RD del Congo: ?quien atar¨ªa una cabra al lado de un leopardo?
Cuarta entrega de la serie deAlex Prats (@alexpratstweets) desde la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo (RDC). En las tres anteriores abord¨® la sombra del genocidio ruand¨¦s, la situaci¨®n de los desplazados y el problema de la tierra.
Fideline, vicepresidenta del JMTAP, un grupo deperformers para abordar el problema de los grupos armados en la RDC. Foto: Local Voices Project.
¡®Las comunidades y los grupos armados no pueden vivir juntos. Esta es la ley m¨¢s importante. ?Qui¨¦n atar¨ªa una cabra al lado de un leopardo?¡¯ (testimonio de un ciudadano congole?o en el territorio de Nyiragongo, Nord Kivu).
La RDC es citada una y otra vez como uno de los ejemplos que mejor ilustran la idea de ¡®estado fr¨¢gil¡¯ o ¡®estado fallido¡¯. El indicador que posiblemente m¨¢s dice acerca de la fragilidad de un Estado moderno es su incapacidad para proteger la vida de sus ciudadanas y ciudadanos.
En el este de la RDC, cientos de miles de personas viven bajo la amenaza constante de la violencia, especialmente aquella causada por las decenas de grupos armados, normalmente de base ¨¦tnica, que operan en la zona. Si bien se suelen denominar a s¨ª mismos grupos de autodefensa, lo cierto es que suelen atacar a comunidades vecinas para lograr asentar su control del territorio, tener mejor acceso a recursos naturales o simplemente recurren al saqueo para asegurarse el sustento. Una pr¨¢ctica habitual es la exacci¨®n a trav¨¦s de la imposici¨®n de impuestos ilegales. Las mujeres y las ni?as son quienes m¨¢s sufren las consecuencias de la violencia. Cientos de ni?as y mujeres son violadas cada d¨ªa en la RDC.
Bajo mi punto de vista, la mayor¨ªa de las personas que cometen atrocidades contra otras personas son, en cierto modo, otras v¨ªctimas m¨¢s del conflicto. Y digo la mayor¨ªa, y no todas, porque excluyo a las elites que a menudo se aprovechan de la vulnerabilidad del resto, cuando no les obligan bajo amenaza de muerte. El proyecto ¡®Local Voices¡¯ es imprescindible para comprender, a trav¨¦s de testimonios reales, cu¨¢les son algunas de las razones que siguen forzando a miles de j¨®venes a unirse a alguno de los grupos armados.
Desde 2009 trabajamos con m¨¢s de 30 comunidades en el este de la RDC para contribuir a aumentar su capacidad de protecci¨®n contra la violencia y la impunidad. Para ello, ayudamos a establecer comit¨¦s de protecci¨®n comunitarios, formados por seis hombres y seis mujeres elegidos por la propia comunidad, cuya funci¨®n principal consiste en analizar los riesgos m¨¢s importantes a los que esta se enfrenta e implementar aquellas acciones que puedan contribuir a minimizarlos. Los comit¨¦s est¨¢n apoyados por una red de agentes de cambio que facilitan las relaciones con las comunidades vecinas y autoridades locales, tanto tradicionales como estatales. Un foro espec¨ªfico para mujeres ofrece un espacio adicional para que se pueda discutir sobre las din¨¢micas que inciden especialmente en su seguridad.
Las evaluaciones realizadas demuestran que los proyectos de protecci¨®n que hemos llevado a cabo han tenido un impacto positivo. En la mayor¨ªa de las comunidades con las que hemos trabajado se ha observado una disminuci¨®n del n¨²mero de arrestos arbitrarios y casos de violencia dom¨¦stica, ha habido procesos exitosos de mediaci¨®n entre las comunidades, las autoridades y los grupos armados, se ha proporcionado el espacio necesario para que se puedan abordar casos de violencia sexual, y ha aumentado el n¨²mero de ni?as que van a la escuela.
Ante la incapacidad del Estado para proteger eficazmente a sus ciudadanos, las comunidades suelen recurrir a negociaciones directas con grupos armados, como por ejemplo, sobre el precio a pagar en los puntos de vigilancia bajo su control (como alternativa a los abusos arbitrarios) o la recogida peri¨®dica de alimentos para los combatientes (como alternativa a los saqueos indiscriminados, que adem¨¢s suelen comportar asesinatos). La situaci¨®n no es ni de lejos ideal ni justa, pero estas medidas han contribuido a reducir la violencia y evitar el desplazamiento forzado.
Sin embargo, es evidente que este tipo de intervenciones no son suficientes para devolver la paz a las comunidades del este de la RDC. El gobierno congole?o, los pa¨ªses vecinos, la Uni¨®n Africana y las Naciones Unidas deber¨¢n hacer mucho m¨¢s de lo que est¨¢n haciendo para poner fin a m¨¢s de dos d¨¦cadas de violencia. Es lo que pide este grupo de j¨®venes activistas de la comunidad de Nyabiondo en su himno por la paz.
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