Cuando Di Stefano llev¨® tacones
Yo no hab¨ªa cumplido 10 a?os pero aquella imagen nunca se me olvid¨®. Aquel jugador que nos ganaba. Aquel Di Stefano de mi infancia y adolescencia ¡ªun ¨ªdolo de la realidad y de los cromos que parec¨ªa mayor, hablaba raro y estaba un poco calvo¡ª sal¨ªa en la ¨²nica televisi¨®n y con sus piernas convertidas en las de una de aquellas j¨®venes con tacones que empezaban a conturbarnos. S¨ª, el m¨ªtico Di St¨¦fano, el que m¨¢s tem¨ªamos los peque?os atl¨¦ticos, sal¨ªa en la tele, y en el Abcde mi padre, asegurando algo que siempre he recordado: ¡°Si yo fuera mi mujer usar¨ªa medias Berkshire¡±. Publicidad tan inolvidable como aquella de cuando cre¨ªmos ver a Nico en un caballo blanco anunciando un co?ac.
Lo recuerdo yo y se lo recuerdo a mi amigo y admirado Jorge M. Reverte que en su siempre esperada columna dice: ¡°Ten¨ªa una enorme calidad, tanta que no quiso ser m¨¢s que un tipo dedicado al f¨²tbol. No se desnud¨® para hacer anuncios de publicidad¡±. Es verdad, Jorge, no se desnud¨®, pero es que entonces aqu¨ª no se desnudaba ni Marilyn Monroe. Hab¨ªa que conformarse con las gordas mitol¨®gicas de Rubens para ver un desnudo. Di Stefano hizo mucho m¨¢s que un desnudo. Hizo que en nuestro imaginario de ni?os del franquismo entrara un hombre con unas piernas tan hermosas, por lo menos, como las de Bibi Andersen 40 a?os despu¨¦s.¡ª Javier Rioyo Jambrina.
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