Una reforma ¡®excesiva¡¯
El Gobierno propone cambios fiscales que aliviar¨¢n la carga de muchos contribuyentes; pero para lograr estos resultados, se embarca en un sinf¨ªn de alteraciones insignificantes o inoportunas de las figuras impositivas
En los pr¨®ximos dos a?os la fiscalidad de las rentas del trabajo, el capital y los beneficios empresariales va a sufrir cambios de cierta envergadura. El Gobierno libr¨® la semana pasada los detalles de la reforma fiscal esperada desde que el Informe Lagaresviese la luz hace tres meses y, como dijera el propio profesor Lagares refiri¨¦ndose al trabajo de su grupo de expertos, ¡°no ha dejado t¨ªtere con cabeza¡±. Ya en su momento me pareci¨® que esta expresi¨®n declaraba una voluntad de exhaustividad, m¨¢s que un af¨¢n de simplificaci¨®n. Creo que esto es lo que ha pasado tambi¨¦n ahora sin que, por otra parte, haya demasiado parecido entre lo que propon¨ªa el grupo de expertos y lo que ha acabado haciendo el Gobierno. Es digno de mencionar tambi¨¦n que la reforma no incorpora, salvo de manera testimonial, las recomendaciones de la Comisi¨®n Europea acerca de la subida del IVA.
El Gobierno, en general, hace una propuesta que aliviar¨¢ de manera relevante la carga fiscal de muchos contribuyentes especialmente afectados por la crisis, mejorar¨¢ el tratamiento de las rentas del ahorro y los beneficios de las empresas m¨¢s necesitadas de un tratamiento de este tipo y estimular¨¢ la actividad. El mismo anticipo de estos efectos resultar¨¢, probablemente, beneficioso para la econom¨ªa de manera inmediata. Pero para lograr estos resultados, se embarca en un sinf¨ªn de alteraciones de las figuras fiscales, muchas de ellas insignificantes o inoportunas, y demuestra el consabido celo preelectoral del que no logra librarse ning¨²n Gobierno en este pa¨ªs.
En el IRPF se produce una reducci¨®n de tramos de la tarifa (de 7 a 5) y tambi¨¦n una reducci¨®n de tipos marginales, repartida entre 2015 y 2016. Baja el primer tramo de la tarifa a los 12.450 euros y se establece el m¨¢ximo del cuarto tramo en 66.000 euros. Esta organizaci¨®n de los tramos de la tarifa beneficia considerablemente a los contribuyentes m¨¢s peque?os, pero tambi¨¦n a los m¨¢s grandes, dejando al grueso de contribuyentes medios con una mejora sensiblemente menor. Mejoras que, en ning¨²n caso, revierten a la situaci¨®n de 2011. Pero esto no deber¨ªa ni extra?arnos ni enfurecernos. No parece que todav¨ªa podamos permitirnos un cambio fiscal de esa envergadura. Como tampoco parece que debamos extremarnos en un mejor trato posible a los grandes contribuyentes en estos momentos, como hace esta reforma.
Carece de justificaci¨®n que el alquiler no este mejor tratado fiscalmente que la propiedad
La reforma del IRPF trae consigo tambi¨¦n una mejora de las deducciones generales y familiares (hijos a cargo o familiares dependientes o con discapacidad), del tratamiento fiscal de las rentas del ahorro y homogeneiza el tratamiento de la vivienda en alquiler con el de la vivienda en propiedad. Est¨¢ bien, pero hubiera estado mejor que la mejora en las deducciones familiares y personales fuese m¨¢s selectiva en funci¨®n del nivel econ¨®mico del contribuyente, por las razones antedichas. O que la mejora del ahorro, traducida por ejemplo en las deducciones de una parte de los rendimientos de la nueva categor¨ªa de dep¨®sitos o seguros de ahorro a 5 a?os (il¨ªquidos en ese plazo), se hubiese reservado a verdaderos productos de ahorro previsional a largo plazo, cuya fiscalidad, sin embargo, empeora marginalmente.
Dif¨ªcilmente se justifica, por otra parte, el que el alquiler, despu¨¦s de la que nos ha ca¨ªdo, no siga estando mejor tratado fiscalmente que la propiedad, aunque sea a costa de reducir adicionalmente los favores fiscales a esta ¨²ltima modalidad de tenencia para no incurrir en mayores beneficios fiscales que no nos podemos permitir.
En lo que se refiere al IVA, debe aplaudirse el nuevo criterio de que los ¡°servicios de telecomunicaciones, de radiodifusi¨®n y televisi¨®n y de las prestaciones de servicios efectuadas por v¨ªa electr¨®nica¡± prestados a los consumidores finales pasen a tributar en el pa¨ªs en que son consumidos. Adem¨¢s, pasan a tributar al tipo ordinario (el 21%) los productos sanitarios que no est¨¦n directamente destinados a su uso por personas con deficiencias de alg¨²n tipo. Pero, como comentaba anteriormente, el Gobierno hace caso omiso de las recomendaciones de los organismos internacionales y se expone a que estos le hagan recordatorios recurrentes en los momentos m¨¢s inoportunos, que no faltar¨¢n en el pr¨®ximo a?o.
Las empresas no financieras ver¨¢n reducido el tipo del impuesto de sociedades al 25% en 2016 y las pymes podr¨¢n reducirlo hasta pr¨¢cticamente el 20% acogi¨¦ndose a determinadas condiciones. Se preserva pues la capacidad recaudatoria en el caso de las entidades financieras, un gesto quiz¨¢ hacia el tendido popular que achaca a estas entidades su sufrimiento, que sin embargo se compensa con el mejor tratamiento fiscal a los dep¨®sitos fijos a 5 a?os.
Por ¨²ltimo, en cuanto al contenido de la reforma referido a la lucha contra el fraude, no faltando medidas aqu¨ª y all¨¢ en la propuesta del Gobierno, se echa en falta un ataque frontal de la reforma contra esta verdadera plaga de nuestro sistema fiscal y una de las m¨¢ximas prioridades de todo Gobierno y de la sociedad en su conjunto.
La estimaci¨®n del Gobierno de que la rebaja del IRPF dar¨¢ lugar a un incremento del PIB del 0,55% en el bienio 2015-2016 es veros¨ªmil, debido al est¨ªmulo a la demanda interna que implica. Ese aumento significa, a su vez, un aumento de la base imponible de los diferentes impuestos que podr¨ªa rendir un retorno fiscal de alrededor de 2.000 millones de euros, lo que no es mala compensaci¨®n para la factura fiscal de la reforma, estimada como se ha comentado en los 9.000 millones.
Se echa en falta un ataque frontal contra el fraude, la verdadera plaga de nuestro sistema
Valorando t¨¦cnicamente los diferentes elementos de esta reforma fiscal, puede concluirse que junto a cambios necesarios y m¨¢s que oportunos, como la rebaja de la factura fiscal de los contribuyentes m¨¢s castigados por la crisis, el Gobierno ha introducido modificaciones innecesarias e inoportunas en estos momentos que no facilitar¨¢n el cumplimiento de los objetivos de la consolidaci¨®n en la que todav¨ªa, no se olvide, nos encontramos plenamente inmersos. En materia de consolidaci¨®n, apenas hemos cubierto la mitad del trayecto establecido para el objetivo de d¨¦ficit. Este trayecto es innegociable en lo que se refiere al punto de llegada, aunque, como se ha visto en el pasado, siempre caben revisiones de plazos.
Pero, m¨¢s all¨¢ de los aspectos t¨¦cnicos, la valoraci¨®n que puede hacerse en el contexto preelectoral en el que inevitablemente se sit¨²a esta reforma lleva una vez m¨¢s a lamentar la excesiva dependencia que todos los Gobiernos espa?oles sufren al respecto. No hace falta llegar al extremo cinismo de don Enrique Tierno Galv¨¢n, aduciendo que ¡°las promesas est¨¢n para no cumplirlas¡±, para decir a los contribuyentes que no todos podr¨¢n beneficiarse de la rebaja de los tipos marginales en 2015 porque la situaci¨®n no lo permite, por m¨¢s que la estrategia electoralista lo aconseje.
No mantener en este caso, con vistas a los contribuyentes de mayor capacidad, la promesa de revertir el aumento de tipos que se hizo en el pasado es un acto de coherencia con una consolidaci¨®n que todav¨ªa no est¨¢ finalizada y cuya resoluci¨®n favorable ser¨¢ la mejor noticia que podamos dar a los hogares, las empresas y los mercados, adem¨¢s de a las autoridades comunitarias.
Adem¨¢s de un acto de coherencia econ¨®mica, es una interpretaci¨®n que habr¨ªa que explicar, cuidadosamente, a la sociedad. Los peque?os contribuyentes han sufrido desproporcionadamente con esta crisis, han visto hundirse sus empleos o empresas, han visto sus hogares pasando necesidades severas. Han sido excluidos incluso del sistema fiscal.
Cualquier margen que vaya abriendo la recuperaci¨®n debe distribuirse sabiamente en consolidar dicha recuperaci¨®n y compensar en la medida de lo posible a los que m¨¢s han sufrido con la crisis. Afortunadamente, ni el Gobierno ni la sociedad espa?ola han ca¨ªdo en la tentaci¨®n populista de elevar un impuesto extraordinario sobre las grandes fortunas (que bien poco se han conmovido a lo largo de la crisis); pero revertir a estos contribuyentes ahora una parte de ese margen no es oportuno. Hoy, el mejor impuesto a los grandes contribuyentes es dejar el IRPF que les afecta como est¨¢. Hasta nueva orden.
Por todo ello, me parece que esta reforma es excesiva en el detalle con el que aborda tantas figuras fiscales diferentes. Creo que su eficacia, eficiencia y virtud distributiva, estando presentes en el proyecto del Gobierno, podr¨ªan haberse visto reforzadas mediante una propuesta m¨¢s simple, enfocada en la poca redistribuci¨®n que podemos permitirnos en estos momentos y declarativa de una inquebrantable voluntad de acabar con el fraude fiscal aportando m¨¢s palancas decisivas para ello.
Jos¨¦ A. Herce es profesor de Econom¨ªa en la Universidad Complutense de Madrid y director asociado de Afi.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.