El sue?o roto de Sud¨¢n del Sur
Por Aimee Brown, desde Sud¨¢n del Sur.
Hoy se celebra el tercer aniversario de la independencia de Sud¨¢n del Sur. Sin embargo, el sentimiento de unidad y de esperanza que se respiraba en 2011 ha desparecido. Desde que empez¨® el conflicto hace siete meses, m¨¢s de 1,5 millones de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares y a vivir en terribles condiciones.
Foto: Pablo Tosco/ @oxfamintermon
Corr¨ª a refugiarme con mi familia al Malakal Teaching Hospital pero all¨ª tambi¨¦n empezaron a matar personas. Nos ped¨ªan dinero y nuestros tel¨¦fonos m¨®viles y si no ten¨ªas te disparaban. Vi c¨®mo mataban a una persona y c¨®mo violaban a una mujer en el hospital... Aquella noche, muchas personas corrieron hasta la base de Naciones Unidas. Tuvimos que dejar atr¨¢s a mi marido porque no pod¨ªa andar. Cuando la gente empez¨® a correr, ¨¦l me dijo ¡®Corre o t¨² tambi¨¦n morir¨¢s¡¯
Para refugiarse en la base de Naciones Unidas, Rebecca*, una maestra de escuela de 37 a?os, tuvo que soportar m¨¢s de lo que cualquier persona debiera soportar en toda su vida. Pero ahora, tras las alambradas de este campo de desplazados de Malakal que acoge a unas 19.000 personas, vive otra pesadilla. Los desvencijados refugios construidos con lonas y cuerdas no logran proteger a sus habitantes de las intensas lluvias que comenzaron hace seis semanas. La gente est¨¢ hacinada y apenas tiene privacidad. Adem¨¢s, buena parte de ellas, viven con el barro hasta la rodilla desde hace un tiempo. Las estructuras met¨¢licas de las camas apenas asoman unos cent¨ªmetros por encima del agua. Los hornillos se sujetan con alambres para evitar que se mojen. Las escasas pertenencias est¨¢n cubiertas por el omnipresente y pegajoso barro. Las letrinas han quedado reducidas a un pestilente lodazal de agua estancada.
Corr¨ª a refugiarme con mi familia al Malakal Teaching Hospital pero all¨ª tambi¨¦n empezaron a matar personas. Nos ped¨ªan dinero y nuestros tel¨¦fonos m¨®viles y si no ten¨ªas te disparaban. Vi c¨®mo mataban a una persona y c¨®mo violaban a una mujer en el hospital... Aquella noche, muchas personas corrieron hasta la base de Naciones Unidas. Tuvimos que dejar atr¨¢s a mi marido porque no pod¨ªa andar. Cuando la gente empez¨® a correr, ¨¦l me dijo ¡®Corre o t¨² tambi¨¦n morir¨¢s¡¯
Las personas m¨¢s afortunadas vadean a trav¨¦s de la suciedad con botas de pl¨¢stico. Las menos afortunadas, deben subirse los pantalones o la falda hasta las rodillas, y caminar descalzas, hundi¨¦ndose en el fango. Mucha gente padece enfermedades respiratorias y cut¨¢neas. El brote de c¨®lera que se produjo en Juba a¨²n no ha llegado a Malakal. Pero si lo hiciera, las consecuencias ser¨ªan devastadoras.
Naciones Unidas y las organizaciones humanitarias est¨¢n trasladando a la gente del campo a terrenos m¨¢s elevados, pero no hay sitio para todo el mundo. Tienen prioridad las personas que est¨¢n en peores condiciones, pero algunas, como Ajak*, de 60 a?os y que no puede caminar a trav¨¦s del denso barro a causa de un disparo que recibi¨® en la pierna, siguen en sus refugios inundados de fango y obligadas a depender de la ayuda de sus familiares o amigos.
Un mes despu¨¦s de que Rebecca llegara a la base de Naciones Unidas, decidi¨® volver al hospital en busca de su marido y lo hizo acompa?ada de otras mujeres ¨Cya que las probabilidades de que una mujer sola sufra ataques, sea violada o asesinada son muy altas¨C.
"Al final, encontramos a mi marido. Estaba muerto en una cama. Es imposible saber si muri¨® de un disparo, de sed o de hambre ", contaba.
Lamentablemente, la historia de Rebecca no es excepcional. Casi todas las personas que se han refugiado aqu¨ª han perdido a alg¨²n ser querido, sufrido violencia o visto c¨®mo destru¨ªan sus hogares. Estas personas tambi¨¦n dicen haber perdido la dignidad, vi¨¦ndose obligadas a vivir en estas condiciones tan lamentables y a depender de la ayuda.
A pesar de todo, Rebecca afirma que vivir aqu¨ª es mejor que vivir fuera del campo, donde est¨¢ expuesta a muchos peligros. "Si vas sola por la calle y te cogen, no te puede pasar nada bueno. En este campo al menos estamos seguros. Aqu¨ª hay protecci¨®n. Solo durante la noche, en lugares oscuros, puedes sufrir alg¨²n ataque", dice.
Ajak y Rebecca son solo dos de las 1,5 millones de personas desplazadas por este conflicto, tanto fuera como dentro de Sud¨¢n del Sur. Casi 100.000 han buscado refugio en bases de Naciones Unidas como la de Malakal, y 350.000 han atravesado la frontera en su huida hacia Uganda, Kenia, Etiop¨ªa o Sud¨¢n. Muchas no han podido plantar sus cultivos, lo que significa que tendr¨¢n dificultades para alimentarse los pr¨®ximos meses. Hasta ahora, el sufrimiento de la poblaci¨®n ha sido muy grande, pero, desgraciadamente, todo indica que empeorar¨¢. Se prev¨¦ que, cuatro millones de personas padezcan hambre a para finales de este a?o.
Antes de que los combates comenzaran el pasado diciembre, todo apuntaba que la tasa de crecimiento del PIB de Sud¨¢n del Sur ser¨ªa la m¨¢s alta del mundo en 2014. En enero, los enfrentamientos en la capital del pa¨ªs, Juba, ya se hab¨ªan extendido a los estados de Jonglei, Lagos y Alto Nilo. Desde entonces, la producci¨®n de petr¨®leo ha disminuido notablemente. Incluso si ahora, los l¨ªderes de las facciones enfrentadas comenzasen a priorizar las necesidades de la poblaci¨®n por encima de sus aspiraciones personales, se tardar¨ªan a?os en reparar el da?o causado en los ¨²ltimos siete meses.
Hoy, 9 de julio, se celebra el tercer aniversario de la independencia de Sud¨¢n del Sur. Pero si miramos lo ocurrido desde enero, las personas como Rebecca y Ajak no tendr¨¢n mucho que celebrar.
* Los nombres se han modificado para proteger la identidad de estas personas.
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