes del futuro, en la vida real¡ y en la virtual. Aplicaciones y juegos online como Comunio permiten, en un par de clics, crear ligas, fichar a jugadores y armar un club con 40 millones de euros.
El dinero que abunda para unos es, sin embargo, escaso para otros. Lo saben bien las futbolistas espa?olas, que ni siquiera pueden colgarse el cartel de profesionales. Aunque entrenen, aunque jueguen como tales. Es el equipo quien decide si les paga o no porque ante la ley, son meras aficionadas. La legislaci¨®n tan solo permite la existencia de una liga; con la de los hombres copando recursos y atenci¨®n, las jugadoras siguen con la puerta a la profesionalizaci¨®n cerrada.
Pero la falta de euros no es exclusiva de las mujeres. La Asociaci¨®n de Futbolistas Espa?oles recibi¨®, solo en la temporada 2013-2014, 210 denuncias de jugadores por impagos en 32 de los 80 clubes de Segunda B. El pasado enero, el Racing ocup¨® titulares no por ganar, sino por negarse a jugar. Fue en los cuartos de final de la Copa del Rey, como protesta porque los futbolistas llevaban seis meses sin cobrar. Medio a?o despu¨¦s de esa imagen, el club a¨²n les debe tres salarios.
Otro equipo de segunda divisi¨®n tambi¨¦n es noticia, pero fuera de Espa?a y no precisamente por el f¨²tbol. Es menos conocido por sus destrezas en el campo que por sus ideas pol¨ªticas. El Sankt Pauli naci¨® en Hamburgo (Alemania), pero tiene 500 pe?as repartidas por Europa, media docena de ellas en Espa?a. Su discurso se centra en tres reivindicaciones, antifascismo, antihomofobia y antisexismo; y la calavera de su escudo oficioso se ha convertido en s¨ªmbolo de protestas en toda Europa, desde Barcelona a Estambul.
Las estanter¨ªas de las librer¨ªas tambi¨¦n dan cuenta del f¨²tbol, aprovechando sobre todo el tir¨®n del Mundial. El escritor Santiago Roncagliolo acaba de publicar La pena m¨¢xima, una novela que se desarrolla con el campeonato del mundo de Argentina de 1978 como tel¨®n de fondo. Forofo del Atl¨¦tico de Madrid, asegura que este deporte es siempre una narraci¨®n ¨¦pica: "El f¨²tbol es el m¨¢ximo teatro de nuestra identidad. Es donde todos ponemos en juego en un escenario lo que somos, lo que deseamos, lo que aspiramos como sociedad".
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