Carneros
Se trata de huir a como d¨¦ lugar de la persona a la que se ha terminado por odiar. Es el caso del este divorcio a la catalana
Cuando una pareja opta por separarse lo puede hacer de varias formas. Tal vez el hombre o la mujer ha encontrado un nuevo amor. En este caso no se suele pensar en la vida en com¨²n que deja atr¨¢s, sino en un futuro m¨¢s excitante. Si la pareja es civilizada, el divorcio no plantea ning¨²n problema m¨¢s all¨¢ de la melancol¨ªa y el peque?o caudal de l¨¢grimas. Pero una forma m¨¢s agria de separaci¨®n sucede cuando uno de los dos quiere largarse a toda costa, pase lo que pase, porque ya no aguanta m¨¢s. No es tanto la excitaci¨®n que le produce emprender una nueva vida en libertad. Se trata de huir a como d¨¦ lugar de la persona a la que se ha terminado por odiar. Es el caso de este divorcio a la catalana. Da la sensaci¨®n de que Catalu?a lo da todo por bueno con tal de dejar Espa?a atr¨¢s, de perderla de vista, solo movida por el rebote del agravio, que va del odio al desprecio. Santa Teresa escribi¨® que se llora m¨¢s por las plegarias atendidas que por las no atendidas. La plegaria que hizo la derecha espa?ola al Constitucional para que se cepillara el Estatuto de Catalu?a, votado por el Parlamento y el pueblo catal¨¢n, fue atendida por un solo voto de diferencia, el de un magistrado que luego apareci¨® en la Maestranza de Sevilla fum¨¢ndose un puro. Ahora el ciudadano medio contempla con inquietud los testarazos que se dan los dos carneros nacionalistas, el espa?ol y el catal¨¢n, pugnando por demostrar cu¨¢l de los dos es m¨¢s lerdo y m¨¢s obtuso. Se cuenta que durante la Segunda Rep¨²blica, Indalecio Prieto y Gil Robles, de bandos contrarios, no se saludaron nunca en los pasillos del Congreso de los Diputados. Son muchos los que piensan que si esos dos l¨ªderes un d¨ªa se hubieran sentado a tomar caf¨¦ no se habr¨ªa producido la Guerra Civil. El Constitucional atendi¨® la plegaria. Se carg¨® el Estatuto. Vale. Ahora solo queda llorar.
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