Cocineros
Uno da para lo que da y, adem¨¢s, en materia de alta cocina se qued¨® en la espuma de nada
Dec¨ªa Einstein, que algo sabr¨ªa del tema, que es m¨¢s f¨¢cil desintegrar un ¨¢tomo que una idea preconcebida. As¨ª que no ser¨¦ yo el que pretenda aqu¨ª demostrar que la gastronom¨ªa no es el arte de este tiempo y que los cocineros (perd¨®n: los restauradores) no son por tanto nuestros artistas m¨¢s importantes. Que venga otro y lo diga, que yo no quiero pasar por analfabeto.
Eso s¨ª, despu¨¦s de leer hace pocos d¨ªas en las p¨¢ginas que casi diariamente dedica este peri¨®dico, como todos los dem¨¢s (es natural: hablamos del primer arte de nuestro tiempo), a la alta cocina nacional y universal que uno de nuestros chefs m¨¢s considerados ha abierto un restaurante en Ibiza en el que, no conforme con ofrecer creaciones y maridajes ultrapo¨¦ticos realizados con t¨¦cnicas vanguardistas por cocineros que son a la vez cient¨ªficos y servidos por un ej¨¦rcito de camareros que hablan como fil¨®sofos, a?ade la novedad de cambiar, mediante proyecciones videogr¨¢ficas y cibern¨¦ticas, la decoraci¨®n del comedor con cada plato. El precio (casi 600 euros por comensal) no es el mayor problema que yo le encuentro a este nuevo templo de la gastronom¨ªa espa?ola y universal. El problema principal que yo le encuentro es que me parece casi imposible poder atender al plato, a las explicaciones de los camareros sobre c¨®mo acometerlo y degustarlo, a las de los cocineros sobre su complejidad conceptual y t¨¦cnica y a la conversaci¨®n de nuestros compa?eros de mesa y al mismo tiempo a la decoraci¨®n del sitio, que cambia continuamente. Uno da para lo que da y, adem¨¢s, en materia de alta cocina se qued¨® en la espuma de nada (creaci¨®n inspirada en los bu?uelos de viento madrile?os y en los donuts seg¨²n su creador) y en la oreja de conejo frito caramelizada, que, como resulta obvio, es un plato l¨ªquido.
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