La France
Necesitamos a Francia en el coraz¨®n de la UE para llegar a la integraci¨®n necesaria
?¡°Jorge Sempr¨²n me ense?¨® que se pueden tener dos lenguas maternas, que se puede amar a dos pa¨ªses, sin que eso sea un problema o una tragedia.¡±?
Anne Hidalgo, alcaldesa de Par¨ªs
Necesitamos a Francia. Como espa?oles, como europeos y como ciudadanos con conciencia global. Necesitamos a una Francia orgullosa, moderna, adaptada, pr¨®spera y que supere el des¨¢nimo y el pesimismo. Necesitamos al gran pa¨ªs que fue y que ser¨¢, el que inspir¨® a todo el mundo con su Revoluci¨®n, su cultura, sus valores y su historia. Alain Peyrefitte dec¨ªa que ¡°sin Europa, Francia no ser¨¢ nada¡±, pero, sin Francia, tampoco Europa ser¨¢ nada.
Berl¨ªn marca el ritmo de la construcci¨®n europea, cuya l¨®gica exige que Par¨ªs y otras capitales le complementen
Acabamos de celebrar el 14 de julio, la fiesta nacional francesa, que este a?o marca el 225? aniversario de la toma de LA Bastilla. En esta ocasi¨®n hemos visto desfilar por primera vez a soldados argelinos por los Campos El¨ªseos, con la trascendencia hist¨®rica y simb¨®lica que implica. Se cumplen, adem¨¢s, 100 a?os de la I Guerra Mundial, se inicia un nuevo ciclo pol¨ªtico europeo tras las elecciones y se celebran los 25 a?os de la reunificaci¨®n alemana.
Europa, desde entonces, ha cambiado mucho. Hace 25 a?os, Francia y la Rep¨²blica Federal Alemana (RFA), como Italia y Reino Unido, ten¨ªan poblaciones similares en el entorno de los 60 millones de habitantes. La reunificaci¨®n supuso para la RFA sumar a m¨¢s de 16 millones de nuevos ciudadanos procedentes de la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana; provocando que desde entonces y hasta hoy, Alemania sea el pa¨ªs m¨¢s poblado de Europa. Objetivamente el eje franco-alem¨¢n se descompens¨®. Para evitar que el desequilibrio tuviera consecuencias pol¨ªticas, Alemania acept¨® verse infrarrepresentada con la ponderaci¨®n de voto, no corregida sustancialmente hasta el Tratado de Lisboa. Sin embargo, con el paso del tiempo y en un proceso acentuado por la crisis econ¨®mica, Berl¨ªn ha acabado por marcar los ritmos de la construcci¨®n europea, hasta ser hoy el punto claro de referencia. La l¨®gica de la construcci¨®n europea exige que Par¨ªs complemente a Berl¨ªn, sumando a otros pa¨ªses como Italia, Espa?a, Reino Unido o Polonia. Aunque hoy Europa ya no sea cosa de dos ¡ªsi es que lo ha sido alguna vez¡ª, Francia sigue siendo un referente para muchos pa¨ªses europeos.
Cuando Francia sufre, Europa sufre. La curaci¨®n de Europa y de Francia es parte de la misma ecuaci¨®n con la misma inc¨®gnita. La salida de la crisis, que dura ya seis a?os, pasa por generar crecimiento y empleo, que solo puede ser impulsado en conjunto desde las instituciones europeas. No hay soluciones nacionales, en el marco europeo, a la crisis. As¨ª se demostr¨® tras la apuesta fallida por tecn¨®cratas en Italia o Grecia. En los ¨²ltimos tres a?os, la econom¨ªa estadounidense ha crecido seis puntos porcentuales m¨¢s que la econom¨ªa de la eurozona. Para recuperar el pulso al mundo, la UE tiene que apostar por la senda de la integraci¨®n no solo econ¨®mica, sino tambi¨¦n pol¨ªtica. Para eso necesitamos el concurso de Francia en su condici¨®n de pa¨ªs central, con un rol de liderazgo, sin miedos ni temores. El pa¨ªs galo siempre ha ido un paso por delante, y ahora necesitamos su capacidad visionaria para bajarse de la locomotora de descontento y escepticismo, demostrado con los resultados de las elecciones europeas.
Francia, por su propia relevancia, peso hist¨®rico y bagaje cultural, mira con recelo los cambios que se producen a su alrededor. Es su propio peso como naci¨®n lo que muchas veces le impide volar y mirar m¨¢s all¨¢ del horizonte. Sin embargo, en esta segunda d¨¦cada del siglo XXI es evidente que nadie puede escapar a las grandes transformaciones que se han producido en el mundo. Nadie puede quedarse aislado de la globalizaci¨®n, ni domarla, ni tampoco liderarla en solitario. Por eso, para Francia, hoy, Europa debe ser el referente donde mirar. Una Europa que necesita del equilibrio Par¨ªs-Berl¨ªn para avanzar.
No podemos permitirnos que la Francia din¨¢mica pierda la batalla
Francia a¨²n arrastra las consecuencias del no en el refer¨¦ndum de la Constituci¨®n Europea. No fueron sus mejores horas. De eso hace ya 10 a?os, y Francia, hoy, no debe temer a la uni¨®n pol¨ªtica en Europa aunque suponga renunciar a parte de su soberan¨ªa. Al contrario, debe coliderarla, aportando su voz y su condici¨®n central de pa¨ªs a mitad de camino entre el norte y el sur y de referencia para muchos otros pa¨ªses en cuestiones sociales.
De la misma manera que Alemania dio un paso adelante, renunci¨® al marco y hoy tenemos el euro como moneda com¨²n, Francia debe salir de los viejos esquemas del Estado-naci¨®n. Con el tiempo, la preponderancia econ¨®mica alemana se ha traducido en mayor poder pol¨ªtico para Berl¨ªn. Ser¨ªa conveniente contar con el punto de vista complementario de Par¨ªs, especialmente en estos momentos en los que se avanza inexorablemente hacia una mayor integraci¨®n econ¨®mica que desembocar¨¢, para satisfacci¨®n de todos, en mayor integraci¨®n pol¨ªtica.
Francia cuenta con una s¨®lida econom¨ªa que le proporciona los mimbres adecuados para enfrentarse a las reformas con garant¨ªas. Tiene una renta per c¨¢pita que sobrepasa los 30.000 euros anuales, un Estado de bienestar fuerte y una sociedad formada; pero su crecimiento est¨¢ estancado. No podemos permitirnos que la Francia din¨¢mica pierda la batalla ante la Francia est¨¢tica, la que opone resistencias al cambio. Los europeos estamos expectantes. Como muestra un bot¨®n: la cooperaci¨®n con Francia en la construcci¨®n del mercado com¨²n de la energ¨ªa es fundamental para Espa?a. Esta cooperaci¨®n puede ser enormemente beneficiosa para Francia, para Espa?a y para Europa.
Francia debe sentir Europa como propia. Los valores republicanos franceses encuentran su mejor expresi¨®n en lo que representa la Uni¨®n Europea. La libertad, la igualdad y la fraternidad son enemigas de las visiones nacionalistas, extremistas y eur¨®fobas que encuentran ahora un momento dorado. Tampoco casan con estas visiones otras se?as de identidad francesa como la integraci¨®n, el Estado de derecho o el laicismo.
El despertar pol¨ªtico, econ¨®mico y social de Francia es crucial para todos. La senda de modernizaci¨®n no debiera tener vuelta atr¨¢s, especialmente ahora, cuando ascienden fuerzas pol¨ªticas que explotan el miedo, el odio, el rechazo al diferente y la traici¨®n a los valores republicanos. Francia ha asumido importantes compromisos internacionales recientemente que debemos agradecer. Es el momento de que Francia, con el resto de los europeos, supere el pesimismo, el des¨¢nimo y la desconfianza.
Javier Solana es distinguished senior fellow en la Brookings Institution y presidente de ESADEgeo, el Centro de Econom¨ªa y Geopol¨ªtica Global de ESADE.
? Project Syndicate, 2014.
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