Oportunismo pol¨ªtico

La fabricaci¨®n de una ley electoral a medida por el PP en Castilla-La Mancha lanza un mensaje al conjunto de Espa?a: ni siquiera la conveniencia de una posible reforma del Estado, que ser¨ªa una operaci¨®n necesitada de amplios consensos, hace tentarse la ropa al partido mayoritario a la hora de mover las reglas del juego donde y como le interesa. Las organizaciones populares de otras autonom¨ªas flirtean con ideas de reforma electoral unilateral e incluso el PP a escala nacional medita cambios en la forma de elecci¨®n de los alcaldes a pocos meses de la disputa en las urnas. Pero esto no es un concurso de ocurrencias, ni las cosas deben hacerse seg¨²n le venga bien al poder.

En el caso de Castilla-La Mancha, se reduce el n¨²mero de diputados (son 49; iban a ser 53 en la pr¨®xima elecci¨®n, pero se fijan ahora en 33) y queda al albur de la convocatoria la determinaci¨®n de cu¨¢ntos le tocan a cada provincia adem¨¢s del m¨ªnimo asignado. As¨ª se recorta la proporcionalidad ¡ªcuantos menos esca?os hay en disputa, m¨¢s probable es la prima de parlamentarios al vencedor¡ª y se deja abierta la asignaci¨®n de un esca?o de m¨¢s o de menos a cada provincia, presumiblemente en funci¨®n de las expectativas del partido en el poder. Las nuevas reglas no garantizan que Mar¨ªa Dolores de Cospedal y los suyos ganen el partido cuando salten al terreno de juego en la primavera pr¨®xima, y de ah¨ª que sea excesivo calificar lo ocurrido de ¡°pucherazo¡±, como hacen la oposici¨®n de Castilla-La Mancha y el nuevo l¨ªder del PSOE, Pedro S¨¢nchez. Pero es indiscutible que estamos ante una maniobra de oportunismo pol¨ªtico.

Los argumentos del PP para llevar a cabo esta reforma son otros: la austeridad, la necesidad de reducir el coste del aparato pol¨ªtico o el bajo n¨²mero de tareas que realmente desempe?an muchos parlamentarios auton¨®micos. Eso es un debate distinto, y desde luego muy pertinente: el sistema institucional espa?ol necesita una buena reforma para hacerlo m¨¢s eficiente, en la cual podr¨ªa reconsiderarse si tiene sentido mantener el despliegue de poderes auton¨®micos en sus dimensiones actuales, al igual que el de otras instituciones. Si eso requiere consenso, tambi¨¦n lo necesitan las reglas electorales ¡ªcomo se ha hecho desde los tiempos de la Transici¨®n¡ª. Democracia no es solo hacerlo mejor, sino hacerlo con un determinado procedimiento, que solo puede alterarse por razones de aut¨¦ntico peso.