Vientos de cambio
Brasil, Argentina y Uruguay afrontan elecciones con voluntad renovadora
Hace seis meses, dif¨ªcilmente se pod¨ªa pensar que la presidenta de Brasil tuviera riesgo de perder la elecci¨®n. Lo mismo el expresidente uruguayo Tabar¨¦ V¨¢zquez, que parec¨ªa continuar sin dificultades el promocionado Gobierno de Mujica. Si a?adimos que en Argentina la elecci¨®n es una inc¨®gnita, aunque con aparente mayor¨ªa opositora, nos encontramos con que el viento vira en el sur de Am¨¦rica.
No cabe darle a este aire renovado un sesgo ideol¨®gico. En Chile el cambio ya ocurri¨® y pas¨® de centro derecha a centro izquierda. En los otros, los signos no son tan claros. En Argentina se vive el ocaso de la hegemon¨ªa kirchnerista, pero bien puede seguir gobernando el incombustible peronismo, extra?o camale¨®n que cambia de piel y sobrevive a huracanes y guerras civiles. En Brasil, no hay opci¨®n hacia la derecha, sino m¨¢s bien hacia un centro muy moderado o la izquierda, mientras que en Uruguay los partidos tradicionales, con matices, reflejan las variantes del liberalismo, desde corrientes conservadoras a la inglesa a socialdem¨®cratas prudentes.
?Qu¨¦ est¨¢ pasando, entonces, cuando el crecimiento econ¨®mico, desde hace una d¨¦cada, ha sido formidable y se registra una cierta baja de la pobreza?
Es verdad que las econom¨ªas se han expandido al impulso de una bonanza exportadora producida por los altos precios de commodities, minerales o agr¨ªcolas, resultantes de la fuerte demanda asi¨¢tica. No por ello la ciudadan¨ªa agradece. Primero, porque tiene claro que las mieles vinieron de afuera, y segundo, porque ya el panorama no es tan rosado: la din¨¢mica expansiva ha detenido su velocidad y, si bien no se vislumbra una crisis, los tiempos ser¨¢n m¨¢s de rigor que de distribuci¨®n.
Es verdad que las econom¨ªas se han expandido al impulso de una bonanza exportadora
La respuesta esta vez parece surgir de la pol¨ªtica misma.
En Argentina, el kirchnerismo se ha agotado por su arbitrariedad, su voluntarismo y sus fant¨¢sticos esc¨¢ndalos administrativos. No se resiste m¨¢s la ret¨®rica grandilocuente de la se?ora presidenta, envuelta siempre en banderas nacionalistas, en pugna con los enemigos exteriores que se conjuran para da?ar a Argentina... Es cierto que un tercio del pa¨ªs est¨¢ siempre pronto para recibir ese mensaje, como pasa ahora con una estrategia de choque en la deuda externa, que lleva la econom¨ªa al default pero ubica al Gobierno en una lucha heroica contra los malqueridos especuladores internacionales. El resto de la opini¨®n, sin embargo, advierte que se han malbaratado los beneficios de los grandes precios de exportaci¨®n, desfondando las finanzas p¨²blicas sin mejorar la infraestructura, la educaci¨®n y el acceso a la energ¨ªa (pese a sus enormes recursos naturales).
En Brasil, la muerte de Eduardo Campos, candidato socialista que ven¨ªa tercero en las encuestas, ha producido una ola emocional con fuerza de tsunami. La segunda de su f¨®rmula, la ecologista Marina Silva, sustituye al fallecido y de un d¨ªa para otro lleva su aprobaci¨®n del 8%-10% al 20%-22%. Con esto se asegura que habr¨¢ segunda vuelta y que hay posibilidades para la oposici¨®n. ?Por qu¨¦ este cambio? Ante todo porque Marina Silva es conocida y se le reconoce honradez en lo personal tanto como en su defensa del ambiente. Frente a un PT desgastado por los esc¨¢ndalos, es un aire fresco. Naturalmente, Lula mantiene su popularidad y ha entrado ya en el escenario, pero todo es posible por estos d¨ªas. Y falta bien poco.
En Uruguay, V¨¢zquez lideraba c¨®modamente las encuestas hace seis meses, pero bast¨® que se iniciara la campa?a para que todo comenzara a cambiar. Apareci¨® un reclamo de juventud. En el propio Frente Amplio, hoy en el Gobierno, en la elecci¨®n interna sali¨® triunfante el joven Ra¨²l Sendic, hijo del fundador del movimiento tupamaro, predominando sobre la senadora Topolanski, esposa de Mujica y ganando as¨ª la candidatura a la vicepresidencia. En el Partido Nacional, inesperadamente se produjo una contundente victoria de Luis Lacalle Pou, hijo del expresidente Luis Alberto Lacalle, quien con una campa?a juvenil y positiva configur¨® r¨¢pidamente una oleada de moda. En el Partido Colorado ya se hab¨ªa producido ese cambio hacia la nueva generaci¨®n con Pedro Bordaberry, quien pese a cargar con la pesada mochila de ser hijo de quien ejerci¨® la dictadura, es reconocido como un candidato solvente. Hoy la opini¨®n ha cambiado y los desgastes del Gobierno comienzan en la imagen de un candidato sin br¨ªo frente a los m¨¢s j¨®venes.
La variable pol¨ªtica, entonces, luce dominante. Hay un fuerte rechazo a los episodios de corrupci¨®n administrativa, fatiga de viejas ret¨®ricas de una izquierda reiterativa y una voluntad de cambio asociada tambi¨¦n a un viraje de los vientos del mundo. Se empieza a advertir, adem¨¢s, en los tres pa¨ªses en campa?a electoral, que la bonanza de esta d¨¦cada no ha servido para mejorar la educaci¨®n y modernizar la econom¨ªa, apenas para mejorar salarios que dieron alivio moment¨¢neo pero que hoy ya no se ven suficientes.
Una vez m¨¢s queda claro que en este mundo de redes sociales y comunicaci¨®n en tiempo real los cambios pueden irrumpir tan inesperadamente como las tormentas de verano.
Julio Mar¨ªa Sanguinetti es abogado y periodista y fue presidente de Uruguay (1985-1990 y 1994-2000).
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