C¨®mo 'Perdidos' cambi¨® la forma de ver televisi¨®n

Hace 10 a?os, un avi¨®n, con ruta de Sidney a Los ?ngeles, se estrell¨® en una isla de localizaci¨®n misteriosa y, desde entonces, la televisi¨®n no ha vuelto a ser la misma. La serie Perdidos fue la precursora de una nueva forma de sentarse a mirar la pantalla, seg¨²n apunta el cr¨ªtico de tele estadounidense Alan Sepinwall en su libro The Revolution Was Televised.

La ficci¨®n de la cadena estadounidense ABC naci¨® en el momento preciso, cuando tambi¨¦n lo estaban haciendo las redes sociales. Facebook hab¨ªa aparecido hac¨ªa meses, en febrero de 2004, y Twitter lo har¨ªa dos a?os despu¨¦s. Antes de que estas plataformas llegaran a su madurez y se convirtieran en el centro de la discusi¨®n seri¨¦fila, los fans ya se hab¨ªan servido de Internet para hacer r¨¢pidamente de Perdidos un ¨¦xito global. Decenas de foros y p¨¢ginas comentaban con voracidad los misterios de la serie. ?Por qu¨¦ hay un oso polar en una isla tropical? ?Qu¨¦ es la Iniciativa Dharma? ?Y ese misterioso humo negro? ?4-8-15-16-23-42? Sepinwall comenta en su libro que Perdidos no invent¨® la discusi¨®n en Internet sobre programas de televisi¨®n, pero s¨ª la perfeccion¨®.

Adem¨¢s de la Lostpedia, esa Wikipedia que desmenuzaba cada detalle de Perdidos, nacieron p¨¢ginas como DarkUFO que se hizo popular por publicar spoilers y primicias. Uno de los creadores de la serie, J.J. Abrams, foment¨® el fen¨®meno con la web The Fuselage en la que los actores del reparto respond¨ªan a las preguntas de una audiencia desesperada por atar algunos de los cabos de la descontrolada trama. Con el tiempo, el debate se trasladar¨ªa a Twitter.

La serie naci¨® en el momento preciso, cuando tambi¨¦n lo estaban haciendo las redes sociales.?Desde entonces, los canales han seguido probando suerte con la esperanza de dar con la f¨®rmula que les permita competir con Internet

?Y en Espa?a? La serie lleg¨® aqu¨ª un a?o despu¨¦s de su estreno en Estados Unidos, en 2005. En abierto, primero se emiti¨® en TVE y despu¨¦s pas¨® a La 2. Finalmente la compr¨® Cuatro que la retransmitir¨ªa hasta su sexta y ¨²ltima temporada. Muchos de los fans que la ficci¨®n hab¨ªa cosechado fuera de Estados Unidos, entre ellos los espa?oles, eran incapaces de esperar a que los canales de sus pa¨ªses sacaran los nuevos cap¨ªtulos. Las descargas piratas forzaron a Cuatro a emitir Perdidos tan solo con una semana de diferencia con Estados Unidos (el tiempo que tomaba un doblaje a contra reloj), como ya hab¨ªa hecho con series como House o FlashForward.

La presi¨®n por la perdida de audiencia era tal que, para el ¨²ltimo cap¨ªtulo, emitido en mayo de 2010, se plane¨®, por primera vez en la historia, un estreno mundial simult¨¢neo en 59 pa¨ªses. En Espa?a la experiencia fue algo desastrosa, no solo porque el desenlace de la historia decepcion¨® a buena parte de los fans (hasta tal punto que el guionista Damon Lindelof decidi¨® cerrar su Twitter ante el aluvi¨®n de cr¨ªticas), sino porque un error en los subt¨ªtulos hizo que estos desapareciesen o se desincronizasen a su antojo. Lo que supuso, en muchos casos, un doble cabreo para los que hab¨ªan madrugado (o trasnochado) y estaban despiertos a las seis de la ma?ana para ahorrarse spoilers, (un t¨¦rmino que comenz¨® a popularizarse por aquel entonces). Pero, en cualquier caso, el experimento fue la confirmaci¨®n de que la forma de ver series hab¨ªa cambiado definitivamente (y a la fuerza en el caso de las cadenas).

Desde entonces, los canales han seguido probando suerte con la esperanza de dar con la f¨®rmula que les permita competir con Internet. Algunos ofrecen en sus p¨¢ginas web los cap¨ªtulos al d¨ªa siguiente de haber sido emitidos. La plataforma de streaming Netflix, por ejemplo, ha optado por estrenar de una vez cada nueva temporada de sus series. Seguramente, la importancia de Perdidos residi¨® en que fue la primera serie seguida a la vez por gente de todo el mundo que adem¨¢s gener¨® un multitudinario debate gracias a Internet. Formar parte a tiempo real fue parte de su inter¨¦s. Con tanta expectaci¨®n, que el desenlace supusiese una decepci¨®n para muchos parec¨ªa inevitable.