Roger Federer: el cl¨¢sico eterno
Entre vi?edos de champa?a, descubrimos el lado m¨¢s humano de un hombre familiar con ¡°cero presi¨®n¡± por llegar a ser perfecto
La tarde del pasado 6 de julio, tras un vibrante duelo en la hierba del All England Club, el tenista serbio Novak Djokovic levant¨® entre sollozos el refulgente trofeo de ganador de Wimbledon con el que ha reconquistado el puesto n¨²mero uno del mundo y se acerc¨® al micr¨®fono conectado a la megafon¨ªa de la pista central para decir, medio en broma, medio en serio: ¡°Gracias por dejarme ganar hoy¡±.
El destinatario del mensaje, un sonriente Roger Federer, permanec¨ªa a escasos metros sosteniendo en sus brazos el galard¨®n de finalista. Vestido de inmaculado blanco-Wimbledon, apenas parec¨ªa mostrar rastro alguno de sudor ni en su rostro, ni en su cabello casta?o, ni en el resto de su cuerpo, tras casi cuatro horas extenuantes de partido en las que hab¨ªa entonado un recital de clasicismo t¨¦cnico cargado de ecos de otra ¨¦poca que obligaron a su adversario a disputar un ajustad¨ªsimo quinto set en la ¨²ltima final del torneo de tenis m¨¢s antiguo y prestigioso del mundo.
¡°Por eso ostenta 17 Grand Slams y por eso ha sido el mejor jugador de todos los tiempos¡±, prosigui¨® Djokovic honrando a su oponente, siete veces ganador de Wimbledon. ¡°En los momentos dif¨ªciles siempre saca sus mejores disparos. Es un ejemplo de gran atleta, un modelo a seguir para muchos ni?os, y respeto mucho su trayectoria¡±. Federer asinti¨® manteniendo la sonrisa. Acababa de demostrar al mundo con una derrota por la m¨ªnima en la ¨²ltima manga por qu¨¦, a los casi 33 a?os que cumple en agosto y tras 16 como profesional, sigue siendo uno de los reyes de este deporte. Y probablemente el ¨²ltimo exponente de la elegancia en el tenis.
Esta ¨²ltima cualidad es algo que el ic¨®nico suizo despliega tanto dentro como fuera de la pista. Una buena forma de comprobarlo en persona fue viajar semanas antes de esta final de Wimbledon hasta la localidad francesa de ?pernay, en el coraz¨®n de la C?te des Blancs, donde alberga sus bodegas la maison m¨¢s universal del champa?a de la que Federer es embajador. El genio de Basilea se present¨® ante este periodista tras abrir ¨¦l mismo las puertas correderas con espejos de aire versallesco que cierran una majestuosa estancia de la primera planta de la residencia de Trianon, el palacete que orden¨® construir Jean-Remy Mo?t, talentoso nieto del fundador de la casa Mo?t & Chandon, para albergar las visitas de los mism¨ªsimos Napole¨®n y Josefina. El tenista entr¨® en una sala decorada con sillones Luis XVI luciendo sus esbeltos 1,86 metros de estatura embutidos en un traje de Dior azul oscuro y una camisa de Louis Vuitton de color blanco y lunares burdeos. Sus modales de pr¨ªncipe y la bonhom¨ªa sincera parec¨ªan ratificar la calificaci¨®n a quien fue considerado hace tres a?os, en una encuesta del Repu?tation Institute, como el hombre que despertaba m¨¢s confianza en el planeta despu¨¦s de Nelson Mandela.
Cuando me eliminan de un torneo, dejo de ver tenis y me voy a jugar con mis hijos¡±
¨C?No se cansa de parecer tan perfecto?
?¨CSiento cero presi¨®n al respecto. Soy lo que soy. Puede que la gente piense que soy el chico perfecto, pero no lo soy en absoluto. Tengo mis problemas, meto muchas veces la pata y aprendo de ello. Estoy orgulloso de representar bien al tenis y de ser la imagen de grandes marcas. Y disfruto haci¨¦ndolo. Si no tuviera esta sensaci¨®n, te aseguro que lo dejar¨ªa todo. Llegado a este punto de mi vida, necesito hacer cosas que realmente me gusten. No intento pulir una imagen perfecta, mejor de la que la prensa y la gente creen que tengo. Es cierto que soy educado y respetuoso y trato de ser un ejemplo para los ni?os. Pero si eso te hace pensar que parezco el chico perfecto, la verdad es que no lo soy en absoluto.
Bronceado y sin perder la sonrisa en ning¨²n momento, Federer hab¨ªa venido hasta la regi¨®n de Champa?a una semana antes del arranque del Grand Slam parisiense de Roland Garros para dar rienda suelta a su nada oculto esp¨ªritu gourmand. Siendo imagen de Mo?t & Chandon, no quer¨ªa perderse la inauguraci¨®n del restaurante ef¨ªmero LE &, que ha brindado a sus comensales hasta el pasado 9 de julio un maridaje de champa?as especiales de la maison, como el nov¨ªsimo Grand Vintage de 2006, con los platos del afamado chef Yannick All¨¦no. ¡°En este caso, para m¨ª resulta especialmente atractiva la idea del chef de cave de Mo?t & Chandon Beno?t Gouez de maridar un men¨² en el que el eje central es precisamente el vino de champa?a¡±, explica el suizo. ¡°Y adem¨¢s est¨¢ el hecho de que colabora en esta propuesta con el chef Yannick All¨¦no, cuyo trabajo adoro. La alta cocina es una de las cosas que m¨¢s disfruto con mi esposa. En cuanto me contaron la idea de lo que vamos a experimentar esta noche, no dud¨¦ un segundo en escaparme una semana antes de Roland Garros. Tambi¨¦n vine aqu¨ª para empezar a liberar tensi¨®n antes del torneo. Pensar en algo m¨¢s que el tenis es tambi¨¦n muy importante¡±.
Su papel en el torneo franc¨¦s fue digno de olvido. Capitul¨® en octavos de final ante el let¨®n Ernest Gulbis. Antes pas¨® por Roma sin pena ni gloria. El nacimiento de sus gemelos Leo y Lenny en mayo le hac¨ªa tener el foco en otro sitio. Pero lleg¨® Wimbledon para reivindicar su figura ante el avance de un nuevo estereotipo que viene reclamando un relevo en el ranking mundial. Raonic, Dimitrov (ambos liquidados en semifinales por Federer y Djokovic, respectivamente), Kyrgios (que ape¨® a Nadal en octavos de final)¡ Altos y recios como castillos, por encima del 1,90 de estatura y con una fuerza en el saque dif¨ªcil de contrarrestar.
Frente a este cambio de paradigma y empuje de juventud sigue brillando la veteran¨ªa de Federer, actual n¨²mero tres del mundo y el tenista que ha permanecido m¨¢s semanas (302) como n¨²mero uno de la disciplina. El secreto de su ¨¦xito sigue residiendo en la apuesta por mantener la fuerza de su saque y dosificar sus pasos para subir como una gacela a la red, demostrando qui¨¦n manda en la pista e imponiendo su juego de alta precisi¨®n que busca al adversario a contrapi¨¦ con golpes ganadores y ¨¢ngulos imposibles de una belleza extrema, ya sean ejecutados por su derecha implacable o por su eterno rev¨¦s a una mano de proporci¨®n ¨¢urea. Los mismos que el fallecido mito de las letras estadounidenses David Foster Wallace describi¨® en un art¨ªculo de 2006, traducido al espa?ol en la recopilaci¨®n de ensayos En cuerpo y en lo otro publicada por la editorial Mondadori, y donde el escritor consideraba los disparos de Federer tan sublimes como para provocar al verlos ¡°que se te quede la boca abierta y se te abran los ojos como platos y empieces a hacer ruidos que provocan que venga corriendo tu c¨®nyuge desde la otra habitaci¨®n para ver si est¨¢s bien¡±. Es lo que Wallace catalog¨® como ¡°momentos Federer¡±, esos que ¡°resultan m¨¢s intensos si has jugado lo bastante al tenis como para entender la imposibilidad de lo que acabas de verle hacer¡±. Todav¨ªa hoy, el suizo puede ser incluso considerado un outsider ante el estilo y la envergadura muscu?lar de los Nadal, Djokovic y Murray, que le acompa?an en el grupo bautizado como Los Cuatro Fant¨¢sticos por el n¨²mero de torneos cuyas victorias han acostumbrado a repartirse durante los ¨²ltimos a?os.
¨C?Se siente como el ¨²ltimo exponente de la elegancia en el tenis mundial?
¨CYo no dir¨ªa eso. Pero es cierto que mirando atr¨¢s en el tiempo, hacia c¨®mo era este deporte hace 50 a?os o 25, cuando llegu¨¦ a competir contra Sampras, quien empez¨® en los ochenta y noventa, me siento m¨¢s cerca de aquellos tipos que jugaban de manera muy cl¨¢sica, muy tradicional. Hoy todos son igualmente fuertes. En el saque, en la red, en el fondo, en los movimientos¡ El tenis se ha convertido m¨¢s en un deporte de movimiento que de disparos y talento. Es m¨¢s el trabajo que el talento lo que te lleva hoy hacia lo m¨¢s alto. En este sentido, me encuentro en desventaja con respecto al estilo de juego actual. He tenido que hacer muchos ajustes en mi carrera, pero estoy orgulloso de c¨®mo los llev¨¦ a cabo porque me han permitido mantenerme elegante en mi estilo.
Dejar el tenis? ?qui¨¦n sabe lo que va a pasar en un a?o, en tres o en cinco?¡±
¨C?Cree que esa forma de jugar que usted representa volver¨¢ a verse en el circuito profesional?
¨CMe parece complicado. No veo que este deporte est¨¦ volviendo a lo que fue. Todos se mueven hoy muy bien, sacan con mucha potencia¡ Quiz¨¢ pueda ser algo que ocurra dentro de 20 a?os, pero no lo ver¨¦ hoy.
La paradoja es que esa actitud suya a contracorriente sigue soplando a favor del mercado. Adem¨¢s de ser el tenista que m¨¢s dinero se ha embolsado en t¨ªtulos (60 millones de euros), Forbes calcula que sus patrocinadores le reportan anualmente m¨¢s de 30 millones de euros. Entre ellos, Rolex, Nike, Credit Suisse y Mo?t & Chandon, la maison con la que firm¨® un acuerdo por cinco a?os a finales de 2012. A pesar de la tentaci¨®n de poder seguir viviendo muy bien exclusivamente de su cotizada imagen, Federer se muestra convencido de tener a¨²n mucho que decir en la pista. Incluso al margen del reloj biol¨®gico que aparentemente deber¨ªa empezar a correr en su contra, pero al que ha mandado al otro barrio tras su ¨²ltimo recital en Wimbledon.
¡°?Empezar a vislumbrar el final de mi carrera? La respuesta es no. Para m¨ª todo contin¨²a. Entiendo que tengo hijos y que son la prioridad en la vida, pero el tenis es algo que realmente disfruto. Adem¨¢s, a mi mujer le gusta viajar conmigo y a los ni?os tampoco les importa. Y creo que es bueno para su educaci¨®n. Espero seguir en esto muchos a?os. Pero, bueno, ?qui¨¦n sabe lo que va a pasar en un a?o, en tres o en cinco? No puedo responder a eso. Me encantar¨ªa saber cu¨¢ndo estar¨¦ retirado, pero es algo que vivo abiertamente y espero seguir jugando tanto tiempo como pueda. Todo depende de c¨®mo te sientas f¨ªsica y mentalmente. Muchos acaban cansados de los viajes y del mero hecho de jugar. Entonces tienen la tentaci¨®n de hacer otras cosas. Para m¨ª lo m¨¢s importante es mantenerme lo m¨¢s exitoso posible en la pista y disfrutar mientras lo hago, y el esfuerzo de hacer y deshacer maletas me sigue mereciendo la pena. Si ese no es el caso, es mejor parar. Amo a este juego. Y amo ser exitoso. Hoy m¨¢s que nunca puedo elegir los torneos en los que quiero participar. No me siento forzado a estar en competiciones a las que no quiero ir. Todo es m¨¢s relajado. Y as¨ª es como quiero jugar, sin la sensaci¨®n de tener que hacerlo¡±.
Una cuesti¨®n de principios que lleva hasta el punto de jactarse de dejar de ver los partidos de un torneo cuando cae eliminado. ¡°Por ejemplo, durante la final del ¨²ltimo Masters 1000 de Roma estaba paseando con mis ni?os en un bosque en Suiza. Alguien me dijo: ¡®Ha ganado Djokovic¡¯. Y contest¨¦: ¡®Pues vale¡¯. No me provoca nada, ninguna sensaci¨®n. Tampoco me estresa que gane uno u otro. Mientras compito en un torneo, veo todos los partidos. Estudio los rivales, el terreno de juego, el clima¡ Todos los elementos en liza. Pero cuando mi papel en un campeonato llega a su fin, apago el interruptor. Dejo de ver tenis. No me preocupo de qui¨¦n llega a la final ni de qui¨¦n acaba ganando¡±.
Antes que todo lo dem¨¢s, asegura, est¨¢ la familia. Su esposa, Mirka Vavrinec, fue tenista como ¨¦l y tras retirarse por una lesi¨®n en el pie ejerci¨® como su f¨¦rrea representante. Sus hijas gemelas, Myla Rose y Charlene Riva, est¨¢n a punto de cumplir cinco a?os y acaban de tener hermanitos, los tambi¨¦n gemelos Leo y Lenny. El padre, que dej¨® los estudios a los 16 a?os para dedicarse por entero a la raqueta y alcanzar con ella la gloria, sigue siendo un amante del f¨²tbol, el golf y el esqu¨ª. Sus suculentos honorarios le han permitido crear una fundaci¨®n con base en Z¨²rich para financiar proyectos humanitarios dirigidos sobre todo a ni?os, principalmente en Sud¨¢frica, de donde es originaria su madre. Otro pilar m¨¢s de ese camino hacia la perfecci¨®n que seg¨²n su versi¨®n oficial no intenta pulir de cara a la galer¨ªa.
Quiz¨¢ sea cierto. Resulta dif¨ªcil no sucumbir ante este argumento recordando las muy naturales l¨¢grimas de impotencia que derram¨® ante el planeta tras perder la final del Abierto de Australia en 2009 ante Rafael Nadal, su rival por antonomasia. El mallorqu¨ªn le sigue en la senda hist¨®rica con 14 Grand Slams y ha vencido en 23 de los 33 enfrentamientos directos que han mantenido, y que han dado pie a algunos de los mejores duelos del tenis de la primera d¨¦cada del siglo XXI, como la final de Wimbledon de 2008, que se prolong¨® durante cinco horas y para muchos es ya el mejor partido de todos los tiempos. Pero el ¨²ltimo enfrentamiento entre ambos ha sido dial¨¦ctico. Federer ha cargado durante el torneo de Wimbledon contra los que se toman m¨¢s tiempo de los 20 segundos reglamentarios para sacar entre punto y punto. Un ataque directo, aunque sin nombrarlo, al espa?ol, quien respondi¨® a los periodistas diciendo que ¡°llega un momento que la cancioncita ya cansa¡± y a?adiendo que porque hay quien ¡°lleva las cosas adonde a uno m¨¢s le conviene¡± abandon¨® el consejo de jugadores que ha presidido el suizo hasta antes del Grand Slam brit¨¢nico. A veces los dioses del Olimpo tambi¨¦n son humanos.
Cuando la noche cay¨® sobre las verdes colinas de vi?edos de Mo?t & Chandon durante la jornada del encuentro con Federer, el suizo lleg¨® a animarse a ayudar en los fogones al chef Yannick All¨¦no para deleite de los asistentes al evento que pod¨ªan presenciar la escena en la cocina abierta del restaurante ef¨ªmero LE & en la sede de la maison en ?pernay. ¡°Jam¨¢s hago en casa esto de ponerme un delantal¡±, proclam¨® sin rubor Federer ante el corrillo de curiosos a su alrededor. Horas antes contaba a este periodista lo que ve hoy cuando se mira al espejo: ¡°Soy un tenista profesional y un marido y padre de cuatro hijos. As¨ª de sencillo¡±.
¨C?Y qui¨¦n quiere ser usted despu¨¦s del tenis?
¨CUn hombre de familia. Como lo soy ahora, pero disfrutando quiz¨¢ de m¨¢s momentos ¨ªntimos con ellos en Suiza. Y dedicando m¨¢s tiempo a mi fundaci¨®n, a cosas que no he podido hacer durante mis d¨ªas de jugador profesional. La mayor¨ªa de las veces no puedo decidir si quiero largarme a esquiar o a un viaje sorpresa de fin de semana con mi mujer. O a pasar con ella una velada rom¨¢ntica. Quiz¨¢ ese es el tipo de cosas que espero hacer cuando me retire.
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