"En la Copa del Rey de vela nunca se para"
La firma de relojes Zenith, patrocinador de la Copa del Rey de Vela, se lleva a un redactor de ICON a Mallorca como tripulante n¨²mero 13 de un barco de competici¨®n de la clase Transpac 52
Te llaman N¨²mero 13, que ya es algo que no augura nada bueno. Eres el tripulante invitado. Para este caso, somos el tipo que se sube al R¨¢n, barco sueco cuyo propietario y patr¨®n es Niklas Zennstr?m, fundador de Kazaa y Skype y presidente tambi¨¦n de la clase Transpac 52, a la que pertenece la embarcaci¨®n. Es el tercer d¨ªa de regatas en al Copa del Rey de Vela que se celebra en la bah¨ªa de Palma y el R¨¢n va segundo, a pocos puntos del estadounidense Quantum, que gan¨® esta categor¨ªa en 2013. Por detr¨¢s, casi pegados, el Gladiator brit¨¢nico y el Azzurra, bajo bandera italiana pero propiedad del argentino Pablo Roemmers.
Son poco m¨¢s de las once de la ma?ana cuando subimos a bordo del barco sueco. De los doce tripulantes, tres de ellos proceden del pa¨ªs n¨®rdico. El resto es de origen brit¨¢nico, neozeland¨¦s e italiano. ¡°?Has navegado alguna vez?¡±, pregunta un tipo con un acento neozeland¨¦s que es como una sopa de kiwis. Le respondemos que alguna vez hemos salido a pescar. Se da la vuelta y ya no volver¨¢ a dirigirnos la palabra en todo el d¨ªa. A rengl¨®n seguido, se acerca un ser humano con acento del norte de Inglaterra, quien nos indica, de forma detallada, d¨®nde debemos sentarnos y lo que debemos hacer: ¡°Te sientas aqu¨ª y haces lo que yo te diga, ?ok?¡±.
Zarpa el barco a motor y nos cobijamos bajo un toldo. Los 12 tripulantes empiezan a abrir neveras y a sacar alimentos. Tuppers con arroz, s¨¢ndwiches y m¨¢s bebidas energ¨¦ticas que en un after ibicenco. Al cabo de unos quince minutos, mientras nos acercamos al tercero de los campos de regatas delimitados en la bah¨ªa y que es en el cual tendr¨¢n lugar las dos mangas que se disputar¨¢n hoy (cada una tiene una duraci¨®n de unos 50 minutos) alguien del equipo repara en el tripulante n¨²mero 13, para quien lo m¨¢s excitante hasta el momento ha sido comprobar c¨®mo se puede tener conexi¨®n 3G en pleno mar y mandar whatsapps a familiares y conocidos narrando la emocionante aventura que se est¨¢ viviendo.
Los tripulantes producen con los brazos los mismos voltios que un ciclista de competici¨®n con las piernas
La lancha motora, que ejerce de servicio de avituallamiento y de papelera, se acerca a retirar las neveras, el toldo y dem¨¢s utensilios de navegaci¨®n recreativa. Queda poco menos de una hora para la regata y es hora de practicar ciertas rutinas. Antes, se orina por la borda de popa, se hace alguna broma y se charla un rato con el tripulante n¨²mero 13 al respecto de la monarqu¨ªa espa?ola, el reciente Mundial de F¨²tbol (obviamente, 13 no escogi¨® ninguno de estos temas, antes hubiese preferido discutir sobre huertos urbanos o m¨²sica concreta), lo raro que qued¨® todo en Valencia tras la Copa Am¨¦rica y las pr¨®ximas regatas que la tripulaci¨®n tiene previstas para los pr¨®ximos meses. El verano es mediterr¨¢neo (Ibiza y Cerde?a son las pr¨®ximas paradas para muchos de ellos). Con la llegada del oto?o, la actividad se mueve al cono sur. ?Y cu¨¢ndo se para? ¡°Aqu¨ª nunca se para¡±, nos dice el ingl¨¦s a cuyo cargo estamos. Los tipos como ¨¦l, grinders, producen con los brazos los mismos voltios que un ciclista de competici¨®n con las piernas.
Empieza el baile. Se re¨²ne la tripulaci¨®n. Como cuando te encuentras un vecino que te cae mal en el ascensor, se ponen a hablar del tiempo. Un tipo saca una especie de ipad. ?Ahora se va a poner a ver una peli? Practicamos giros, lo que para el tripulante n¨²mero 13 equivale a una clase de steps, escalando el barco a medida que se escora de babor a estribor. Suena el primer aviso. ¡°Ahora debemos buscar un buen lugar para salir, casi siempre en la zona izquierda, pero el Quantum es muy bueno en esto y casi siempre la gana¡±, nos advierte otro neozeland¨¦s, el que es mon¨¢rquico y cuenta que una vez naveg¨® con Juan Carlos I. Suena el segundo aviso. Salida limpia, anuncian por radio, y ah¨ª vamos a rebufo del barco yanqui, que ha salido a tal velocidad que parece la motora sobre la que Sonny Crocket cabalgaba la bah¨ªa de Miami.
¡°Muy bien¡±, nos felicita el ingl¨¦s a medida que nos acercamos a la primera boya. Se ve que hemos hecho algo de forma correcta. No sabemos exactamente qu¨¦, pero, en fin, que bien. Pasamos la boya segundos tras cruzarnos con los argentinos, cuya navegaci¨®n es tremendamente agresiva. O igual es la nuestra la que es bestia. Ni idea, oiga. Durante la regata nos cruzaremos unas cuatro veces m¨¢s con ellos. A la tercera nos rebasan por un palmo. El tripulante n¨²mero 13 est¨¢ convencido de que colisionaremos y nos hundiremos, y nuestra familia se enterar¨¢ de todo por el Telediario. Pero solo se cruzan insultos y maldiciones, mientras el Azzurra nos ense?a orgulloso la popa.
No es una cuesti¨®n de mareo. Son nervios. No hay un segundo de paz. Un momento todo parece ir perfecto, al siguiente, todo es una cat¨¢strofe.
Otra ce?ida, y se nos viene el barco brit¨¢nico encima. ¡°?Est¨¢s bien?¡±, nos pregunta ahora el neozeland¨¦s, que nos ve p¨¢lidos. ¡°?Vas a vomitar?¡±. Negamos con la cabeza, pero afirmamos con el est¨®mago. No es una cuesti¨®n de mareo. Son nervios. No hay un segundo de paz. Un momento todo parece ir perfecto, al siguiente, todo es una cat¨¢strofe. Mientras, de babor a estribor. Como se han olvidado de nosotros, ya no nos indican cu¨¢ndo debemos realizar el movimiento, por lo que lo acometemos por instinto, resultando en una cantidad preocupante de ocasiones en que realizamos el movimiento o demasiado pronto, o demasiado tarde. Si haces lo primero parece que vas a caer al mar. Si haces lo segundo, parece que vas a caer al mar, pero de espaldas. Cada vez hay m¨¢s cabos sueltos (y no es una met¨¢fora) que uno debe negociar. Esto es un infierno divertid¨ªsimo.
Ahora avistamos al Quantum, que vuelve de donde fue a buscar viento. A bordo del barco yanqui va otro periodista espa?ol, al que vemos, primero sentado en el suelo, algo que, no se sabe si por educaci¨®n, pudor o negligencia, a nosotros nadie nos ha pedido. Luego, sentado con los pies fuera de la borda, lo que al parecer es ilegal si lo hace el 13 y que, al final de la regata, significar¨¢ una reclamaci¨®n del Azzurra. ¡°Me han pedido el n¨²mero de tel¨¦fono, por si debo testificar¡±, nos comentar¨¢ m¨¢s tarde el colega. Teniendo en cuenta c¨®mo est¨¢ el tema de los fondos buitre y las relaciones entre EEUU y Argentina, nada bueno puede salir de eso.
Termina la regata. Terceros. Ni un gesto de alegr¨ªa, ni uno de desafecci¨®n. ¡°?Qu¨¦ te ha parecido¡±, nos pregunta el propietario de la embarcaci¨®n. Movemos la cabeza en lo que esperamos que pueda traducirse con un: genial, casi muero, estupendo, no me subo a un barco en mi vida, se lo voy a contar a mis nietos, os odio a todos, quiero una cerveza.
La siguiente regata empieza en nada, y esta vez, el R¨¢n la gana. A la postre, el campeonato quedar¨¢ de nuevo en manos del Quantum, la reclamaci¨®n del Azzurra no llevar¨¢ a nadie a los tribunales y, una vez en tierra firme, nuestro pap¨¢ ingl¨¦s, mientras recoge el material, nos recordar¨¢ que lo hemos hecho muy bien. Damos las gracias y nos vamos al bar.
A la ma?ana siguiente, mientras tratamos de llegar de la cama al ba?o y nos parece imposible por las agujetas que tenemos en los gemelos, veremos pasar por delante del hotel a una treintena de regatistas, entre ellos, media tripulaci¨®n del R¨¢n, a bordo de sus bicicletas. Cada ma?ana, antes de salir seis horas al mar a competir, hacen m¨¢s de 30 kil¨®metros de bicicleta. Aqu¨ª no se para nunca.
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