Qu¨¦ nos dice el cine de hoy del hombre de ma?ana
Las pel¨ªculas nos ense?an que el 'bromance', el pasado oscuro, la tecnolog¨ªa y la nueva tercera edad definen la masculinidad contempor¨¢nea
Que el cine es modelo y fuente de inspiraci¨®n de roles masculinos ya no es, a d¨ªa de hoy, ning¨²n secreto: de aventureros a tipos duros del cine noir, muchos son referentes de estilo y de actitud. Tampoco es ning¨²n secreto que la gran mayor¨ªa de pel¨ªculas actuales siguen siendo un asunto de hombres pero, ?cu¨¢les son los dilemas sobre la masculinidad del presente y del futuro que nos ense?an?
En los primeros a?os de la d¨¦cada de los 90, los h¨¦roes del cine de Hollywood comenzaron a tomar consciencia de s¨ª mismos, o al menos eso dicen acad¨¦micos como David Greven, y si entonces nos encontr¨¢bamos con la primera gran crisis de la masculinidad seg¨²n el cine, parece que esa tendencia apenas ha variado, aunque en sus formas s¨ª encontramos cambios sustanciales. A principios del siglo XXI, en plena ¨¦poca bisagra, pel¨ªculas como El club de la lucha, Magnolia o American Beauty representaban a un hombre alienado que se revelaba contra las normas de la sociedad, por poner tres ejemplos del cine estadounidense m¨¢s evidentes, y ahora los arquetipos masculinos basculan entre el hoy y el ma?ana, entre el esplendor del triunfo individual y la necesidad de cooperar.
Desde hace muchos a?os Tom Cruise lleva destinado a repetir la misma pel¨ªcula de ciencia-ficci¨®n una y otra vez, pero esas variaciones nos han ense?ado que el hombre, en su faceta de h¨¦roe, tiene que probar una y otra vez su fuerza, su poder, en definitiva, poner a prueba su masculinidad y su capacidad resolutiva. En esas crisis del protagonista cuando se hace patente que las victorias son pasajeras y no son triunfos permanentes. El cine de hoy nos ense?a que todo h¨¦roe es un S¨ªsifo en potencia.
De esa conclusi¨®n se comprende el interminable ciclo de pel¨ªculas de superh¨¦roes, que tambi¨¦n nos han ense?ado que la doble personalidad no es una cuesti¨®n aislada, sino el pan de cada d¨ªa: el hombre en el cine puede ser un asesino y un padre cari?oso (como en Camino a la perdici¨®n, con Tom Hanks); o un agente implacable y un alma vulnerable, como el nuevo James Bond interpretado por el forzudo Daniel Craig. No es casual, por tanto, que veamos demasiados dobles en pantalla. De hecho, la semilla del doble comenz¨® a crecer con El club de la lucha y, desde entonces, el hombre en el cine va siempre acompa?ado de su sombra. Que tambi¨¦n puede ser su mejor amigo.
Quiz¨¢ por eso, el hombre de ma?ana jam¨¢s ir¨¢ s¨®lo por el mundo. El bromance ya no es s¨®lo ingrediente de buddy movies, sino de grandes historias de amor, de cintas de acci¨®n e imprescindible en pel¨ªculas de superh¨¦roes. El Superman del futuro no va s¨®lo repartiendo estopa y justicia: ah¨ª est¨¢ Batman, convertido en su fantasmag¨®rico contrario en la cinta que prepara Zack Snyder. Hay que hacerse a la idea: la camarader¨ªa ¨¤ la George Clooney ya es historia, as¨ª que olvida la pandilla y hazte con un compa?ero de juergas y penurias. Si no encuentras a tu James Franco particular, prueba con tu osito de peluche de la infancia.
Una cosa est¨¢ clara: el cine de hoy nos ense?a que el hombre del ma?ana ser¨¢ oscuro. Incluso los galanes de toda la vida son ahora tipos darks con un pasado a esconder. Ah¨ª est¨¢n el torturado Don Draper, de Mad Men, el no menos enigm¨¢tico Michael Fassbender en Shame o al futuro Christian Grey (Jamie Dornan). Y, adem¨¢s, unos desviados sociales. Walter White, de Breaking Bad, es nuestro modelo de empresario; Frank Underwood, de House of Cards, nuestro modelo de pol¨ªtico; y Torrente, ?el de polic¨ªa? A lo mejor no hay que ir tan lejos.
Otra tendencia que nos ense?a el cine actual es que la gran belleza de la tercera edad no es terreno acotado para Jep Gambardella y su sinuosa elegancia: los 70 son los nuevos 30 y el hombre canoso e hipermusculado parece querer seguir siendo tendencia. O si no vean c¨®mo la cuadrilla de Stallone est¨¢ a¨²n dando guerra. Los b¨ªceps, en ¨²ltima instancia, ya no ser¨¢n protagonistas en el futuro porque de manera indefectible el hombre de ma?ana ver¨¢ su cuerpo transformado tecnol¨®gicamente. Tras la carrera por conquistar los recovecos de nuestro universo, el hombre se convertir¨¢ en un ser virtual, avatar de s¨ª mismo ataviado de miles de wearables y otros dispositivos digitales con los que traspasar la en¨¦sima frontera.
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