El ocaso de la inicial intermedia
Diversos estudios y art¨ªculos estadounidenses anuncian el declive en el uso de esa letra entre nombre y apellido
La barba, tradicionalmente, ha podido aquilatar el porte o ensobrecer un aspecto demasiado ani?ado, incluso otorgar cierta p¨¢tina moderna en los ¨²ltimos a?os. Adem¨¢s, siempre suscita el comentario de las almas m¨¢s suspicaces: ¡°?Lleva barba? Algo debe esconder¡¡±. Lo mismo sucede con las iniciales intermedias, que pueden tanto regalar un plus de sobriedad y enigma como proyectar una imagen demasiado presuntuosa o desfasada. De hecho, en los ¨²ltimos meses, se han publicado diversos estudios y art¨ªculos que exponen que esa letra entre nombre y apellido, a menudo inventada y puesta ah¨ª como esa flor (acaso innecesaria) que se coloca en el gazpacho de Master Chef para hacer bonito, est¨¢ en ca¨ªda libre.
Se populariz¨® a finales del siglo XIX, en pleno boom demogr¨¢fico urbano, para distinguir entre ciudadanos de nombres similares pero cada d¨ªa menos gente la emplea y muchos de los que lo hac¨ªan se est¨¢n desprendiendo de ella. Los ap¨®stoles de su aniquilaci¨®n definitiva aseveran que la inicial intermedia es para listillos, aunque la de Homer J. Simpson o la de George W. Bush podr¨ªan desmontar el argumento. Pero, por otro lado, ah¨ª est¨¢n much¨ªsimos grandes nombres: Arthur C. Clarke (en honor a su padre Charles), Hunter S. Thompson, William S. Burroughs¡ ?Un momento! Todos escritores.
Los escritores que utilizan letras intermedias son percibidos como m¨¢s talentosos, seg¨²n un estudio
La revista Time se hac¨ªa eco recientemente de un estudio publicado por el European Journal of Social Psychology que subrayaba la idea de que, efectivamente, los escritores que cuelan esa letra son percibidos como m¨¢s talentosos. Lo probaron con un experimento: los estudiantes deb¨ªan puntuar los textos de una serie de autores del uno al siete: David Clark, David F. Clark, David F. P. Clark y (tensaron mucho la cuerda) David F. P. R. Clark. Aunque parezca un chiste de Mel Brooks, gan¨® por goleada, con una puntuaci¨®n de seis, el que ten¨ªa no una sino tres iniciales intermedias. Cuando ampliaron la prueba y les preguntaron con qui¨¦n formar¨ªan equipo para un concurso intelectual, se decantaron por los nombres con iniciales (algo que no sucedi¨® cuando se propon¨ªa un reto deportivo). Hay que a?adir, sin embargo, que el estudio podr¨ªa ser un pel¨ªn interesado: los profesores que lo promovieron se llamaban Wijnand A. P. van Tilburg y Eric R. Igou.
Esta investigaci¨®n acad¨¦mica confirma todas las observaciones de Bruce Feiler, escritor y articulista de The New York Times que emple¨® en su d¨ªa la inicial intermedia, pero que se ha deshecho de ella. Como todos los ex conversos ataca con furia para defender que la susodicha inicial est¨¢ m¨¢s acabada, por as¨ª decirlo, que las maracas de Mach¨ªn. Explica en un art¨ªculo reciente publicado en su diario que en los ¨²ltimos meses la ha abandonado Nicholas Kristof (compa?ero de cabecera y analista opinativo), que la librer¨ªa de Barack Obama se deshizo de la H (de Hussein) que ten¨ªa por motivos pr¨¢cticos y que en abril muri¨® el editor de Mad Magazine, la revista sat¨ªrica cuya mascota luc¨ªa una de las iniciales intermedias m¨¢s famosas: Alfred E. Newman (la E, seg¨²n los creadores, era para ¡°enigma¡±, pero Feiler defiende ahora, con aire nost¨¢lgico, que nuestra ¨¦poca es demasiado obvia y no entiende de sutilezas). Que se conserva en c¨ªrculos ultra acad¨¦micos, s¨ª, pero ha desaparecido de la esfera del showbusiness y el deporte. Es tambi¨¦n incre¨ªblemente molesta en la era de Internet, por su dif¨ªcil inclusi¨®n en las URL (en castellano sucede a menudo con la letra e?e: ejemplo: a?o; ejemplo m¨¢s concreto, a leer en una URL: ¡°el a?o de Mariano Rajoy¡±).
En 1900 el 84 % de los miembros del Congreso de EE UU usaban su inicial, ahora s¨®lo hace gala de ella un 38%
Los datos est¨¢n del lado de Feiler: en 1900, el 84% de los miembros del Congreso de EE UU contaban con su inicial, mientras que ahora s¨®lo hace gala de ella un 38%. Lo mismo sucede con los Premios Pulitzer: todos en 1920, s¨®lo uno de doce este a?o. Siete presidentes consecutivos en el pasado, de Franklin D. Roosevelt a Gerald R. Ford; ¨²ltimamente s¨®lo George W. Bush.Feiler tambi¨¦n cita a Frank Muessel, editor de Names: A Journal of Onomastics. El especialista apunta que tanto los miembros de la Generaci¨®n X como los millenials (nativos de Internet) piensan que la inicial intermedia es clasista, aunque los especialistas insisten en que sigue siendo ¨²til en determinados ambientes. Muessel, de hecho, se la borr¨® en los ochenta. Sin embargo, hay excepciones: la emplean a¨²n, seg¨²n dice, mujeres que planean una carrera pol¨ªtica, aunque a veces el sector femenino se vea obligado a ello. A una tal Joanne Rowland su agente le dijo que vender¨ªa menos si quedaba tan claro su nombre de mujer. Un tipo tan visionario como el ejecutivo de Decca que rechaz¨® a los Beatles. Aunque, bien, finalmente le hizo caso y firm¨® J. K. (por Kathleen, su abuela) Rowling.
?Tendr¨ªa m¨¢s sentido este art¨ªculo si lo firmara Miqui M. Otero? Motero, habr¨¢ que pensar en ello. Lo consultaremos con el jefe.
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