Simeone, superstici¨®n y ¨¦xito
El Atl¨¦tico hall¨® en el t¨¦cnico argentino el remedio a sus males. La afici¨®n le idolatra. Su receta es el sacrificio y el ya famosos "partido a partido". Mani¨¢tico al m¨¢ximo, se rodea de su gente a modo de amuleto
Cuando usted trata de mandar un mensaje por el m¨®vil su contacto suele decir: Disponible o Reunido o Hey There! I am using WhatsApp. Si se lo enviara al Cholo Simeone, en la pantalla se encontrar¨ªa de bruces con su mantra: ¡°El esfuerzo no se negocia¡±.
La fe, el m¨¦todo, el partido a partido, la cultura del sacrificio, sus haza?as comparables a la lucha de David contra Goliat, le est¨¢n convirtiendo en un personaje ejemplar, en un icono de culto, en un fen¨®meno editorial con algunas biograf¨ªas, aparte de varios t¨ªtulos vinculados a ¨¦l con la epopeya atl¨¦tica como tema en los escaparates, aparte de en alguien fiable para vender productos publicitarios¡ En resumen, todo un modelo de solvencia a imitar en tiempos de naufragio.
Enemigo de exponerse m¨¢s all¨¢ de las ruedas de prensa, Simeone ha consolidado su estrellato en Madrid. La ciudad que le sirviera de talism¨¢n cuando era jugador, donde siempre se sinti¨® a gusto como alternativa al barrio de Palermo, en Buenos Aires, donde creci¨® al abrigo de su madre, do?a Nilda y de don Carlos, su padre, ha supuesto un antes y un despu¨¦s constante en su vida.
Fuera de los terrenos de juego, apenas guarda secretos. Aparte de su romance de esta temporada con la modelo argentina de 27 a?os Carla Pereyra (con quien ha compartido vacaciones en El Caribey visita al papa Francisco), entre f¨²tbol, v¨ªdeos de partidos, sanedrines con su equipo t¨¦cnico en la cafeter¨ªa Bellini, de Majadahonda, sesiones de marat¨®n en el gimnasio y salidas de compras para saciar su pulsi¨®n por la moda, Simeone es un hombre de costumbres sencillas.
No deja nada al azar consciente de su temor a las supersticiones en un obseso del hor¨®scopo como es ¨¦l. Lo ha contado alguna vez. La clave de perfecci¨®n para todo un entrenador es que los partidos salgan seg¨²n lo planeado. Y eso ocurre muy pocas veces. Casi nunca. Ah¨ª radica la gracia del f¨²tbol, por otra parte: en el efecto sorpresa, en esa chispa, en ese talento que desbarata de golpe los planes.
Pero a Cholo, si algo le define, es su obsesi¨®n por controlar hasta el m¨¢s m¨ªnimo detalle. Ya era as¨ª en el campo, como jugador. En su papel de entrenador lo desarrolla al cuadrado. Cholo no so?¨®, esa es la diferencia, todo lo planific¨®. La llamada que le convirti¨® en entrenador del Atl¨¦tico hace casi ya tres a?os, en diciembre de 2011, la ten¨ªa prevista. De ah¨ª en adelante, los triunfos, lo que ser¨ªa capaz de ganar, tambi¨¦n. Eso s¨ª, jornada a jornada, y, como ¨¦l dice, ¡°con la sensaci¨®n de que en cualquier momento me pueden echar¡±.
Aunque no parece ser esa su preocupaci¨®n ahora mismo. De ah¨ª su felicidad al sentirse valorado, seg¨²n su entorno, y, lo que es m¨¢s extra?o, consolidado en un puesto generalmente vol¨¢til, como es el banquillo de cualquier equipo. Los 10 millones de euros brutos presupuestados para el cuerpo t¨¦cnico ¡ªque ¨¦l debe repartir a su gente de confianza¡ª le han hecho entrar dentro del club selecto de los 10 mejores pagados del mundo. Los nombres de Mono Burgos, el profe Ortega, Pablo Vercellone, Juan Vizcaino o Pepe Pasques, su encargado de medios, ya han pasado a la historia atl¨¦tica como su guardia pretoriana intocable.
Con algunos de ellos ha compartido casa en una de las urbanizaciones preferidas de los futbolistas, La Finca, en Pozuelo, territorio favorito de varios jugadores contrincantes como Cristiano Ronaldo o Casillas, ahora su favorito del eterno rival, tras la marcha de su compatriota Di Mar¨ªa.
Sus planes son seguir en Madrid tres o cuatro temporadas. Luego, est¨¢ escrito y, en su caso, repetimos, planificado, que un d¨ªa se sentar¨¢ en el banquillo de la albiceleste. El mismo que hoy ocupa el Tata Martino y que ara?¨® el triunfo frente a Alemania en la ¨²ltima final del Mundial en Brasil. De hecho fue el favorito para el relevo, pero, esa responsabilidad no entraba por ahora en los planes.
Mientras, en los espacios libres que le deja el f¨²tbol, ocupa su tiempo pendiente de sus tres hijos ¡ªGiovanni, 19 a?os, Gianluca (16) y Giuliano (12), ah¨ª resuenan sus antepasados genoveses¡ª, aunque ellos vivan en Argentina, con su madre.
Simeone mantiene con Carolina Baldini, su primera mujer, una excelente relaci¨®n. Comparten tiempo habitualmente y su separaci¨®n ha sido m¨¢s que amistosa. Emprendieron caminos separados por el deseo de ella de continuar con su carrera en Buenos Aires pero no hay triunfo que ella no celebre en Twitter clamando lo orgullosa que est¨¢ de su expareja.
Cholo alterna en locales de la capital. Procura darle a los refrescos ¡ªno bebe alcohol m¨¢s all¨¢ de un buen vino¡ª en el Ten con Ten y evita toparse all¨ª con los jugadores los d¨ªas que libran. ¡°Para no incomodarlos¡±, asegura un amigo. Fomenta las cenas con un n¨²cleo duro de compa?eros de su ¨¦poca, campeones como ¨¦l del famoso doblete de 1996, en el que se juntan Kiko Narv¨¢ez, Molina (el portero), Toni Mu?oz, Soloz¨¢bal y a veces Aguilera, que es el en¨®logo de cabecera y satisface su exigente paladar en ese campo, principalmente con vinos de Ribera del Duero.
¡°Es buen comedor y sobre todo, un hombre de sobremesas¡±, comenta Narv¨¢ez. La mayor¨ªa en el restaurante Di Mar¨ªa de la calle F¨¦lix Boix, por lo de siempre, porque cree que le da suerte. Ambos, a?ade el que fuera delantero del Atl¨¦tico en su misma ¨¦poca, comparten seg¨²n ¨¦l un complejo de Peter Pan. No es dif¨ªcil definirle como presumido, coqueto; el traje negro no lo perdona, como tampoco la presencia de ciertos amigos y familiares que le dan suerte en las citas cruciales.
Hombre de clanes, sabe forjar alianzas y escuchar. Fil¨®sofo del f¨²tbol, bestia negra para sus contrincantes, respetado, admirado, floreciente, la madurez de Simeone, por llevar la contraria a Narv¨¢ez en lo de Peter Pan, sus nuevos planes con un equipo para el que fue elegido para pisotear la maldici¨®n y conducirle a la gloria, auguran un ciclo de aut¨¦ntica plenitud atl¨¦tica y personal. Si no se tuercen las c¨¢balas¡
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