Acoso a Putin
Europa decide por fin sanciones econ¨®micas significativas para frenar a Rusia en Ucrania
Europa por fin, coordinada con Washington, ha decidido aumentar sus sanciones contra Rusia por su papel en Ucrania. Dos son las consideraciones que han arrancado a la Uni¨®n Europea de la pusilanimidad mostrada durante meses, y que llevan las relaciones con Mosc¨² a su punto m¨¢s bajo en d¨¦cadas: el sostenido bloqueo del acceso a los restos del avi¨®n malasio derribado por separatistas prorrusos y el hecho de que el Kremlin sigue introduciendo en Ucrania armas pesadas en apoyo de los rebeldes.
La UE y EE UU apuntan a los sectores financiero, energ¨¦tico y armamentista. Se pretende excluir a Rusia de los mercados de capitales europeos y estadounidenses e impedir que llegue tecnolog¨ªa avanzada a su industria petrol¨ªfera, fuente de poder de un pa¨ªs con las mayores reservas combinadas de gas y petroleo del mundo. Europa, sin embargo, ha calibrado sus costes. El embargo de armas no se aplicar¨¢ a los contratos en marcha; y las restricciones tecnol¨®gicas excluir¨¢n a la industria del gas natural, del que la UE depende en buena medida.
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Desde que comenz¨® la crisis de Ucrania, Putin ha encadenado mentiras y falsas promesas. El derribo del avi¨®n de pasajeros por una bater¨ªa de misiles rusa, manejada quiz¨¢ por expertos rusos desde posiciones insurgentes en Donetsk, ha colmado una escalada de indecencia moral y cinismo pol¨ªtico. Tambi¨¦n ha limitado dr¨¢sticamente la capacidad del jefe del Kremlin para dividir a Europa y EEUU.
Ucrania representa un hito en el desprecio de Putin por las normas internacionales, pero no es un caso aislado en su inadmisible deriva. El r¨¦gimen de Putin, catorce a?os ya, ha mostrado en los ¨²ltimos tiempos su faz m¨¢s real. En Rusia, con una redoblada represi¨®n de las libertades o, como muestra el caso Yukos, mediante la destrucci¨®n por cualquier medio de sus rivales pol¨ªticos. Fuera, nada m¨¢s relevante que su idilio con el genocida sirio Bachar el Asad. Mosc¨², sabemos ahora, ha violado tambi¨¦n el tratado sobre misiles de 1987, un pacto crucial del final de la guerra fr¨ªa.
Las nuevas sanciones enfrentan a Putin a un dilema: si dar marcha atr¨¢s en Ucrania para limitar da?os o, por el contrario, acentuar su desestabilizaci¨®n. El primer camino no es f¨¢cil para alguien que impulsa una feroz campa?a antioccidental y cuya popularidad interior se ha disparado con sus tropel¨ªas en el pa¨ªs vecino. Para Occidente ha llegado la hora de asumir que Putin prefiere la confrontaci¨®n. Y de extraer las conclusiones oportunas.
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