Divorcio financiero
La separaci¨®n entre mercados y fundamentos de las econom¨ªas es un hecho, lo que inquieta son los riesgos que tratan de evitar los bancos centrales
En apenas dos a?os, las condiciones financieras han mejorado de forma significativa en la eurozona, pero no lo han hecho en igual medida sus fundamentos econ¨®micos. Esa asimetr¨ªa es expl¨ªcita en los pa¨ªses considerados perif¨¦ricos.
El origen de esa mejora es la advertencia del BCE, el 26 de julio de 2012, de su disposici¨®n a hacer todo lo posible para evitar males peores a los ya observados entonces en Italia y Espa?a. Hasta ese d¨ªa, adem¨¢s de los problemas propios de las econom¨ªas rescatadas, en la italiana y en la nuestra se manifestaba en toda su extensi¨®n un ¡°bucle diab¨®lico¡± entre unos sistemas bancarios necesitados del dinero de los contribuyentes y la percepci¨®n del aumento de la deuda p¨²blica, del riesgo de insolvencia de los Estados. Como consecuencia de ello, las probabilidades de ruptura del euro aumentaron hasta niveles inquietantes. La deuda p¨²blica de esos dos pa¨ªses cotizaba en niveles impropios de econom¨ªas avanzadas: por comprar bonos del Tesoro espa?ol con vencimiento a 10 a?os, los inversores llegaron a exigir un 7,5% de inter¨¦s. El pronunciamiento de Draghi suaviz¨® esas exigencias. Hoy esos mismos t¨ªtulos representativos de una deuda p¨²blica espa?ola mucho mayor cotizan con un tipo de inter¨¦s poco superior al 2,5%.
La reciente flexibilidad del BCE se justifica en la persistencia de la ca¨ªda del cr¨¦dito y una inflaci¨®n peligrosamente baja
La mejora se ha extendido a otros mercados de financiaci¨®n privada, especialmente para aquellas empresas, financieras o no, capaces de acceder directamente a los mercados de capitales. Lo han hecho no solo aprovechando ese mejor tratamiento de los riesgos soberanos, sino la actitud favorable a la recuperaci¨®n del crecimiento econ¨®mico de la pol¨ªtica de los principales bancos centrales del mundo. Incluso los mercados de acciones cotizan en sus alzas esa complicidad de abundante dinero y precios del mismo hist¨®ricamente bajos. En la eurozona, la reciente flexibilidad del BCE encuentra una justificaci¨®n adicional en la persistencia de la ca¨ªda del cr¨¦dito y una inflaci¨®n peligrosamente baja, especialmente en aquellas econom¨ªas que m¨¢s han sufrido las consecuencias depresivas de la austeridad fiscal.
Ese comportamiento favorable de las variables financieras no es del agrado del Banco de Pagos Internacionales de Basilea, desde hace tiempo el principal cr¨ªtico de la laxitud de los bancos centrales. Primero por el temor a la inflaci¨®n y ahora por sus potenciales efectos sobre la estabilidad financiera. El divorcio entre unos mercados financieros euf¨®ricos y los fundamentos de las econom¨ªas es un hecho, pero no ha de inquietar tanto como los riesgos que tratan de evitar los bancos centrales. En realidad, a otra instituci¨®n no menos influyente, el FMI, lo que le preocupa es que en ausencia de mayor agresividad del BCE, por ejemplo, en la eurozona domine el estancamiento y la deflaci¨®n. Sin mayor crecimiento, tampoco podr¨¢n pagarse esas deudas p¨²blicas y privadas que tanto preocupan al banco de bancos. En esta ocasi¨®n, en realidad desde poco despu¨¦s de iniciada la crisis, Washington est¨¢ m¨¢s cerca de lo que conviene a la mayor¨ªa que Basilea.?
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