La "guerra biol¨®gica" de Liberia contra el ¨¦bola
Esta entrada ha sido escrita porSarah Crowe,Jefe de Comunicaciones de Crisis de UNICEF, que se encuentra actualmente en Liberia informando sobre la epidemia.
Una trabajadora de UNICEF explica a un grupo de personas cu¨¢les son los s¨ªntomas del ¨¦bola y c¨®mo se puede prevenir la enfermedad. ? UNICEF/Jallanzo
Los vuelos hacia zonas de desastre suelen estar llenos de trabajadores humanitarios y periodistas. Esta vez no. El avi¨®n era uno de los primeros que despegaba despu¨¦s de que 10 aerol¨ªneas dejaran de volar a Liberia a causa del ¨¦bola y, aun as¨ª, estaba vac¨ªo.
La ¨²ltima vez que estuve en Liberia en 2006, era para trabajar en la reintegraci¨®n de ni?os reclutados por grupos armados. Eran tiempos de paz. Ahora el pa¨ªs est¨¢ librando una "guerra biol¨®gica" contra un enemigo invisible y sin soldados de a pie.
Al llegar al aeropuerto te encuentras con un espect¨¢culo desconcertante - un equipo de trabajadores sanitarios equipado con m¨¢scaras y guantes nos pide que nos lavemos las manos con una soluci¨®n de cloro y toma nuestra temperatura.
Iba a ser el comienzo de una nueva rutina ¨C casi a cada hora todos los d¨ªas desde entonces, han tomado mi temperatura y he tenido que lavarme las manos con cloro a la entrada de cada edificio, cada oficina, cada tienda, y cada hotel. Incluso en peque?as aldeas.
A la ma?ana siguiente, en la sala del hotel donde desayunamos hay much¨ªsima actividad - un gran grupo de cient¨ªficos de los Centros para el Control y la Prevenci¨®n de Enfermedades se api?a alrededor de varios ordenadores y habla animadamente comparando gr¨¢ficos y datos.
La capital de Liberia, Monrovia, se revela como una ciudad marcada por los carteles informativos sobre el ¨¦bola. Explican en grandes letras lo que la gente ya sabe muy bien ahora ¨C el ¨¦bola es mortal, hay que protegerse y lavarse las manos. Las charlas en el coche, en la calle y, sobre todo, en la radio son s¨®lo sobre el ¨¦bola ¨C llaman personas que quieren saber qu¨¦ hacer cuando su hijo enferma o que tienen miedo a acudir a los centros de salud y hospitales y no se tratan.
Un compa?ero me explica que acaba de perder a una familiar a punto de dar a luz. Era un embarazo normal, pero tuvo que recorrer todos los hospitales y nadie la quiso atender, al personal le daba miedo contagiarse de ¨¦bola durante el parto. Ella no ten¨ªa el virus, pero muri¨® a causa de complicaciones en el parto. Su beb¨¦ s¨ª que sobrevivi¨®.
La noticia del obstetra estadounidense que contrajo la mortal enfermedad en Liberia mientras asist¨ªa en un parto ha aumentado las preocupaciones entre el personal sanitario. Hasta ahora 169 trabajadores sanitarios de Liberia se han visto afectados por el ¨¦bola y 80 han muerto ¨C es un dur¨ªsimo golpe para un sistema de salud tan fr¨¢gil.
Al siguiente d¨ªa de mi viaje me preparo para visitar el condado de Lofa, donde se necesita encontrar m¨¢s espacio de almacenamiento - UNICEF ha entregado toneladas de equipamiento, incluyendo trajes de protecci¨®n personal, cloro y sales de rehidrataci¨®n oral para Liberia ¨C y poner en marcha m¨¢s sistemas de vigilancia y tratamiento para otras causas de mortalidad infantil que ahora est¨¢n quedando olvidadas-como el sarampi¨®n, la diarrea y el c¨®lera.
El ¨¦bola ha convertido a los sobrevivientes en trampas humanas, en municiones sin explotar ¨C la gente piensa que si los tocas, te mueres. El ¨¦bola extiende una psicosis paralizante en el pa¨ªs.
Las fuertes lluvias arrecian todo el fin de semana - me estremezco al pensar en los trabajadores sanitarios y en los pacientes que luchan s¨®lo protegidos por unas d¨¦biles l¨¢minas de pl¨¢stico bajo estas lluvias. Por suerte, los cielos de Monrovia clarean para el viaje en helic¨®ptero de hora y media hasta la problem¨¢tica frontera entre Sierra Leona, Guinea y Liberia.
En Voinjama me voy con un equipo de movilizadores sociales que interact¨²an y educan a las comunidades. Cantan la canci¨®n que los compa?eros de UNICEF Liberia inventaron ¡°El ¨¦bola est¨¢ aqu¨ª¡± con un meg¨¢fono mientras recorren el pueblo.
A muchos liberianos se les ha pegado el estribillo y el mensaje est¨¢ salvando vidas. Hablamos con las familias sobre c¨®mo protegerse del ¨¦bola. Nos cuentan la tr¨¢gica historia de un superviviente en su comunidad. Regres¨® desde el centro de tratamiento, pero a pesar de los resultados negativos de las pruebas infect¨® a su novia, que muri¨®. El semen de los hombres supervivientes al ¨¦bola sigue siendo contagioso durante un m¨ªnimo de siete semanas despu¨¦s de la infecci¨®n.
Los vecinos preguntan si se puede aislar a los sobrevivientes
El m¨¦dico del vac¨ªo hospital que visitamos explica que sospechan de cualquier paciente que viene con fiebre, diarrea o dolores de est¨®mago, s¨ªntomas t¨ªpicos del ¨¦bola. "Culpable hasta que se demuestre lo contrario" es el lema - y el personal sanitario acaba abandonando su trabajo y dejando al centro sin recursos para hacer frente al virus.
En los terrenos del centro de salud del distrito, aparece un equipo de enterradores cargados con pulverizadores, trajes protectores y sprays de cloro. Han enterrado a tres personas que fallecieron separadas por 10 kil¨®metros una de otra. Hay que mantener una distancia segura. La muerte no tiene dignidad aqu¨ª. Los muertos se toman y se queman r¨¢pidamente con los trajes de pl¨¢stico. Los funerales, que una vez fueron rituales, ahora son excepciones raras.
Una de las trabajadoras psicosociales nos dice que est¨¢ tratando con 100 ni?os y ni?as afectados por el ¨¦bola en Voinjama que est¨¢n solos, muchos de ellos son hu¨¦rfanos. No sabe qu¨¦ puede hacerse con ellos. Con las escuelas cerradas por lo menos hasta el a?o que viene, quiz¨¢ 26.000 maestros del pa¨ªs podr¨ªan formarse como cuidadores capacitados.
De vuelta a Monrovia, escuchamos una noticia bomba de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud - se espera un enorme aumento en el ¨¦bola. El ministro de Defensa explica al Consejo Seguridad de la ONU que el ¨¦bola pone en peligro el futuro de su pa¨ªs.
Los tiempos dif¨ªciles est¨¢n lejos de terminar. La poblaci¨®n de Liberia es estoica y valiente, pero cuando hablas con muchos ciudadanos liberianos dicen que se sienten abandonados y que necesitan ayuda para tratar otras enfermedades tambi¨¦n.
En el coche, los compa?eros hablan casi con nostalgia por la prolongada guerra civil que sufrieron en el pa¨ªs. Explicaban que al menos era un enemigo que se ve¨ªa, que o¨ªan los cohetes y que pod¨ªan esquivar las balas. Ahora tratan de centrarse ¨²nicamente en lo que pueden hacer ¨C entregar m¨¢s kits de higiene, reforzar los mensajes, conseguir atenci¨®n sanitaria b¨¢sica para ni?os y madres.
Este es el trabajo m¨¢s inusual y surrealista que he emprendido en mi carrera. Afortunadamente, una de las alegr¨ªas de trabajar para UNICEF es tener contacto con los ni?os, con los beb¨¦s, jugar con ellos. Aqu¨ª nos atrevemos a tocar los beb¨¦s, pero con los dem¨¢s no hay apretones de manos, ni abrazos. Es simplemente demasiado arriesgado.
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