C¨®mo parecer (una parodia de) un escritor con un ¨²nico accesorio
Una artista recrea retratos de autores m¨ªticos, de Martin Amis a Ellis, con su amuleto m¨¢s irreductible. Y no es una Olivetti
Desde Oscar Wilde, posando con un pitillo por encima del hombro, a Roberto Bola?o, que aspira el humo de un cigarro en una de sus fotos m¨¢s famosas, el combo escritor+tabaco es un cl¨¢sico de la promoci¨®n literaria, buscada o involuntaria. Hasta el escritor menos retratado del mundo, J.D. Salinger, sale fumando en la ¨²nica sesi¨®n de fotos que se hizo en la vida, y que incluye un peque?o pero significativo cat¨¢logo de gestos: con la cabeza gacha y la mano en la frente, con el humo del pitillo desafiando el ¨¢ngulo hacia arriba (actitud de ¡°estoy creando¡±); mirando de soslayo a la c¨¢mara con el cigarrillo a un palmo de la boca (actitud de ¡°ay, que me pill¨¢is aqu¨ª con las musas¡±) y, por ¨²ltimo, en la foto m¨¢s rara del escritor y probablemente la que m¨¢s detestaba, mirando a la c¨¢mara con un derroche de autoestima. Tambi¨¦n hay una en esa misma sesi¨®n en blanco y negro en la que aparece encorvado, con una mano en el costadillo y otra agarrando el Marlboro o lo que fuese (¡°escribir es duro, amigos¡±).
Szilvia Molnar, una insider de la industria editorial de origen sueco pero afincada Nueva York, not¨® c¨®mo prevalece a¨²n ese modelo y cay¨® en la cuenta de la de cosas creativas que puede llegar a hacer un escritor con un cigarrillo en una foto promocional al ver el p¨®ster para un evento literario con Zadie Smith y Karl Ove Knausgaard. En el cartel, ella aparec¨ªa ¡°sensual y con una actitud cercana¡±, mientras que el autor de Mi lucha (Anagrama), ¨²ltima sensaci¨®n de las letras escandinavas, posaba como suele: intenso, muy intenso, y exhalando humo. De ah¨ª naci¨® el proyecto El hombre, el escritor y su cigarrillo, en el que Molnar se marca un Cindy Sherman recreando las fotos de autores famosos (y sus pitillos).
Durante semanas, Molnar fue posando, ahora como Kanusgaard, ahora a lo Bret Easton Ellis, con una pose m¨¢s fr¨ªvola, de cigarrillo colgando de los labios en precario equilibrio (no confundir esa pose con la del tipo Albert Camus, en la que el pitillo tambi¨¦n cuelga de los labios pero lo que se intenta transmitir es introspecci¨®n, no desaf¨ªo), despu¨¦s a lo Martin Amis. Este ¨²ltimo, en su versi¨®n joven, recreando la famosa foto de Angela Gorgas que cincel¨® la imagen de Amis como el Mick Jagger de la literatura, y en versi¨®n mediana edad, mirando a c¨¢mara y a punto de capturar el cigarro entre los dedos. Su amiga Maria Marqvard Jensen tomaba las fotos y despu¨¦s las colgaba en Twitter, donde la serie fue adquiriendo un reducido pero significativo culto entre letraheridos con sentido del humor. ?Por qu¨¦ tanto humo? ¡°El cigarrillo simboliza muchas cosas que se han asociado a los escritores durante a?os. Es parte de esa imagen del intelectual: piensas, fumas, piensas un poco m¨¢s. Y se supone que los hombres han estado pensando por todos nosotros durante mucho tiempo. A alguna gente le encantar¨ªa que siguiese siendo as¨ª y que las mujeres escritoras mantengan otro rol: sensuales, guapas, felices. Estoy generalizando pero debe haber algo de verdad en todo esto. Si no, no hubiera sido necesario hacer este proyecto¡±, explica la ex agente literaria por correo electr¨®nico. El doble rasero de g¨¦nero en las fotos de la solapilla podr¨ªa ser la pr¨®xima frontera para autoras como Maureen Johnson, que se quejan de que la industria editorial coloca portadas demasiado femeninas y festivas incluso a los libros m¨¢s sombr¨ªos escritos por mujeres.
De esa pr¨¢ctica no se salvan ni las premios Nobel ¨Cs¨®lo hay que ver esta portada de una reciente reedici¨®n que tira bien de magenta y con una pin up en ba?ador, que m¨¢s bien parece una novela playera sobre dos amigas que se roban el novio¨C ni las autoras famosas por su sentido tr¨¢gico de la vida, como Sylvia Plath, a cuya Campana de cristal le plantaron el a?o pasado una portada cuqui-retro, tipo cafeter¨ªa de Malasa?a con carrot cake en el men¨².
A parte del p¨²blico lector le gusta pensar que los escritores no se someten al designio del marketing como lo har¨ªa, por ejemplo, un actor, pero, como se?ala Molnar, ¡°lo cierto es que nunca hace da?o si el autor es atractivo¡±, como es el caso de Knausgaard. Desde que empez¨® el proyecto, no paran de enviarle fotos de escritores fumando para reproducir. Tambi¨¦n de mujeres (¡°pero esa no es la idea¡±) y, aunque no tiene claro si lo continuar¨¢, s¨ª tiene en la reserva a algunos escritores espa?oles. ¡°Definitivamente, Andr¨¦s Barba y Javier Mar¨ªas¡±. ?ste ¨²ltimo, que suele dedicar indignados art¨ªculos a las dificultades que tiene para fumar en los hoteles (#problemasdeescritoresdelprimermundo), tiene toda una galer¨ªa de retratos envueltos en humo.
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