Veinticuatro d¨ªas, veintiuna horas
Una historia real sobre la sanidad p¨²blica y la concertada
Esta es una historia real, que le ha tocado vivir a un amigo m¨ªo este verano, pero podr¨ªa habernos tocado a cualquiera. Esta historia real sucedi¨® en la provincia de C¨¢diz, pero podr¨ªa haber sucedido en cualquier otra. Esta historia real comienza cuando el padre de mi amigo, con m¨¢s de ochenta a?os y una cardiopat¨ªa de cierta importancia, tuvo la mala suerte de caerse y partirse una cadera. Cuando sus hijos llamaron a una ambulancia estaban tan preocupados, tan nerviosos, que olvidaron la recomendaci¨®n que corre de boca en boca por su pueblo desde hace algunos a?os.
¨CSi alg¨²n d¨ªa pasa algo, que te lleven al hospital de Puerto Real, que es p¨²blico. Si llamas a una ambulancia y no dices nada, te llevan al concertado de El Puerto, pero t¨² dices que no, que no, que quieres ir a Puerto Real porque tienes derecho¡
Se les olvid¨®. Estaban tan nerviosos, tan preocupados, que no se acordaron a tiempo. Despu¨¦s s¨ª. Les sobr¨® tiempo para recordar esa recomendaci¨®n desde que los m¨¦dicos de la cl¨ªnica concertada les advirtieron que la fractura de su padre no se pod¨ªa operar, porque en su estado una anestesia general resultar¨ªa demasiado arriesgada.
Los m¨¦dicos miraron a mi amigo como si fuera tonto, como si estuviera loco, como si acabara de decir una estupidez
¨C?Y una epidural?
Los m¨¦dicos miraron a mi amigo como si fuera tonto, como si estuviera loco, como si acabara de decir una estupidez que no mereciera siquiera un comentario. Nada, nada, insistieron, le inmovilizamos, esperamos a que la cadera suelde por s¨ª sola, y ya est¨¢.
¨C?Y si no suelda?
Que s¨ª, que s¨ª, le dijeron, ?c¨®mo no va a soldar, hombre? Y se marcharon. Si mi amigo no hubiera ido a la universidad, si no hubieran ido a la universidad sus hermanos, si uno de ellos no hubiera tenido un cu?ado traumat¨®logo, probablemente su padre no se habr¨ªa levantado jam¨¢s de una silla de ruedas, tal vez ni siquiera habr¨ªa superado una inmovilizaci¨®n tan prolongada. Pero ellos preguntaron, protestaron, insistieron, se pusieron pesad¨ªsimos, y despu¨¦s de una larga batalla burocr¨¢tica lograron sacar a su padre del hospital concertado donde por falta de medios t¨¦cnicos, o de personal, o de capacidad, o tal vez, simplemente, por criterios de rentabilidad, no hab¨ªan querido ocuparse de aquel enfermo.
Cuando llegaron al hospital p¨²blico de C¨¢diz, respiraron. Claro que se puede operar a este hombre, dijo el traumat¨®logo que les atendi¨®, ?c¨®mo no se va a poder? El cardi¨®logo estuvo de acuerdo, el anestesista lleg¨® a hacerle pruebas, pero en las oficinas dijeron que no. No pod¨ªa ser, porque ese hospital no le correspond¨ªa.
¨CPero mire usted¡ ¨Cmi amigo intent¨® volver a ponerse pesado¨C. Mi padre ya lleva casi tres semanas ingresado para nada, ha sufrido un mont¨®n, es un hombre mayor, ya s¨¦ que no le corresponde este hospital, pero ahora otra ambulancia, otro ingreso, en pleno agosto¡ Ya que est¨¢ aqu¨ª, ?no podr¨ªan operarle y¡?
Pues no, no pod¨ªan. Le hicieron m¨¢s pruebas, le miraron m¨¢s veces, tuvo que esperar a que hubiera camas libres en otro centro, transporte disponible, y por fin, tras veintitr¨¦s d¨ªas de hospitalizaci¨®n in¨²til, el pobre paciente desembarc¨® en el hospital de Puerto Real, al que habr¨ªa podido llegar el mismo d¨ªa de su ca¨ªda si sus hijos se hubieran acordado de presionar al conductor de la ambulancia a tiempo.
¨CClaro ¨Cel tercer traumat¨®logo a cargo de aquel paciente mir¨® al tercer cardi¨®logo, que asinti¨® y se volvi¨® hacia el tercer anestesista para comprobar que a ¨¦l tambi¨¦n le parec¨ªa bien¨C. Ma?ana, antes de la una, le operamos con epidural y ya est¨¢. Con todos los papeles que hab¨¦is tra¨ªdo, no le vamos a hacer m¨¢s pruebas, pobre hombre¡
Mi amigo no se lo pod¨ªa creer, pero as¨ª fue. Al d¨ªa siguiente, a media ma?ana, bajaron a su padre al quir¨®fano, le operaron de la cadera con anestesia epidural, se recuper¨® sin ning¨²n problema y pas¨® directamente a planta. Al verlo all¨ª, en su cama, tan tranquilo, la hermana de mi amigo hizo c¨¢lculos en voz alta.
¨CVeinticuatro d¨ªas, ?os dais cuenta? Hemos tardado veinticuatro d¨ªas en llegar a este hospital, y aqu¨ª, en veintiuna horas lo han resuelto todo. ?No es incre¨ªble?
Esta es una historia real que habla de la realidad de la sanidad p¨²blica y la sanidad concertada en Espa?a. Ocurri¨® en la provincia de C¨¢diz, pero podr¨ªa haber sucedido en cualquier otra. La inc¨®gnita a resolver es cu¨¢nto les cuesta a los contribuyentes veintitr¨¦s d¨ªas de hospitalizaci¨®n in¨²til de un paciente. La eficiencia en la gesti¨®n, la rentabilidad y la calidad de la atenci¨®n en la sanidad concertada son una triste evidencia. www.almudenagrandes.com
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