El desaf¨ªo del Estado Isl¨¢mico
El ascenso del grupo terrorista va a poner a prueba el liderazgo de Estados Unidos
El Estado Isl¨¢mico (EI, o ISIS en sus siglas en ingl¨¦s) es ya la organizaci¨®n terrorista mejor financiada y m¨¢s peligrosa de la historia. Si no se contiene, pondr¨¢ en peligro el futuro de Irak y tal vez arrastre a la guerra a todo Oriente Pr¨®ximo. Su ascenso crea nuevas amenazas para Occidente y es un desaf¨ªo que va a poner a prueba el liderazgo de Estados Unidos y la voluntad de colaboraci¨®n de unos Gobiernos con pocas cosas en com¨²n aparte de una profunda preocupaci¨®n por lo que estos terroristas puedan hacer a continuaci¨®n.
La supervivencia de Irak depende de su capacidad para atraer inversiones extranjeras, en la industria del petr¨®leo y en otros sectores capaces de crear los puestos de trabajo necesarios para construir una clase media moderna. Pero la facilidad del EI para impedir que el Gobierno chi¨ª de Bagdad gobierne amplias franjas de territorio de mayor¨ªa sun¨ª en el centro y el norte del pa¨ªs hace que sea casi imposible. A la larga, la amenaza del EI puede animar a los kurdos a defenderse por su cuenta, lo que, en la pr¨¢ctica, supondr¨ªa la partici¨®n del pa¨ªs. Ning¨²n Gobierno de unidad en Irak puede hacer frente al EI sin ayuda. Adem¨¢s, el grupo ha obtenido tambi¨¦n victorias en Siria, y atraviesa sin dificultad, en una y otra direcci¨®n, la frontera entre ambos pa¨ªses.
El EI puede llegar a ser tambi¨¦n una amenaza para todo Oriente Pr¨®ximo, porque el grupo atrae a reclutas de toda la regi¨®n que alg¨²n d¨ªa volver¨¢n a sus respectivos pa¨ªses para enfrentarse a sus propios Gobiernos. La agitaci¨®n que sacudi¨® la regi¨®n a comienzos de 2011, la primavera ¨¢rabe, ofreci¨® oportunidades a millones de personas que viv¨ªan tradicionalmente excluidas del proceso pol¨ªtico, tanto islamistas radicales como otros que aspiraban a vivir en un Oriente Pr¨®ximo m¨¢s moderno.
Cuando Mohamed Morsi, de los Hermanos Musulmanes, fue elegido presidente de Egipto en junio de 2012, algunos pensaron que hab¨ªa llegado la hora de que la democracia promoviera los intereses de los fundamentalistas religiosos. Pero, cuando el Ej¨¦rcito egipcio derroc¨® y detuvo a Morsi un a?o despu¨¦s, los activistas m¨¢s radicales decidieron dejar de lado la pol¨ªtica y recurrir a la violencia. Entonces qued¨® claro que la primavera ¨¢rabe ha fortalecido m¨¢s a los radicales que a los moderados. El Estado Isl¨¢mico se ha convertido en un polo de atracci¨®n para esos luchadores insatisfechos. Al principio serv¨ªa a los intereses de los Gobiernos sun¨ªes de la regi¨®n, empe?ados en desestabilizar al Gobierno chi¨ª de Irak para que Ir¨¢n no tuviera un aliado poderoso. Hoy constituye un gran problema que puede acabar arrastrando a las potencias de la zona a una guerra indirecta cada vez m¨¢s peligrosa.
El EI es tambi¨¦n una amenaza para Occidente, porque, como hemos sabido en las ¨²ltimas semanas, un n¨²mero aterrador de sus miembros poseen pasaportes europeos y algunos, estadounidenses. Las autoridades europeas y norteamericanas trabajan sin descanso para vigilar los movimientos de esas personas e impedir que, con el dinero del que disponen, cometan atentados terroristas en los pa¨ªses occidentales, pero es un riesgo que aumentar¨¢ en los pr¨®ximos a?os.
La 'primavera ¨¢rabe' ha fortalecido m¨¢s a los radicales que a los moderados
?Qu¨¦ podemos hacer? La ¨²nica superpotencia militar del mundo tiene un papel crucial. Sin el liderazgo de Estados Unidos ser¨¢ imposible coordinar una acci¨®n multilateral. Hasta ahora, Obama ha resistido con prudencia las presiones para hacer algo m¨¢s serio que arrojar unas bombas y alejar al EI de objetivos fundamentales en Irak. Si Estados Unidos lanza una respuesta militar a gran escala, otros pa¨ªses se sentir¨¢n menos empujados a contribuir al desmantelamiento del EI: ¨¦sa es la base de la ¡°estrategia sin estrategia¡± de Obama.
Lo que tiene que hacer Washington es construir una coalici¨®n informal y discreta que incluya a los iraqu¨ªes ¡ªchi¨ªes, sun¨ªes y kurdos¡ª y a aliados europeos como Francia, Gran Breta?a y Alemania. Turqu¨ªa puede ayudar. Se puede convencer a Qatar de que deje de aportar gran parte del dinero que recibe el EI. Ahora bien, el ¨¦xito duradero depender¨¢ de lo que hagan los dos grandes rivales de la regi¨®n, Ir¨¢n y Arabia Saud¨ª. El EI es un grave problema para Ir¨¢n, pero la Rep¨²blica Isl¨¢mica no va a alinearse en p¨²blico con ninguna campa?a militar dirigida por Washington. Cualquier colaboraci¨®n temporal deber¨¢ ser limitada y discreta.
Estados Unidos necesitar¨¢ tambi¨¦n la ayuda de los saud¨ªes, que se resistir¨¢n a estar en la misma coalici¨®n ¡ªaunque sea informal¡ª que Ir¨¢n. Sin embargo, los dos han cooperado en otras ocasiones ante los problemas de seguridad que planteaba Irak, es decir, Sadam Husein. Si Obama logra convencer a Riad de que no ha tomado partido por los chi¨ªes y se compromete a contener la amenaza que puede representar Ir¨¢n para la regi¨®n, la cooperaci¨®n saud¨ª ser¨¢ fundamental para acabar con el EI de ra¨ªz.
Lo ir¨®nico es que Estados Unidos necesitar¨¢ a otro socio m¨¢s. No hace mucho que Obama amenazaba con bombardear al sirio Bachar el Asad. Con la presencia del EI en su pa¨ªs y la necesidad de atacar desde todos los flancos, la ayuda de El Asad va a ser crucial, aunque ninguna de las partes lo reconozca.
Todo esto tiene algo bueno para Obama: es muy probable que esta crisis saque a la luz sus cualidades. El presidente, famoso por su aversi¨®n a los riesgos, no puede permitirse abordar el problema de frente, sino que debe emplear la paciencia y la astucia para construir esa coalici¨®n multinacional y discreta.
Debemos tener claro que Ir¨¢n y Arabia Saud¨ª, socios fundamentales en esta campa?a, no van a comprometerse p¨²blicamente a cooperar con Estados Unidos. Su aportaci¨®n se limitar¨¢ a coordinar, sin supeditarse a las directrices estadounidenses, y solo colaborar¨¢n entre bastidores. No obstante, ambos saben que el Estado Isl¨¢mico puede acabar poni¨¦ndoles en peligro, y eso ser¨¢ un incentivo para sumarse, al menos en privado, a lo que sin duda ser¨¢ una larga lucha.
Ian Bremmer es presidente de Eurasia Group y profesor de investigaciones globales en la New York University. Pueden seguirle en Twitter @ianbremmer y @eurasiagroup.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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