Un Plan Merkel para Ucrania y Europa
Exige visi¨®n, voluntad y paciencia. Sus principales instrumentos ser¨¢n econ¨®micos y pol¨ªticos m¨¢s que militares; deber¨¢ ser constante en la estrategia y flexible en la t¨¢ctica; y tardar¨¢ mucho tiempo en dar fruto
La Uni¨®n Europea debe elaborar un plan a diez a?os para Ucrania. Y ese plan va a definir tambi¨¦n lo que ser¨¢ Europa dentro de diez a?os. En homenaje a la pol¨ªtica m¨¢s destacada de Europa, que ha impulsado claramente el giro de la pol¨ªtica europea respecto a Ucrania, podr¨ªamos denominarlo Plan Merkel. Si triunfa, prevalecer¨¢ una versi¨®n muy europea del orden liberal por encima de la receta conservadora y nacionalista de agitaci¨®n violenta y permanente que representa Vladimir Putin. Si fracasa, volver¨¢ a fracasar Europa.
Nuestro plan debe tener tres frentes, militar, pol¨ªtico y econ¨®mico, cada uno con m¨²ltiples componentes, que habr¨ªa que ir adaptando a unas circunstancias cambiantes. Estados Unidos tiene asignado un papel, pero un papel secundario, no protagonista.
Para tener un plan, los europeos debemos saber a qu¨¦ nos enfrentamos. Es dif¨ªcil saberlo, porque Putin est¨¢ exhibiendo un estado mental t¨ªpico de un aut¨®crata trasnochado: err¨¢tico y lleno de soberbia. Pero imagino que lo que pretende es mantener el caos, la dispersi¨®n de poderes y la influencia rusa en el sureste de Ucrania para que el pa¨ªs no pueda consolidarse como Estado soberano y funcional ni acercarse a la Uni¨®n Europea y la OTAN. En esta estrategia es fundamental que haya una frontera porosa entre Rusia y Ucrania, para que las armas y los agitadores rusos la atraviesen a discreci¨®n.
Esta no era la idea inicial de Putin. Lo que ¨¦l quer¨ªa era un Estado sat¨¦lite dentro de su Uni¨®n Euroasi¨¢tica, no la mitad de una casa en ruinas. Sin embargo, ahora parece que ha decidido recurrir a lo que en el mundo postsovi¨¦tico se llama la opci¨®n del conflicto congelado. ?Qu¨¦ respuesta podemos dar sin perder de vista otras posibilidades, tanto peores como mejores?
Algunos proponen reforzar la ayuda militar a las fuerzas armadas ucranias, para que tengan opciones de ganar. Desde el punto de vista moral, es justificable. En la pr¨¢ctica, no es posible. Tras las reformas aplicadas al ej¨¦rcito ruso durante los ¨²ltimos seis a?os, Putin cuenta hoy con unas tropas modernas y eficientes al otro lado de la frontera, y sus generales han reflexionado mucho para dise?ar las nuevas formas de guerra encubierta y no declarada que con tanto ¨¦xito han llevado a la pr¨¢ctica en Crimea y el este de Ucrania. No podemos transformar de golpe el ej¨¦rcito ucranio solo con entrenamientos y transferencias de material, igual que no es posible convertir un viejo Lada en un BMW solo con introducir una caja de cambios de BMW y contratar a un mec¨¢nico alem¨¢n. Salvo que Washington quiera librar una guerra no declarada contra una Rusia a¨²n nuclear, Mosc¨² tendr¨¢ siempre lo que los estrategas llaman el dominio de la escalada. Putin siempre puede aumentar la apuesta, y ha demostrado que est¨¢ dispuesto a hacerlo.
Putin est¨¢ exhibiendo un estado mental t¨ªpico de un aut¨®crata trasnochado: err¨¢tico y soberbio
Aun as¨ª, los pa¨ªses occidentales deben proporcionar material muy escogido, suministros y entrenamiento al ej¨¦rcito ucranio, en especial a las tropas fronterizas. A largo plazo, una de las claves para asegurarse de que Putin no consiga su conflicto congelado es cerrar esa frontera. Adem¨¢s, la OTAN debe dejar claro que no tolerar¨¢ ninguna acci¨®n rusa encubierta, militar ni paramilitar, en ning¨²n cent¨ªmetro cuadrado de territorio de la Alianza, y eso incluye, por ejemplo, la ciudad estonia, pero habitada por rusos, de Narva, en la frontera entre Rusia y Estonia.
Tiene que haber negociaciones pol¨ªticas y diplom¨¢ticas siempre que sea posible. Pero las probabilidades de alcanzar un acuerdo constitucional en el este de Ucrania que sea aceptable tanto para Rusia como para Kiev son escasas. Las dos partes no pueden ponerse de acuerdo en lo que significan decir palabras como descentralizaci¨®n, federalizaci¨®n y estatus especial ni en cu¨¢les son las zonas a las que deben aplicarse. (¡°Ucrania es libre de aprobar las leyes que quiera¡±, declar¨® un jefe rebelde en Donetsk a AFP, ¡°pero no pensamos en federalismo¡±).
Y, sobre todo, Putin no puede querer un verdadero acuerdo estable, pac¨ªfico y duradero, porque entonces Ucrania podr¨ªa funcionar como Estado federal y acercarse a la UE. Puede que a ¨¦l y a sus seguidores les importe el futuro de los que llaman ¡°rusos¡± en los pa¨ªses vecinos, pero el gran juego que le interesa al presidente es geopol¨ªtico y no tiene nada que ver con los derechos de las minor¨ªas locales.
Mientras tanto, Europa puede tomar otras medidas pol¨ªticas. Ahora que los parlamentos europeo y ucranio han ratificado el acuerdo de asociaci¨®n, la UE debe ayudar a Ucrania a ser un Estado m¨¢s o menos funcional. Si la Uni¨®n pretende ganarse a los habitantes de habla rusa, lo mejor que puede hacer es dar pasos hacia la exenci¨®n de visado para la mayor¨ªa de los ucranios. La experiencia indica que es la forma m¨¢s r¨¢pida de cambiar las opiniones en la Europa poscomunista, pero es evidente que es un trago dif¨ªcil para una Europa occidental recelosa ante la inmigraci¨®n.
A cambio de esos incentivos, los ucranios deben tomarse en serio la reforma de su Estado. Eso significa, ante todo, combatir la corrupci¨®n omnipresente en la pol¨ªtica de la Ucrania postsovi¨¦tica. Eso tiene que cambiar.
La OTAN debe dejar claro que no tolerar¨¢ ninguna acci¨®n encubierta, militar ni paramilitar
En cuanto a los rusos, no debemos olvidar nunca que, a pesar de su popularidad actual, Putin no es Rusia ni Rusia es Putin. Debemos tener siempre presente esa distinci¨®n crucial. En alg¨²n momento de los pr¨®ximos diez a?os, Putin se marchar¨¢.
?Se acelerar¨¢ esa marcha si hay unas sanciones econ¨®micas m¨¢s fuertes contra el r¨¦gimen? Sus consecuencias ya est¨¢n empezando a notarse, incluso en grandes compa?¨ªas energ¨¦ticas como Rosneft, pero, a corto plazo, la mentalidad de asedio fomentada por la propaganda puede reforzar a¨²n m¨¢s a Putin. A largo plazo, las sanciones le debilitar¨¢n. Con los a?os, los rusos calcular¨¢n con pragmatismo qu¨¦ les interesa m¨¢s. Los bolsillos de las familias podr¨¢n m¨¢s que el alma imperial colectiva.
Sobre todo, si se ve que Ucrania prospera y Rusia, no. Para que prospere, ser¨¢ crucial encontrar el dif¨ªcil equilibrio entre desarrollar la relaci¨®n comercial e inversora de Ucrania con la UE y no cortar sus lazos econ¨®micos con Rusia. El acuerdo firmado la semana pasada para aplazar la aplicaci¨®n del tratado de libre comercio entre la UE y Ucrania permite ganar algo de tiempo para buscar una soluci¨®n.
Luego est¨¢ la cuesti¨®n energ¨¦tica. Aproximadamente la mitad de los ingresos federales de Rusia proceden del gas y el petr¨®leo. Gran parte de Europa necesita el combustible ruso para poder tener luz. Si la UE se encamina hacia la independencia energ¨¦tica ¡ªque exige una red de interdependencia energ¨¦tica de los Estados miembros¡ª, el equilibrio de poder entre Rusia y Europa sufrir¨¢ una alteraci¨®n decisiva. Al ayudar a Ucrania, Europa se ayudar¨¢ a s¨ª misma.
Estas no son m¨¢s que unas cuantas sugerencias para un plan a diez a?os. Pueden estar en desacuerdo con unas, o proponer otras distintas. Lo que es indudable es que Europa necesita ese plan; que tendr¨¢ muchos componentes, no dos o tres muy llamativos; que sus principales instrumentos ser¨¢n econ¨®micos y pol¨ªticos, no militares; que deber¨¢ ser constante en la estrategia y flexible en la t¨¢ctica; y que tardar¨¢ mucho tiempo en dar fruto. Si Europa posee la visi¨®n, la voluntad y la paciencia necesarias, el resultado traer¨¢ a la mente la vieja f¨¢bula del fr¨ªo viento del Este y el sol que apuestan sobre cu¨¢l de los dos es capaz de quitarle el abrigo a un hombre que pasa. El viento sopla y sopla, y el hombre se estremece y se envuelve a¨²n m¨¢s para protegerse del fr¨ªo. Entonces reluce el sol, y el hombre, sudoroso, se lo quita.
Timothy Garton Ash es catedr¨¢tico de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford, donde dirige el proyecto freespeechdebate.com, e investigador titular en la Hoover Institution de la Universidad de Stanford. Su ¨²ltimo libro es Los hechos son subversivos: escritos pol¨ªticos para una d¨¦cada sin nombre (Taurus).
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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