El primer baile de Su¨¢rez
El TAS ha mantenido la sanci¨®n al jugador en lo fundamental y la ha reducido en lo accesorio
Las decisiones salom¨®nicas permiten a quien las dicta mantener el aura de firmeza sin por ello negar su magnanimidad. Suelen ser tramposas, porque nunca entregan el 50% de la raz¨®n a cada una de las partes. La resoluci¨®n del Tribunal de Arbitraje Superior (TAS) sobre Luis Su¨¢rez, el jugador uruguayo transformado en Nosferatu del ¨¢rea con su mordisco a Chiellini, sostiene la firmeza y relaja lo accesorio (aunque ornamental). Su¨¢rez tendr¨¢ que cumplir los partidos de sanci¨®n con Uruguay y no podr¨¢ jugar hasta octubre, como estaba previsto; pero se le permite entrenarse con su club (el Barcelona) y participar en amistosos. El Bar?a ha recibido la resoluci¨®n con resignaci¨®n pr¨®xima a la conformidad; al fin y al cabo el club podr¨¢ presentar a su fichaje estrella (ha costado 81 millones) en un Camp Nou enardecido. Importa sobre todo el primer baile del debutante Su¨¢rez, aunque no sea oficial, en el Gamper. El negocio del f¨²tbol ha extirpado cualquier requisito de deportividad ¡ªcomo la buena conducta en p¨²blico o la ejemplaridad en la relaci¨®n con los rivales¡ª pero mantiene la ret¨®rica interesada de ilusionar a los socios (y a los intermediarios). Una tautolog¨ªa. Su dinero (el de los socios) es el que autoalimenta su ilusi¨®n; y la lujuria de los fichajes facilita al gestor evadirse de la rendici¨®n de cuentas.
Su¨¢rez, sus bocados de defensa italiano y sus recursos nos advierten adem¨¢s de que la argumentaci¨®n jur¨ªdica (en este y en otros casos de m¨¢s enjundia pol¨ªtica) ha ca¨ªdo a niveles sonrojantes. La alegaci¨®n principal de los abogados del club fue ¡°castiguen a Su¨¢rez, pero no nos castiguen a nosotros¡±. Seg¨²n esa l¨®gica (o lo que sea), no cabe sancionar jam¨¢s a un jugador, puesto que siempre hay un club perjudicado. Se sugiere que se castigue al Su¨¢rez uruguayo pero no al Su¨¢rez barcelonista; pero como eso es imposible, porque lo que se penaliza es una acci¨®n antideportiva, una defensa as¨ª parece un chiste sin gracia.
De cualquier forma, la resoluci¨®n del TAS mantiene el criterio de la sanci¨®n original, lo cual ya es un m¨¦rito, y resiste la arbitrariedad propia del sectarismo futbol¨ªstico. Si Su¨¢rez hubiera fichado por el Real Madrid o Pepe fuese jugador azulgrana, los mismos que los defienden volcar¨ªan sus talentos en atacarlos con sa?a; y viceversa.
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