El miedo al ¨¦bola se hace global
De nada sirve que los expertos insistan en que el riesgo de un brote de ¨¦bola en Occidente es casi nulo, el p¨¢nico ante el virus se extiende por todo el mundo
No hay precedentes. Por primera vez en la historia, una epidemia del virus ?bola ha alcanzado a cuatro pa¨ªses de ?frica occidental, afectando a grandes n¨²cleos urbanos como Conakry, Freetown, Monrovia o Lagos. Ha provocado ya la friolera de m¨¢s de 2.473 casos y 1.350 muertos y, lo que es m¨¢s grave, sigue fuera de control. Sin embargo, tambi¨¦n por primera vez, el miedo al virus ha saltado las fronteras del continente y se ha extendido como un reguero de p¨®lvora por todo el planeta. En China, Sudam¨¦rica, Estados Unidos o Europa se han activado barreras de contenci¨®n para hacer frente a una eventual irrupci¨®n del ¨¦bola fuera del continente africano. Es el nuevo enemigo invisible al que todos temen y que est¨¢ en boca de todos. En Espa?a, posibles casos surgen por doquier, Valencia, Alicante, Bilbao, todos luego descartados e incluso emerge un debate acerca de su posible llegada entre los inmigrantes que saltan la valla o entran en patera. De nada sirve que los expertos rechacen de plano esta posibilidad o la reduzcan a casi cero. El miedo es irracional y la histeria crece.
Pocas personas en el mundo conocen tan bien esta epidemia como Philippe Barboza, epidemi¨®logo franc¨¦s de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) que estuvo primero en Guinea y luego en Sierra Leona, organizando la respuesta frente al brote. ¡°La probabilidad de que el ¨¦bola llegue a un pa¨ªs occidental es muy d¨¦bil, casi nula. Y en el caso poco probable de que esto ocurra, el riesgo de que se extienda es muy limitado. En Occidente tenemos sistemas sanitarios s¨®lidos, con centros de aislamiento y personal formado¡±, asegura. En id¨¦ntico sentido se han expresado otros especialistas, todos los que han sido preguntados. Sin embargo, lejos de quedarse con esta explicaci¨®n, el miedo ha saltado las fronteras del continente y se ha extendido por todas las latitudes. El contagio de occidentales en Liberia, un m¨¦dico y una misionera estadounidenses y el religioso espa?ol Miguel Pajares, los tres trasladados a sus pa¨ªses de origen, ha servido de acicate para que el mundo girase la cabeza hacia esta epidemia. No los mil muertos africanos, sino los tres contagiados occidentales.
S¨¢bado, 16 de agosto. Un ciudadano nigeriano acude al hospital de Sant Joan, en Alicante, con fiebre, v¨®mitos y malestar. Inmediatamente, es puesto en aislamiento y el personal sanitario adopta todas las medidas de protecci¨®n por si fuera un caso de ¨¦bola, pese a que no existen evidencias de que haya podido estar en contacto con la enfermedad ni con ninguna persona enferma. Se le toman muestras que son enviadas a Madrid, al Instituto Nacional de Sanidad Carlos III, donde finalmente se descarta la presencia del virus. Pocos d¨ªas despu¨¦s, en Bilbao, un joven vizca¨ªno que hab¨ªa estado d¨ªas antes en Sierra Leona ingresa en el hospital de Basurto tambi¨¦n con fiebre alta. Vuelve a activarse el protocolo ante posible caso de ¨¦bola, pero las pruebas acaban mostrando que en realidad tiene malaria. ¡°Los sistemas de detecci¨®n est¨¢n funcionando y es normal que muchos casos posibles acaben siendo descartados¡±, asegura Barboza, ¡°lo extra?o ser¨ªa que no hubiera ning¨²n caso sospechoso¡±.
Lo que no es tan normal es la alarma que ha corrido entre la poblaci¨®n occidental. ¡°La gente que ha estado en pa¨ªses con ¨¦bola, como Sierra Leona o Liberia, y vuelve a Europa debe estar tranquila, as¨ª como sus familiares y amigos. S¨®lo si han estado en contacto directo y estrecho con personas enfermas, y en concreto con sus fluidos, tienen riesgo de haberse contagiado. Que hagan vida normal, basta con que se controlen la temperatura a diario y al menor indicio de fiebre, que es el s¨ªntoma com¨²n a todos los enfermos, ir al m¨¦dico y que le hagan las pruebas. Aunque lo m¨¢s normal es que no sea ¨¦bola, es una medida normal de protecci¨®n¡±, asegura Marta Lado, una m¨¦dico espa?ola especializada en enfermedades infecciosas que est¨¢ coordinando el centro de aislamiento para pacientes de ¨¦bola del hospital de Connaught, en Freetown.
As¨ª y todo, en las ¨²ltimas semanas no ha sido extra?o toparse con titulares de prensa en el que se mezclaban ¨¦bola, Espa?a e inmigraci¨®n. Incluso hay quien ha apuntado a las vallas de Ceuta y Melilla y a las pateras como ¡°punto caliente¡±. Como si fuera tan f¨¢cil. Desde M¨¦dicos del Mundo aseguran que ¡°aunque la mayor¨ªa de los migrantes que intentan llegar a Espa?a no lo hace ni en patera ni siquiera por v¨ªa terrestre, es ah¨ª donde el imaginario colectivo sit¨²a el peligro. Sin embargo, imaginen la posibilidad de que una persona gravemente enferma consiga atravesar medio continente africano, en una penosa traves¨ªa que suele durar meses o a?os, hasta alcanzar la valla de Melilla o las costas de C¨¢diz o Canarias. Sobrevivir a este trayecto una semana ser¨ªa una proeza; culminarlo, un milagro¡±.
¡°El miedo es irracional¡±, asegura, por su parte, la responsable de M¨¦dicos sin Fronteras en Kailahun, Hilda de Klerk, ¡°la gente est¨¢ asustada y corren rumores de todo tipo que no tienen ning¨²n fundamento¡±. En ?frica los rumores est¨¢n relacionados con el origen del mal, se acusa incluso a Occidente de haberlo introducido, pero en Europa no nos quedamos cortos y nos lanzamos a especular sobre una hipot¨¦tica llegada del ¨¦bola en patera. P¨¢nico por todos lados, aunque la diferencia es que en las zonas de Guinea, Sierra Leona o Liberia donde el ¨¦bola s¨ª golpea, el miedo est¨¢ justificado. En Occidente, seg¨²n los expertos, no.
En M¨¦dicos sin Fronteras, la organizaci¨®n internacional m¨¢s implicada en el terreno en la atenci¨®n a pacientes, lo tienen muy claro. ¡°La gente piensa que la soluci¨®n es cerrar las fronteras, cuando la ¨²nica forma de contener la epidemia es incrementar los medios sobre el terreno¡±, acaba de decir la presidenta de esta organizaci¨®n, Joanne Liu, en una entrevista concedida a EL PA?S, ¡°pa¨ªses ricos como Espa?a deben enviar sus mejores recursos¡±. La OMS tambi¨¦n ha defendido desde el principio que bloquear a pa¨ªses enteros no era la mejor opci¨®n. Todos est¨¢n desbordados y piden mayor implicaci¨®n de la comunidad internacional para combatirla donde es real y donde est¨¢ matando en una dimensi¨®n hasta ahora desconocida, mientras el debate en Occidente se centra en los controles en aeropuertos y en la posibilidad, muy baja como se ha dicho hasta la saciedad, de que se produzca un brote fuera de ?frica.
Un da?o colateral de este miedo, que ya empieza a asomar la cabeza en los pa¨ªses afectados, es el desabastecimiento de productos b¨¢sicos, combustible y comida, porque muchas empresas, entre ellas las compa?¨ªas a¨¦reas, est¨¢n cancelando sus servicios y operaciones. As¨ª lo acaba de advertir la OMS, que ha hecho un llamamiento a estas empresas para que adopten sus decisiones s¨®lo basadas en evidencias cient¨ªficas, record¨¢ndoles que el virus s¨®lo se puede transmitir por contacto con personas enfermas y no por el aire. O sea, que es letal, pero poco contagioso. Un mill¨®n de personas en cuarentena y riesgo de desabastecimiento, ante el que la ONU ya ha anunciado el env¨ªo de ayuda humanitaria.
Otro problema. En Kenema, en el epicentro del brote en Sierra Leona, un guardia de seguridad llamado Andrew me pregunta con desasosiego. ¡°?Es verdad que hay un tratamiento contra el ¨¦bola y que se lo est¨¢n dando a los pacientes occidentales? Porque si as¨ª fuera, ?no deber¨ªan hacerlo aqu¨ª donde tenemos ya cientos de muertos?¡±. Andrew lo ha visto en la CNN, que sigue con atenci¨®n cada noche en el hotel donde trabaja, aprovechando que cuenta con grupo electr¨®geno ante los frecuentes apagones. Dif¨ªcil escapar a esta pregunta que no tiene f¨¢cil respuesta. Pero la informaci¨®n fluye en todas las direcciones en esta primera epidemia global (de miedo) provocada por el virus ?bola.
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