El final del despilfarro

En pol¨ªtica no basta con saber lo que hay que hacer; es imprescindible saber adem¨¢s c¨®mo hay que hacerlo. El caso de la Ciudad de la Luz, el amago de infraestructura cinematogr¨¢fica construido en Alicante por la Generalitat Valenciana, lo demuestra. El cine espa?ol necesita con urgencia una industria (idea muy cara a Luis Garc¨ªa Berlanga) y la industria necesita infraestructuras. Construir una ciudad del cine en Alicante era una idea aceptable y coherente con el d¨¦ficit industrial de la cinematograf¨ªa espa?ola. Pero las autoridades auton¨®micas valencianas ejecutaron la idea de la peor manera posible. Se entregaron a costes gigantescos, a un despilfarro incesante de medios econ¨®micos ¡ªcasos como el de la Ciudad de la Luz, el aeropuerto de Castell¨®n o Terra M¨ªtica contribuyeron a la quiebra de la comunidad y explican la corrupci¨®n regional generalizada¡ª y a una espiral de desmesura pol¨ªtica y empresarial que ahora pasan factura.

La Comisi¨®n Europea ha dictaminado, con toda raz¨®n, que el proyecto de la Ciudad de la Luz, en el que se han rodado varias superproducciones (como la exitosa Lo imposible), debe ser vendida porque las pr¨¢cticas financieras con las que se construy¨® y se ha desarrollado constituyen ¡°ayudas de Estado¡±. Es decir, son contrarias a la competencia leal en el mercado de la producci¨®n cinematogr¨¢fica. La raz¨®n es sencilla de entender: la ciudad del cine de Alicante no obedec¨ªa a plan de negocio alguno, no ten¨ªa objetivos de ingresos, precios de producci¨®n, calendario de amortizaci¨®n ni prop¨®sito empresarial definido. Fue un simple mecanismo para enterrar cuantioso dinero p¨²blico durante su construcci¨®n ¡ªun foco latente de corrupci¨®n a trav¨¦s de concesiones y comisiones¡ª y una fuente inagotable de derroche despu¨¦s, cuando, sin tasa ni medida, se conced¨ªan subvenciones y prebendas a la productora que quisiera rodar all¨ª.

Una inversi¨®n estimulante en potencia ha quedado convertida en una ruina m¨¢s, vestigio de una era de derroche y fraude a los intereses p¨²blicos ¡ªah¨ª est¨¢, por ejemplo, el caso de los seis trenes del metro que la Generalitat catalana pag¨® en 2011 y siguen sin estrenar en las cocheras¡ª, por la incapacidad de gesti¨®n de los administradores auton¨®micos.

Resulta llamativo que bur¨®cratas duchos en los vericuetos legales y en la normativa europea descuidaran tan flagrantemente el riesgo de que la chapucera gesti¨®n se convirtiera en un caso de ayudas de Estado que sanciona ahora Bruselas. El da?o, que deber¨ªa reclamarse pol¨ªtica y judicialmente a los gestores responsables, es cuantioso. La Generalitat Valenciana tendr¨¢ que malvender la ciudad para recuperar los 275 millones sepultados entre sus ruinas. El esfuerzo monetario de los valencianos ser¨¢ malversado en beneficio de cualquiera que est¨¦ en disposici¨®n de comprar la Ciudad a precio de saldo. El cine espa?ol se merec¨ªa un fin mejor.