Del ¨¦xito y del fracaso
La movilizaci¨®n de la Diada fue notable, aunque eso no validar¨ªa un proyecto ilegal y divisorio
La manifestaci¨®n en ¡°V¡± de la Diada catalana de ayer supuso un notable ¨¦xito organizativo para sus convocantes independentistas. Los esfuerzos de ¨²ltima hora lograron cubrir holgadamente el dise?o; la capacidad de gesti¨®n de los movimientos de masas se volvi¨® a demostrar impresionante; el clima de convivencia result¨® inc¨®lume; y el acto fue un espect¨¢culo est¨¦tico. Pero no fue ¡°la manifestaci¨®n m¨¢s masiva de la historia de Europa¡±, como pretend¨ªan los organizadores. Y lo que es m¨¢s importante, esta movilizaci¨®n no da m¨¢s legitimidad a un proyecto que solo conduce hacia la divisi¨®n y la frustraci¨®n.
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Las razones ¨²ltimas de este resultado desbordan la preparaci¨®n log¨ªstica; son pol¨ªticas. La implicaci¨®n del Gobierno de la Generalitat en la convocatoria ha sido esta vez m¨¢s apabullante que en anteriores ocasiones. Adelant¨® sus actos oficiales en beneficio de la manifestaci¨®n; convirti¨® el discurso de su presidente, Artur Mas, en mensaje preparatorio; y despleg¨® un asfixiante apoyo de sus medios de comunicaci¨®n a la convocatoria, celebraci¨®n y balance de la ¡°V¡±, lo que ha provocado una ins¨®lita protesta sindical interna, que equipara la otrora s¨®lida TV-3 a otros agentes manipuladores como Telemadrid. As¨ª, los actos de ayer no se debieron solo a la espontaneidad social. La hay, pero tambi¨¦n conducida y organizada desde el Gobierno aut¨®nomo. ?Qu¨¦ habr¨ªa ocurrido si le hubiera dispensado igual ignorancia que a la manifestaci¨®n unionista de Tarragona?
Pero tampoco protestas tan nutridas pueden ser producto de la mera agitaci¨®n de un Gobierno. El malestar contin¨²a, porque dos a?os despu¨¦s, las reivindicaciones catalanas, sean estas las de una consulta, las de una reforma federal o las de un nuevo pacto fiscal apenas han hallado m¨¢s respuesta oficial que la negativa o el silencio: lo contrario de una alternativa habitable para todos, especialmente para la minor¨ªa mayoritaria, la de quienes conf¨ªan en una tercera v¨ªa autonomista alejada del secesionismo y del neocentralismo. Habr¨¢ que esperar, pues, a la reanudaci¨®n del di¨¢logo entre Gobiernos, pero cada d¨ªa que pasa juega contra una salida concertada, como indica tambi¨¦n ¡ªaunque sobre distintos par¨¢metros¡ª la din¨¢mica escocesa.
Precisamente el hecho de que hayan transcurrido dos a?os sin obtener resultados ilustra c¨®mo el ¨¦xito organizativo de unas convocatorias se compagina con el fracaso de la estrategia secesionista, basada en movilizaciones frontales. No se cosechan frutos; crecen los partidarios de la ¡°tercera v¨ªa¡±; no surgen aliados pol¨ªticos del proceso en el conjunto de Espa?a; el creciente inter¨¦s medi¨¢tico internacional no se acompa?a de apoyos tangibles; sus l¨ªderes apenas logran superar los episodios de desuni¨®n, y alguno de ellos llama a una disparatada deriva ilegal del movimiento, mediante la desobedencia civil, apelando al ejemplo de Luther King: como si Catalu?a sufriese un apartheid racial.
Mayor incompetencia pol¨ªtica para gestionar el malestar real y encauzarlo constructivamente es imposible de encontrar.
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