Perros
Ellos no parecen juzgarnos; a diferencia de los gatos, que lo hacen todo el tiempo
Robert Walser muri¨® solo porque Carl Seelig, quien hab¨ªa prometido dar un paseo con ¨¦l ese d¨ªa, ten¨ªa a su perro enfermo y prefiri¨® quedarse en casa cuid¨¢ndolo. Max Aub narra el crimen ejemplar de una mujer que mat¨® a su marido porque ¨¦ste prefer¨ªa a su animal de compa?¨ªa. Los perros entran y salen de la literatura desde sus or¨ªgenes; tambi¨¦n de nuestras vidas. Utilizados a menudo como s¨ªmbolo y manifestaci¨®n de la fidelidad sin condicionantes, los perros parecen ser, sin embargo, menos atractivos como tema literario que los gatos, posiblemente debido a que su complacencia s¨®lo los hace veros¨ªmiles como objeto de torturas o como figuras dadoras de afecto. Anton Ch¨¦jov hizo decir a uno: ¡°Los humanos no comen los huesos que la cocinera hizo hervir para la sopa ni beben el agua en que los hirvi¨®. ?Qu¨¦ idiotas!¡±, pero el hecho de que los perros no parezcan juzgarnos (a diferencia de los gatos, que lo hacen todo el tiempo) vuelve la frase inveros¨ªmil. Naturalmente, hay decenas de perros con opiniones bien fundadas sobre sus amos: pi¨¦nsese en el Coloquio de los perros cervantino o en aquel relato del argentino Copi en el que unos perros pastores alemanes exigen ser devueltos a Alemania para crear all¨ª un r¨¦gimen en el que los humanos sean alimentados por ellos y no al rev¨¦s. Sin embargo, su bonhom¨ªa, la facilidad con la que aceptan ser entrenados, su fidelidad, hace que sus opiniones sean m¨¢s bien discutibles. ?Se puede extraer alguna ense?anza de la observaci¨®n de un perro? Lo dudo; pero, si es as¨ª, tal vez lo que podamos aprender se resuma en otra frase de Ch¨¦jov: ¡°El perro hambriento s¨®lo cree en los huesos¡±. Buena parte de nuestras convicciones tiene su explicaci¨®n en ella.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.